¡Yo le creía así, así, y, sin embargo, es un personaje!
Algunos amigos de Sacha, bien informados, hablaban de Kolesnikov con cierta hostilidad, y aun hacían alusión a un plan fantástico y loco, pero al mismo tiempo grandioso, que propuso una vez al Comité. No sabían en qué consistía aquel plan, o quizá no lo querían decir. Del mismo plan grandioso, pero también en términos muy vagos, hablaba a Sacha un abogado amigo suyo, que por sí mismo no pertenecía a ningún partido revolucionario, pero que mantenía relaciones amistosas con casi toda la Rusia subterránea.
—Yo no sé en qué consistía aquel plan—dijo el abogado, poniendo en orden, con manos temblorosas de alcohólico o de hombre agotado, los papeles de su mesa. Probablemente era algo así como una pesadilla... del espíritu de nuestra loca época. Por otra parte, Kolesnikov parece dispuesto a los mayores extremos, mientras que nuestro Comitó...
El abogado sonrió, y frotó con el dedo su larga nariz de pato...
Los miembros de nuestra organización de combate son, en suma, gente pacífica... Creen que han pagado ya su tributo a la causa revolucionaria y descansan sobre sus laureles. ¿Habrá usted oído probablemente que estos últimos días han presentado su dimisión otros dos miembros más?
—No; estoy muy poco enterado—dijo Sacha, ruborizándose.
—Sí, sí... Hace mucho tiempo que se esperaba.