Página:Sachka Yegulev.djvu/83

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
79
 

¡Está muy bien!—declaró Kolesnikov. Hay que saber siempre lo que la gente lee. No está mal eso... ¡Toma! Leen también ustedes libros en francés?

—Sí—respondió alegremente Sacha.

—¡Esto si que es una buena educación! Yo quisiera estar en su lugar. En la cárcel intenté estudiar el italiano.

—¿Por qué el italiano?—preguntó sonriendo Helena Petrovna.

—No sé... Me lo recomendaron. Pero mi esfuerzo no sirvió de nada; no aprendí el italiano. ¡Qué lengua tan extraña! Hay que estar siempre buscando palabras... No es como en ruso...

Todo el mundo rió. Sacha miró los ojos negros de su madre, muy alegres ahora, y pensó: «¿Qué es lo que dirías, si supieras que este hombre ha matado al gobernador de N...? ¡No te reirías tanto!» Helena Petrovna quedó muy contenta porque Kolesnikov, durante la comida, comió bien: desconfiaba de los hombres que comían poco. Le estaba también muy reconocida porque había prestado atención a las habilidades de Lina, a quien rogó, después de comer, que tocara algo en el piano.

—En cuanto a mí—dijo Sacha, me excusarán ustedes. Voy a trabajar un poco.

—Y la música? ¿No se lo impedirá a usted?

—No la entiendo. Ya le he dicho a usted, Basilio Vasilievich, que no tengo ningún talento...

Helena Petrovna, descontenta, objetó: