236 MADAMA GUIZOT
engañarle? Si tenemos sensibilidad, diremos lo que Gray al recordar el colegio de Eton y los juegos de las genera- ciones alocadas después de haberlos descrito con compla- cencia:
¡Ay! Delante de la manada,
Como corderillos tiernos,
Alegres, lanzan risotadas
lgnorando el fin del juego.
Corriendo en loca carrera
No conocen el destino.
¡Ay! Decidle su suerte triste!
¡Hombre, dile lo que has sido!
Pero en cuanto no se es como Gray, un célibe melan- cólico y sentimental, en cuanto se es padre o madre sobre todo, no se limita uno a esos vagos temores ni a ese quie- tismo desolado, y nos hacemos más vigilantes y más acce- sibles a la esperanza. Se ve que muchas nubes de espanto que la imaginación amontona, se desvanecen al emprender la marcha por cada sendero. Madama Guizot que, en todos sentidos, era opuesta a lo vago y al ensueño y la enemiga de todo fantasma, tuvo una preocupación desde que fué madre, y fué resuelta contra la dificultad. Había creído al hombre incorregible, y a la razón, un afortunado azar y casi un don, y así escribió burlonamente sobre la inutilidad de las buenas razones. (Quiso entonces rechazar su primi- tiva prevención abordando la obra en su raíz por el solo lado corregible de la humanidad, por la infancia, y todo el resto de su vida y de su inteligencia fué dedicado al desarrollo y a la aplicación de ese pensamiento saludable.
La señorita de Meulan había tenido ocasiones frecuentes de escribir algunas páginas sobre educación y exponer sus ideas acerca de este asunto. De 1802 encontramos un artículo de ella, con motivo de la reimpresión de un tra- tado de Fenelón; allí decía: “Los preceptos para la educación me han parecido siempre la cosa más insegura del mundo. La aplicación de los principios varía con tanta frecuencia, las reglas están sujetas a tantas excepciones,