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RETRATOS DE MUJERES 393

» campo de Voorn, en Heer, y en Arnhem, y escribió a su madre siempre en francés. Leyó con avidez a nuestros autores, a Madama de Sévigné, la Mariana de Marivaux y hasta La Escocesa, de Voltaire, exquisitos frutos de aquel tiempo. El Mundo moral de Prevost, le califica de una especie de novela original y muy bien escrita pero sin des- enlace, y dice que es también más que una intriga una serie de reflexiones sobre diversas historias que no se relacio- nan entre sí, teniendo algo de risueño y de trágico, de delicadeza y de solidez. “Me ha costado trabajo —dice— al salir de estas lecturas ocuparme, como quería, de Pas- cal y de Dubois”. Sin embargo volvió a leerlos y aun a otros más serios en esta patria adoptiva —como ella dice— de Descartes y de Bayle.

Sus tías y sus abuelos en sus cartas advierten, que es preciso contestarles en holandés. “Me he apresurado a ha- cerlo —dice—, y lo mejor que pude: las h, w, gb no faltan, así como tampoco las th”. Se burla, como Boileau lo hacía del Wahal o del Leck y de los generales del país con nom- bres tudescos:

Wurts... Ay, qué nombre, gran rey...

Pinta con soltura y naturalidad a la sociedad holandesa de entonces como habría hecho una francesa salida de París que hubiese anotado en un diario las ridiculeces y las torpezas?: “Ayer gozamos de las bromas de un joven Amsterdamés”. Y a las señoritas nobles casaderas, olvi- dando que ella lo es y que tendrá poco dote las hace ob- jeto de sus alegrías:

“Te ruego que hagas mis cumplimientos a esa freule. ¿No creerá como Madama Ruisch que, durante un tiempo tan lluvioso y que no sabemos qué hacer, le haría falta para divertirse casarse un poco?”

1 De entonces, y quiero hacer constar que yo no me hago eco de lo dicho por Madama de Charridre, sino en lo que se refiere al pasado. La sociedad holandesa de hoy me aseguran que es encantadora.