SALOMÉ
¡Jokanaan!
JOKANAAN
¿Quién habló?
SALOMÉ
¡Estoy enamorada de tu cuerpo, Jokanaan! Tu cuerpo es blanco, como las lilas de un campo que el segador jamás ha segado. Tu cuerpo es blanco como la nieve que yace en las montañas de Judea, y que baja por los valles. Las rosas en el jardín de la Reina de Arabia no son tan blancas como tu cuerpo. Ni las rosas del jardín de la Reina de Arabia, ni los pies del amanecer cuando alumbran las hojas, ni el seno de la luna cuando yace en el seno del mar… No hay nada en este mundo tan blanco como tu cuerpo. Déjame tocar tu cuerpo.
JOKANAAN
¡Retrocede, hija de Babilonia! Por la mujer es que vino la maldad a este mundo. No oses hablarme. No te escucharé. Yo sólo escucho la voz del Señor.
SALOMÉ
Tu cuerpo es espantoso. Es como el cuerpo de un leproso. Es como una pared enyesada a donde las víboras se han arrastrado; como una pared enyesada donde los