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SESION DE 15 DE SETIEMBRE DE 1823

presentar mi proyecto, que consiste en dividir los seiscientos mil pesos en seis porciones i dar a cada porcion un destino capaz de adelantar i promover la industria, el comercio, la agricultura; embellecer i asear las poblaciones, i acrecentar los ingresos fiscales. El destino de cada porcion de los mencionados fondos puede hacerse una fuente de prosperidad i de riqueza. En este concurso de planes, la obstinacion de los autores suele estar en razon directa de su vanidad, orgullo i locura, i en razon inversa de su practicabilidad, probabilidad i provecho efectivo. En estas cosas, toda obra que se levanta en medio de prevenciones, juicios opuestos e intereses encontrados, ni tiene consistencia ni puede durar mucho. Por estas i otras razones muí poderosas que los pensadores conocen, tal vez fuera mejor conceder al Ejecutivo una amortizacion jeneral en la materia hasta la siguiente legislatura. Tal vez conviniera que el Ministerio presentase el plan a un Consejo de Estado, éste lo examinase sin pérdida de momentos, i se encargase de la ejecucion i consiguientes una Junta directiva del crédito público. De ningún modo dudamos de la sabiduria i rectitud del Congreso; mas, se trata de un asunto disputable, i tanto como cualquiera otra especulacion comercial, i desgraciadamente los comerciantes mas hábiles no son los mas ricos, ni los talentos afianzan el acierto de las especulaciones. Pasemos a otro punto, i éste es examinar de qué modo podrá acelerarse la amortizacion de la deuda estranjera i disminuir los males inseparables de un empréstito contraido fuera del país.

Lo primero, esto es, acelerar la amortizacion de cualquiera deuda, se hace comprando ad valorem o al precio de la plaza, el mayor número posible de obligaciones de la mencionada deuda o empréstito. Para esto se necesitan caudales. La economía solo conoce en los Estados tres modos de proporcionarse i acumular los precisos caudales. El primero es vender bienes nacionales. Este es el medio mas feliz i ménos destructor de la fortuna pública. Si las posesiones i fincas que se venden son de utilidad, como entre nosotros puede suceder, la poblacion prospera, la riqueza nacional se aumenta, i con ella los ingresos fiscales i la fuerza del Estado. La Europa nos ofrece prácticos i consolantes ejemplos de estas verdades. Bajo este respecto, dijera yo: divide et impera. Divide las propiedades acumuladas, pon en circulacion las estancadas, multiplica el número de propietarios, i aseguras el imperio. Si no se adopta este recurso solo nos queda la opcion de los dos segundos arbitrios, i estos son, o recibir por contribuciones directas e indirectas los fondos necesarios o adquirirlos por empréstitos, recibiendo por medio de contribuciones las necesarias cantidades para el pago de los intereses i de le amortizacion de ellas. Este poderoso i saludable recurso de la Gran Bretaña no parece todavía practicable en nuestro país. Dejamos a otros mas hábiles decidir si será mas hacedero i productivo un monopolio ejercido o consentido por el Estado en el estanco de algunos jéneros i consumos. El esperímento puede hacerse, mas, sin perder de vista que es un mero esperimento incierto, i que experimentum falax et periculosum.

Un particular acomodado i de crédito, cuando repentinamente necesita fondos, apela a uno de dos arbitrios, o vende propiedades o toma prestado. Si se dijese que no hai propiedades que vender, lo que es falso, o que es imposible enajenarlas por falta de compradores nacionales o estranjeros, que no tienen como cubrir los valores, ni parte al contado, ni parte a plazos ni con obligaciones del empréstito, (lo que hasta ahora no ha sucedido en el mundo) no hai mas recurso que recurrir a contribuciones i a economías. Los productos de este arbitrio deben cubrir los gastos ordinarios i estraordinarios indispensables, i deben ademas dejar un sobrante no solo para el pago de la amortizacion, e intereses anuales, sino tambien para acelerar la amortizacion. Todo esto supone un buen sistema de hacienda, pero debe advertirse que un buen plan de rentas no se plantea en poco tiempo, i que está rodeado de inmensas dificultades, i que las economías suelen ser recursos tristes i mezquinos, i que parecen impracticables sin un buen sistema de crédito público.

Los males de cualquier empréstito nacen de la demora o retardo de amortizacion o reembolso, pues el monto i acumulacion de intereses es proporcional al tiempo que corre. De aquí la necesidad de aprontar i consagrar caudales para amortizar la mayor cantidad posible del empréstito, comprando obligaciones de él al menor precio posible. Para esto no se ofrece en Chile otro arbitrio que recurrir a la enajenacion de bienes nacionales. Si se adoptan las medidas oportunas para que, cuantos bienes nacionales se pueda, se vendan dando en lugar de metálico obligaciones del empréstito, entónces se logrará destruir el principal inconveniente de aquel empréstito, que es estar colocada la caja de amortizacion fuera del país.

Las cantidades que se destinan esclusivamente a la amortizacion, costos e intereses de un empréstito, se llama fondo adjudicado al crédito público. Los españoles pusieron su caja de amortizacion en la península, i adjudicaron al crédito público los bienes nacionales, que ascienden a ochocientos millones de fuertes. Nosotros no sabemos aun qué fondos se adjudicarán en Chile al crédito público. Parece que será indispensable adjudicar cantidades diferentes, procedentes de varios ramos, tales como bienes nacionales, patentes, sellos, etc., etc., mas, como las cantidades adjudicables forman una suma estraordinaria, es necesario crear ingresos estraordinarios i no eventuales.