Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo VIII (1823).djvu/23

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
26
CONGRESO CONSTITUYENTE

blaciones. Mi alma se innundaba en amarguras al considerarme a la cabeza de movimientos que ofrecian resultados tan tristes. Escribí a las provincias; supliqué a las asambleas; interpuse la consideracion que me dispensaban i las excité a la union, protestando al mismo tiempo que no me mezclaria en sus deliberaciones, que respetaría la voluntad de los pueblos espresada pacíficamente; pero que, dividida la Nacion en Gobiernos de hecho independientes, no sometería la fuerza armada a la disposicion de alguna de estas fracciones, i que el ejército permanecería sin mezclarse en movimientos para obedecer las resoluciones del Congreso Jeneral i el Gobierno que él constituyese, debiendo yo responder de esta conducta al mismo Congreso. Tal fué mi resolucion que la Junta Gubernativa copió en su mensaje a la Asamblea Provincial.

Los movimientos de la provincia de Concepcion que operaron un trastorno tan jeneral i tan deseado, no costaron a la Nacion, señores, una gota de sangre; no costaron lágrimas; no distrajeron a los habitantes de sus labores; uno solo no esperimentó vejaciones ni prisiones. La inquieta malignidad que se complace en los odios i en las rivalidades, no consiguió por esta vez triunfo alguno. Los majistrados, los funcionarios públicos permanecieron en sus destinos. Ningun ciudadano fué examinado, ni aun desdeñado por su opinion. Todos conocieron que el movimiento unánime de la Nacion, jeneroso como ella, se dirijía a cimentar la libertad incompatible con las persecuciones. Chile habia visto ejemplos atroces de usurpacion del Gobierno por la fuerza militar. El ha comparado la conducta que observó el Ejecutivo en todo este período. A vosotros, señores, toca pronunciar. El tiene derecho a comprobar con vuestro testimonio que, en las deliberaciones de las Asambleas o del Congreso de Plenipotenciarios, jamas influyeron temores o aspiraciones de los militares.

Ver a la Nacion en tal estado de libertad; veros reunidos, señores, me ha costado fatigas i sinsabores que solo puede endulzar el contento de este dia. Aun me ha costado mas: yo he sacrificado mi honor i mi reputacion. Al admitir el mando suprremo provisorio, me ha obligado la Nacion a traspasar delicadezas de que no es posible prescindir i a ofrecer una idea equívoca de mi conducta i sentimientos. El testimonio íntimo de mi conciencia, el de las personas sabedoras de mis intenciones i sinceridad de mi resistencia, no alcanzará a satisfacerme para con los que, ciertos de mis comprometimientos anteriores, me han visto, sin embargo, ocupar la Direccion Suprema. Si se ha exijido de mí, lo que es raro exijir, lo que tal vez no conviene a la Patria exijir de sus hijos i lo que es inmensamente mas doloroso que derramar la sangre en los combates, tiempo es ya de que la Nacion me restituya mi honor, i que si yo he sufrido por darla la libertad, la tenga para manifestar al mundo que no he deseado ser Director Supremo. Hacedme, señores, la justicia de creerme sincero. Cuando os hablo en estos términos está mui léjos de mí la idea de reputarme el hombre importante, que atrae sobre sí la atencion de sus conciudadanos para encargarle aquel elevado destino, pero temo. Cesaron ya las consideraciones que pudieron influir en el Congreso de Plenipotenciarios. La Nacion está reunida i nadie puede proporcionarla mas bien su felicidad i el mantenimiento del órden que vosotros mismos. Con viene tambien al honor del Congrego que él dé un testimonio evidente de que está en libertad i el ejemplo de que no todos los Congresos se reuen para encargar el mando supremo al que los convoca. Habiendo yo tenido a mi cargo truirá mi opinion que no podrá poner a cubierto esta misma resistencia repetida por cuantos mandan? Yo quedo bastantemente recompensado. He procurado el bien de la Patria. Si he cometido errores en los cortos dias de mi administracion, hallarán su disculpa en la rectitud de mi intencion. He satisfecho el deseo mas vehemente de mi corazon; veo a los Representantes de la Nacion reunidos en plena libertad. Diviso desde aquí el principio de la sólida felicidad de la Patria. Nada me resta que apetecer. —Palacio Directorial, doce de Agosto de mil ochocientos veintitres. —Ramon Freire . — Mariano de Egaña.



Núm. 21

Al Ejército

Soldados:

Habeis llenado grandes deberes i satisfecho grandes aspiraciones. Habeis conquistado la independencia de la Patria en los campos de batalla; habeis sostenido el órden i el imperio de las leyes en medio de vuestros conciudadanos. Gracias os sean dadas, defensores de la libertad. Vuestras fatigas se hallan recompensadas.

A la sombra de vuestros laureles se reunen pacíficamente los representantes de la Nacion para establecer su felicidad.

Yo me retiro del mando supremo llevando conmigo el noble orgullo de pertenecer al ejército chileno. No os he olvidado: vuestros heróicos sacrificios quedan recomendados a la Nacion, que encuentra un testimonio de ellos en la misma situacion feliz a que se ve elevada. Conservad los sentimientos que os han hecho tanto honor.

Recordad que no existe la libertad sin peligros, donde la fuerza armada no sujeta a la potestad civil, o donde los militares se juzgan con dere