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SESION DE 9 DE OCTUBRE DE 1822
  1. industria i fundacion de un banco de minería, por no haber podido, a causa de sus enfermedades, asistir a las sesiones de dicha Comision. (Anexos núms. 400 i 401. V. sesiones del 3 de Octubre de 1820, del 19 de Diciembre de 1822, del 18 de Junio de 1823 i del 14 de Abril de 1825.)

ACUERDOS

Se acuerda:

  1. Dejar en tabla la discusion del proyecto de Constitucion. (V. sesiones del 8 i del 11 bis.)
  2. Aprobar el reconocimiento de la independencia del Perú i encargar a los secretarios que presenten el acta de este acuerdo. (V. sesiones del 10 de Octubre de 1822 i del 2 de Setiembre de 1823.)
  3. Aprobar varios artículos del proyecto de tarifa de aduana i dejar pendiente la discusion de los restantes. (V. sesiones del 8 i del 10.)

ACTA

Se abrió la sesion a las diez. Asistieron veinticinco señores diputados, presidiendo el señor Ruiz Tagle i Vice-Presidente señor liustamante.

Se leyó i aprobó el acta anterior.

Se concluyó la segunda lectura de la Constitucion.

El señor Ministro de Gobierno presentó el acta i forma del reconocimiento de la independencia del Perú. Aprobada. Acordado: la secretaría presente en la sesión siguiente el acta del reconocimiento de la misma independencia, i la aprobacion de la presentada por S.E.

Tarifa. Artículo 147. Aprobado por unanimidad. Artículo 149. Aprobado, según el dictámen de la Comision. Artículo 150. Aprobado. Artículo 151. Resuelto: pague la azúcar real i medio por libra. El chocolate pague lo que asigna el reglamento. El cacao pague tres pesos i no cinco. Artículo 152. El arroz pague lo que asigna el reglamento. Artículo 153. Suba el impuesto de este artículo a seis pesos. Artículo 154. Aprobado por unanimidad. Artículo 155. Aprobado. Artículo 156. Aprobado. Artículo 157. Las maderas paguen lo que asigna el reglamento. La cera en pasta i los tintes comprendidos el añil, el ácido sulfúrico, llamado vulgarmente aceite de vitriolo, el ácido muriático, llamado espíritu de sal, el ácido nítrico, llamado espíritu de nitro, el alumbre purificado, paguen un diez por ciento. Las drogas medicales paguen un quince por ciento.

La sesion se levantó a las dos i media de la tarde. —Francisco Ruiz Tagle. —Camilo Henríquez, secretario. —José Gabriel Palma, secretario.


ANEXOS

Núm. 393

Honorable Convencion:

Tengo la honra de acompañar a U.H. la representacion del comercio de Valparaíso, que apoya el Gobernador, sobre el tráfico de cabotaje para que se haga por los hijos del país i buques nacionales, i no por el estranjero i sus buques, lo que parece de conocido interes al fomento del comercio i marina, i así U.H. se servirá acordar lo necesario en este objeto. —Ofrezco a la sala mis respetos. —Palacio Directorial en Santiago, 9 de Octubre de 1822. —Bernardo O'Higgins. —José Antonio Rodríguez. —Honorable Convencion del Estado.


Núm. 394

Nada es tan conducente a la formacion de una marina nacional como la proteccion del cabotaje estrictamente concedido a los buques del país; seria inútil citar aquí las leyes con que los Gobiernos de la Europa han prohibido este comercio a las embarcaciones estranjeras, i la adjunta representacion demuestra los perjuicios que resultan al Estado i a los particulares del abuso que se observa en nuestros puertos. Felizmente, Chile tiene la proporcion que no gozan sino mui pocas naciones, todo él es costa; por todas partes tiene excelentes desembarcaderos, i el mar Pacífico ofrece a los negociantes el mejor camino para trasportar efectos de un punto a otro. Yo veo que en la China, la Inglaterra, Francia i otros imperios, aun cuando el suelo es llano i cómodo para transitarlo, no se omite el gasto de algunos millones para abrir un canal en que, con trabajo, pueden navegar algunos pequeños bajeles, que quizás es priciso arrastrarlos un gran trecho de terreno, cuya pendiente impide la subida; aquí tenemos un océano navegable en cualquier tiempo por toda clase de buques, libre de escollos, siempre tranquilo, con anchura i fondo insondable; pero esos favores con que nos agració naturaleza, se disfrutan solamente por los estranjeros que conducen los frutos del país a todas partes, i cuarenta buques nacionales que llevan la bandera, hacen insoportables estadías sin tener qué cargar en los puertos del Estado. Los ingleses, que dejan sus efectos en Tal