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CONVENCION PREPARATORIA

crecido riesgo a que pone su principal, aun mas (si bien se considera) que del comercio Ultramar, por el que en uno i otro foro le son permitidas utilidades sin límite? Deduciéndose de aquí, que léjos de inferírsele al estranjero en el impuesto un gravamen, es él solo que reporta de él una ventaja exorbitante.

Todo, pues, el daño viene a refluir sobre el minero, sobre aquellos infelices dignos por tantos respectos de la consideracion del Gobierno. Pero ¿a qué grados calcula V.E. sube el perjuicio que se infiere a estos miserables? El impuesto de un peso en cada quintal de cobre es una fuente inagotable, de donde han de emanar bajas arbitrarias con que el aviador i el negociante han de ir decreciendo el precio de este metal, hasta venir abonárselo al minero al ínfimo de cinco o seis pesos quintal que ántes tenia. ¡Qué baja tan enorme por solo un peso de imposicion! Gabela, por cierto, que es un manantial fecundo de perjuicios insoportables a los que lo sufren, i de cortísima utilidad al Estado.

Analice V.E. la materia, i especúlela por cuantos respectos puedan presentársele a su alta penetracion. Verá que, si con el nuevo impuesto de un peso en cada quintal de cobre, viene a percibir el Estado la cantidad de cincuenta mil pesos en el año de su duracion (esto es en el supuesto que alcance a esta suma el número de quintales de cobre, que se estraigan anualmente del Estado) a que nunca parece haber ascendido, sino al de solo treinta i seis mil (según un cálculo bien formado) los perjuicios suben a mas de ciento, quedando por no incidir en hipérbole, no me atrevo a aseverar que llegan a doscientos mil. Está de manifiesto la baja actual que ha padecido el cobre de trece i catorce pesos a que lo pagaba el estranjero, hasta el de once que hoi ofrece i se prevé el demérito que irá tomando cada dia por la arbitrariedad de los aviadores. ¿A qué precio, pues, tan íntimo llegará el minero a vender el precioso sudor de su trabajo? ¿Cómo el piadoso corazon de V.E. que se conmueve a males solo imajinados de sus súbditos, ha de manifestarse insensible a unos perjuicios efectivos, cuales se demuestran; van a inferirse a los infelices mineros? Son éstos sin disputa los individuos mas proficuos, que tiene en toda su estension la República de Chile; pues, siendo un país, como V.E. sabe, carente de industria i de manufacturas, solo la minería es la que le sostiene e incrementa. ¿Para qué me canso en hacer ver a V.E. una verdad tan manifiesta? Aun en decir que las producciones de las minas son mas importantes que las de la labranza i agricultura, no me excedería, si se estiman éstas, como medios para conseguir aquéllas. Sabemos que las naciones feracísimas de frutos naturales son corrientemente las mas escasas de numerario, que es el que les da fuerza i engrandece. Discurran sobre esto como quieran los políticos; nadie osará negar que el dinero es el ídolo del universo, al que todos le rinden homenaje, i que no se adquiere sino a fuerza de costosas escavaciones de los cerros.

Ya dije que la provincia de Coquimbo venia a ser la única gravada en este impuesto, por ser también la única productiva de cobre, siendo tan pocos los que produce la de esta capital, que propiamente pueden estimarse en nada respecto de la crecida suma de aquélla; i si de treinta i seis hasta cuarenta mil, (que en su apojeo se calculan anuales) el Huasco solo produce la mitad, como es incontestable i desmostrado al momento con el estado anual de la administracion de esa aduana, el Huasco solo viene, de consiguiente, a sufrir la mitad del impuesto. Prescindíase de la suma de perjuicios apuntados; el que resulta solo a primera vista es de dieziocho a veinte mil pesos de contribucion al Huasco. ¿I habrá quien, en la distribucion de un derrame, pudiese asignar al Huasco igual cantidad? Seria un notable exceso i una desproporcion enormísima en la contribucion de cien mil pesos derramada en todo el Estado de Chile, aun cuando se eximiese a la provincia de Concepcion, i cupiese a la de Coquimbo la mitad de aquella suma, igualándola a la provincia de esta capital, sin embargo que en tales derrames se le ha rateado siempre la i mitad o una tercera parte menos, al Huasco le pusiesen diez mil pesos. Este partido, a pesar de la multitud de sus minas de cobre i de las portentosas sumas de plata que ha producido, es el mas pobre i el ménos que produce de los cuatro que comprende la provincia de Coquimbo. Cuanto parece que la naturaleza le rodeó de cerros criaderos de metales, le negó los llanos, i le esterilizó los campos para la produccion de pastos i de frutos. Importados éstos de afuera i de largas distancias, no dejan en el Huasco mas que los tristes vestijios de la riqueza que se llevan.

Admira verdaderamente dónde se reunen tantos millones de pesos, que le entran anuales al Huasco por sus cobres. ¡A dónde han ido a parar los millones que montan las crecidas sumas de marcos de plata que han salido del Huasco desde ei portentoso descubrimiento del año de once! i si se le dice a V.E. que tanta riqueza ha desaparecido como el humo, i que de tantos vecinos radicados en el Huasco, excepto uno, no hai dos que gocen de una regular pasadía, ¿podría creerlo? Pues es una verdad que, no obstante de parecer a algunos lamas estraña paradoja, puede acreditarse con otros tantos testigos cuantos tengan conocimiento práctico de aquel lugar. Quede al ménos ese problema disoluble para la perspicacia, de los políticos. ¿Cómo de tanta suma de dinero que importan solo los cobres que se estraen anualmente del Huasco, i de tantos miles de marcos de plata que ha producido desde su descubrimiento, no se encuentre allí una docena de vecinos que por el comercio o por las minas hayan hecho una fortuna brillante? Miéntras que, no iludiendo dudarse por ahora de verdad tan manifiesta, paso a hacer ver a V.E., que, cuando