timon de la nave se encargue a su ambicion, para desengañar al mundo que el despotismo i la barbarie son los hijos de la licencia. Ellos para nada sirven, sino para impugnarlo todo. A no temerse las consecuencias de su ineptitud, la mayor pena que podria imponerse a esta turba de ociosos, seria ocuparlos en los destinos que apeteciesen. Entonces el turno de la incapacidad era llegado. Nó; la época del dia es el periodo de los designios grandes; i por eso lo será también de la envidia, de esa pasion vil i provechosa a un tiempo; porque ella pone fuego al crisol de las virtudes para que la verdad se depure i brille con todo su esplendor. ¿Quién negará al presente Gobierno el triunfo sobre las preocupaciones i la gloria de haber instituido el panteon? Los últimos que sordamente minan esta obra sagrada, son los que se habían fundado un jiro lucroso con las cenizas de los hombres. Santos especuladores; la lei nada ha alterado en los derechos mortuorios ni en los oficios fúnebres que pueden hacerse como ántes en cualquiera iglesia. Solo os quita el cadáver. ¿Lo necesitáis para algún otro destino, que enterrarle donde mate a los vivos? ¡Oh! Vosotros erráis miserablemente la cuenta, i heridos de que ya las haya examinado el pueblo por una comparación inviolable, os convertís en declamadores contra las erogaciones, que el reglamento asigna al panteon, como si el figmento de su riqueza pudiese volverse en una mina que os restituya a la que juzgáis perdida.
¿A qué se estiende esta detraccion? Ella supone que en el panteon no reciben un pobre sin que al ménos pague cuatro pesos. Cabalmente esta es la mas favorecida con el cementerio. Ántes de establecerse, ¿quién no se horrorizaba de que el poncho, la bestiecilla, la menor alhaja del miserable fuese la presa necesaria del entierro, aunque el huérfano i la viuda perdiesen todo el recurso de su infeliz choza? En el dia, con solo decir: es pobre de solemnidad, se le despacha con su boleta al panteon, sin pagar derechos algunos.
Veamos la opulencia que pueden dar al panteon los suyos. En veintiún dias de Diciembre i en los meses Enero i Febrero, de setecientos ocho cadáveres que se han sepultado, solo sesenta i cinco han pagado derechos, de dos o cuatro pesos (cuando mas) de sepultura. Ningún adulto ha tenido que contribuir por nicho. Las comunidades i terceras órdenes han tomado con anticipacion los que creyeron necesitar. El costo común del panteon asciende mensualmente de doscientos pesos (sin contar con gastos estraordinarios por refacciones, etc., ni con los que exije la obra para su complemento.) No hai un solo mes ni fácilmente habrá dos sucesivos que, con solo su entrada, llene la salida. ¿Enriquecerá el panteon? Mejor preguntemos: ¿podrá subsistir?...
Es mui singular que se mire el aumento de los derechos, i no cause impresion alguna el que nadie los desembolsa. El carro de pompa vale diez pesos; es libre el pedirlo; i ninguno quiere ostentar este fausto en los restos inanimados del hombre. El nicho importa treinta pesos. Tampoco han querido los moribundos dejar a sus albaceas esta reliquia de vanidad, como antiguamente la dilataban mas allá de la vida, erogando cien o mas pesos por una sepultura en el presbiterio. Parece que todos los mortales se hubiesen revestido de la misma filosofía que Diójenes, cuando dispuso que su cadáver fuese arrojado al campo, i a sus discípulos que le representaban: se lo comerían las aves; pidió un garrote para espantarlas; reprension demostrativa que les impuso un silencio de conviccion.
Ninguna parecerá bastante a los declamadores contra un establecimiento tan útil como necesario, si ellos divisan que la consecuencia de los necrólogos dados a la Gaceta Ministerial, debe ser la necesidad de que el pueblo empeñe todos sus esfuerzos en contribuir para esta obra santa, que consulta la pureza i dignidad del culto, el ménos costo fúnebre de las familias, la desaparicion de esos duelos, cuyo aparato aumentaba el caudal de las lágrimas, robando el de la herencia, i que, en fin, respetando la salud de los que sobreviven, hace sentir la voz de la naturaleza, de la humanidad i de la lei sobre el ronco grito de los prestijios. Ciudadanos: sed benéficos i concurrid al sostenimiento de una de las mas importantes instituciones que ha producido la gloriosa revolucion de la Independencia, i que jamas habria tenido efecto si nuestros destinos no se hubiesen puesto en nuestras manos.
¡Qué doloroso es que, despues de la vergüenza de escuchar impugnaciones orijinadas de la falta de ilustracion en el siglo de la luz, o de una ignorancia todavía mas culpable de los hechos, tengamos que sufrir el doble rubor de que no se cierren los oidos a detracciones demasiado pueriles e indignas de hombres que pasen de la edad de doce años! Tal es la ridicula especie de que los cadáveres, arrojados en las sepulturas a medio cerrar, infestando toda la casa, son pasto de los perros. El desengaño es el de los ojos; la prueba es evidencia en el criterio común. Ninguno se acerca al panteon que no se asombre de esta maligna impostura, a presencia del órden, aseo i esmero que se guarda en los enterratorios. Ellos se sitúan en un campo de mas de tres cuadras, abiertos por todas partes a la ventilacion, a sotavento de la poblacion, i que en el momento disiparía los efluvios que se sustrajesen al cuidadoso arreglo de los entierros. Por contradiccion ¿no causará susto a estos críticos miserables el paradero de esta localidad i el sistema de su administracion, con el entierro de los cadáveres en el pequeño recinto de un templo cerrado toda la noche i en la mayor parte del dia? ¡Ah! Cuando preside el espíritu de maledicencia, se priva de su imperio a los sentidos para que todo ceda a la calumnia.