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212 CONGRESO NACIONAL

blicacion. Conducta semejante contraría la práctica de las naciones civilizadas que, tratando de la reforma de una lei que refluya en gravámen de la sociedad, prefija tiempo suficiente para su ejecución, a fin de precaver los males consiguientes. Hé aquí demostrado el descrédito del Gobierno i las fatales consecuencias que Vuestra Soberanía puede aun evitar, mandando se suspenda por el tiempo que conceptúe bastante la ejecución de la mencionada lei de 22 de Setiembre; así lo espera el comercio de Valparaíso, de la integridad de Vuestra Soberanía, protestando el mas sumiso respeto a vuestras sábias decisiones.

Suplica, por lo tanto, al Soberano Congreso se digne tomar en consideración los fundamentos en que apoya este recurso, para que se sirva resolver lo mas justo. —Valparaíso, 14 de Octubre de 1826. —Manuel de Cifuentes. —José Manuel Felíu. —José Fermín Solar. —José D. Otaegui. —M. A. Lorca. —Francisco Vargas. —Martín Manterola. —Berthiwrume. —Alexandri. —Antonio Ambro. —Victoriano de la Cruz. —Pedro R. Alvarez i Donoso. —Enrique J. Pecinel. —José L. Aycinena. —José María Bascuñán. —Enrique A. Dubern. —Juan A. Vives. —Tomás Eduardo Brown. —Alsop. Wetmore y Crider. —Sewell i Patrickson. —Agustín Livingstone. —Samuel Federico Scholl. —Diego Duncan. —S. Mixon, Mecan i Ca. —Guillermo Anderson. —José M. Ibáñez. —R. Dums.


Núm. 336


Mayorazgos
Iniquum est enim ut de una substantia quibus competa equa concessio, alii abun-

dantes affluant, alii fiaupertatis incomo- dis ingemiscant. — TEODORICO APUD CASIOD. Libro L.° Epíst. 7.

Las empeñosas discusiones que ajitan al Congreso acerca de los mayorazgos, parecen mas bien los preliminares de un tratado de capitulacion entre el verdadero patriotismo i el ínteres privado de cuatro individuos que se le oponen o que, en lugar de dar un golpe por la raíz a este árbol infesto, cuyas ramas se dilatan a tantas jeneraciones, en vez de la estincion absoluta del mal, solo se trata de las condiciones con que ha de permanecer. El médico falaz que así se por tase con el enfermo, debería ser despedido ignominiosamente. En el siglo en que vivimos, cuando no son ya desconocidos los principios de la ciencia lejislativa, en fin, cuando éstos sancionan por las mejores leyes, aquellas que sobre la igualdad política se acerquen mas a la igualdad civil, i minen por los cimientos esas reliquias deplorables de los antiguos castillos de los feudos, esos monumentos de la orgullosa aristocracia que, en espresion del celebre De Pradt, es la desigualdad misma ¿todavía se mira como un problema la abolicion de los mayorazgos?... ¿Quiénes son los opositores? No son por cierto los que actualmente los poseen; son los que esperan sucederles despues de su muerte. Pero éstos deberían avergonzarse a la solicitud decidida de aquéllos para que se declaren libres esos bienes estancados i puedan igualmente distribuirse entre todos sus hijos; deberían recibir esta importante lección de la naturaleza, i rectificar su corazon, que les está gritando que si ellos se hallasen ya en el turno i caso de los poseedores, serian los primeros a pretender la libertad que hoi contradicen. El honor i la decencia reclaman que estos contradictores sacrifiquen los estímulos de su ambicion a la voz imperiosa de la razón i del sentimiento, al ínteres público de su Patria, al dictado de su propia conciencia, a los impulsos de la humanidad i a las relaciones de la sangre que en los hermanos del primojénito les presenta el cuadro de una descendencia constituida en la miseria, porque él sea el único archivero de los libros jenealójicos de la familia, dotado con la sustancia de aquéllos a quienes la naturaleza concedió los mismos derechos.

Bastaría que esta fatal institucion fuese la causa que ha dejado en pos de sí el cometa funesto de los feudos, contra el cual han declamado todas las plumas sábias de Europa en la época de la luz, para que por el decoro mismo de Chile nos empeñásemos en no ser singulares, retrocediendo a buscar conveniencias quiméricas en los códigos caducos de la nobleza al lado del sistema federal, cuando se va desterrando aun de las monarquías ese ruinoso fantasma, apénas sostenible en ellas al pretesto de la necesidad de una jerarquía, que si no está aniquilada en el pecho de todos los chilenos, a lo ménos es incompatible con el estado presente de su organización política. Cualquiera forma este paralelo, que la estrechez del tiempo no permite detallar. No quisiéramos sino un dia mas (que nos es negado porque parece que mañana será la última sesion) para tratar esta materia desde su oríjen, i convencer los perjuicios incontestables que traen los mayorazgos, disipando hasta la sombra de los paralojismos con que pretenden sostenerse. Nos contentaremos con estrada y las observaciones de aquellos políticos que con mas frecuencia andan hoi en las manos de todos, i nos diremos a nosotros mismos: ¿Así piensan estos hombres profundos, así nos brindan con nuestra prosperidad, i nosotros ensordeceremos para no escuchar si no el eco ronco de la avaricia?... En España, el docto conde de Campomanes, en su Regalía de Amortización, despues de desear, con el respetable consejero Saavedra, que se imitase la práctica de Venecia en cuanto a manos muertas, reclamando el abuso de las fundaciones de mayorazgos, se lamenta de que