336 | CONGRESO NACIONAL |
bir de necesidad i miseria a nuestra cara Patria. Quisiera el Cabildo proporcionarle recursos, pues está convencido de sus urjencias i apuros; pero se halla en la precisión de hacer presente a V. E. los inconvenientes de aquella mocion; a efecto de que, con mejores luces, como superintendente jeneral de propios, se digne esponerlos a la Representación Nacional.
Saludamos a V. E., ofreciéndole los mejores sentimientos de aprecio i consideración. —Sala Capitular, Santiago, Agosto I.° de 1826. —Excelentísimo Señor. —Manuel de Huici. —▼Ignacio Reyes. —Miguel Francisco de Trucíos. —Miguel Valdes i Bravo. —▼Silvestre Valdivieso. —Santiago Gandarillas. —Domingo de Bezanilla. —Manuel José Hurtado. —Pedro José Fernández Recio, rejidor secretario.
Núm. 418
▼El Presidente de la República tiene el honor de elevar al Soberano ▼Congreso la solicitud que han dirijido al Gobierno los españoles europeos establecidos en el país; ellos, reconocidos a la administración que les sacó del estado de abatimiento i miseria en que se hallaban, ofreciéndole con mano liberal i franca la facultad de establecerse libremente en el país, se ofrecen gustosos en sacrificio, a trueque de que la mano cruel que amenaza la libertad de la República, no les prive de los dulces goces que en el dia disfrutan.
El Ejecutivo cree que seria conveniente organizar un cuerpo, en los términos que ellos proponen, señalándoles los jefes del país que deban mandarlo, con la circunstancia de que, verificado el alistamiento, se retiren a sus ocupaciones, con la calidad de reunirse cuando sean llamados, que deberá ser en los momentos en que el peligro de la Patria lo exija imperiosamente.
El Presidente, al trasmitirlo al Congreso Nacional, le ofrece de nuevo las consideraciones de su distinguido aprecio. —Santiago, Agosto 5 de 1826. —▼Manuel Blanco Encalada. —▼Tomas Obejero. —Al Excmo. señor Presidente del Congreso Nacional.
Núm. 419
▼Señor Presidente de la República:
Don Ramón Roche, capitan de artillería, en nombre de los españoles prisioneros i confinados, ante V. E. aparezco i digo: que ha llegado a su noticia que se halla esta República próxima a recibir una invasión por don Bernardo O'Higgins, a fin de perturbar la quietud i el sosiego que actualmente estamos gozando; queremos, en esta ocasion, prestarnos voluntariamente al Superior Gobierno, si nos considerase útiles, en la forma siguiente:
- Nuestro servicio no es con ninguna recompensa.
- No esperamos gravar al Estado con ningún gasto, por hallarse en las escaseces que en el dia le vemos.
- Que se nos den armas i las municiones correspondientes.
- Que se nos incorpore por separado, mandados por nuestros mismos jefes, súbditos todos a las órdenes del señor capitan jeneral, a quien obedeceremos, i deseamos sacrificar nuestras vidas en obsequio de los muchos beneficios que hemos recibido de este Supremo Gobierno; i cuando no se nos admita, téngase presente ésta para los fines que a cada individuo se le pueda ofrecer; i por tanto, a V. E. pido i suplico, se sirva proveer como fuera de su mayor agrado. —Ramón Roche.
Núm. 420
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El Catilina de Chillan amaga peligrosamente la existencia política i civil déla República chilena. La guerra civil está solamente declarada contra ésta desde que, comprendiendo la imprevisión de los chilotes i corrompiendo la fuerza armada, se hizo proclamar el caudillo de estos merceraríos. Los elementos de su poder, son el hábito a la servidumbre, la ignorancia i la actual depresión a que habíamos sumido a aquel pueblo, recargado de gabelas i de estancos. Los Estados Confederados de Chile se resienten de los mismos males, amenazados de la misma suerte. La desorganización moral, consecuencia necesaria del defecto del espíritu público en este país, lisonjea la ambición de aquél, empeñándole en recobrar el cetro empapado en la sangre de las víctimas que sacrificó a su instinto feroz. El laboratorio de sús manejos pérfidos, ha sido trasladado al Archipiélago chileno, armado de la seducción, de la intriga i de la soipresa, ha dirijido sus ataques sobre la vacilante opinion del Estado. La Representación Nacional de los Estados Confederados de Chile, ha conocido la necesidad de oponer prontamente la fuerza moral de toda la República, a la táctica parcial i aislada del enemigo. La fuerza física, tan necesaria en los combates internacionales, es un nuevo embarazo en las guerras civiles. Es únicamente la fuerza moral que la opinion universal de las ventajas que se prometen los pueblos en esas instituciones, produce la que tiene ese poder invencible i prodijioso. Conducida esta Representación por estos sentimientos que están en la naturaleza, removió inmediatamente las trabas que ligaban el Tuelo progresiro de la libertad. Pronunció las leyes que podian restituir a los pueblos el entero goce de su libertad en el derecho de elejir por sí sus gobernadores locales, en el de remover su prosperidad sin hallarse su-