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SESION DE 10 DE JULIO DE 1826

éstas pueden disfrutarse en toda clase de gobiernos; efectivamente, no es imposible que en un Gobierno arbitrario se observen; pero se observarán solo miéntras no varié de ideas o de humor el despóta que las concedió. Ménos difícil será el que se respeten en una república que se gobierna por un sistema unitario; pero ¡cuán es puestos no están los derechos de los pueblos i de los ciudadanos a ser atacados a pesar de las mejores leyes, si su gobierno interior i sus intereses particulares dependen de un hombre solo o de un Gobierno central! I bajo el sistema federal, ¿podrá el Gobierno federal en algún modo avanzarse a tiranizar a las provincias, sin esperar la reacción de todas ellas?

Se dice que es necesario que en los estados o provincias federadas haya igualdad. Es mui cierto que la igualdad es esencialmente necesaria para que la federación pueda llamarse así; ¿i qué estado tendrá una igualdad mas completa en sus provincias que Chile? Si Concepción se halla arruinada con la guerra, eso es cosa de momento, porque, en poco tiempo que goce de paz, se restablecerá i prosperará mas que ántes, al abrigo de instituciones dictadas por una lejislatura provincial que debe conocer mejor sus necesidades. Su localidad, sus producciones i los recursos que ella misma se creará, la pondrán al nivel de las otras. Sus terrenos son los mejores i mas fecundos de la República, i de los cuales podemos decir con propiedad, que maman leche i miel. Se dice que está despoblada ¿i cuál es la causa? Es el sistema unitario; porque habiendo una capital donde se hallan todos los establecimientos, todos los empleados i todos los recursos, los hombres han abandonado sus provincias, no encontrando en ellas ningún objeto que pueda inspirarles Ínteres ni alimentar sus esperanzas; toda la sangre se va a la cabeza i el cuerpo necesariamente se debilita. La corrupción i la suntuosidad de las capitales atrae siempre a los ricos propietarios, que arrastran consigo innumerables personas que solo podrían subsistir por ellos habitando los pueblos: he aquí la causa de la emigración i despoblación de las provincias. Si hai desigualdad, no se presenta otro remedio que devolver a los pueblos sus derechos peculiares i dejar que cada uno se gobierne interiormente por sí mismo. Así las lejislaturas provinciales cuidarán de su felicidad, dudarán de que prospere su agricultura, su industria i su comercio. Estos bienes no los adquirirán en el dia; pero los gozarán dentro de poco tiempo, trabajando cada uno esclusivamente sobre sus intereses.

El señor Villagran. —Me ha sido bastante estraño el oir decir al señor preopinante que la causa de los atrasos de la provincia de Concepción ha sido el sistema unitario. Sin duda el señor preopinante no ha estado en el país durante la guerra que ha sostenido, miéntras ella perdió sus mejores hijos por la defensa de toda la Nación i miéntras que sus intereses han sido consumidos por sostener la libertad. También le he oido decir al señor preopinante, que si ahora no tiene recursos, los tendrá despues; i en el entretanto, ¿qué hará si se le abandona a sí misma? Perecerá seguramente.

El señor Vicuña. —La provincia de Concepción debe ir en considerable aumento desde el mismo dia que se proclame el sistema federal, porque sus gastos serán ménos que lo son ahora. Me esplanaré. Desde el dia debe presajiarse que ya no se necesitan tropas en el interior del Estado, i toda la tropa o al ménos la mayor parte de la que sostenga la Nación, debe estar en la frontera, es decir en la misma provincia. Se ha decretado por un Congreso que allí debe ser el astillero de la Nación i el arsenal. Bastan estos recursos, a no tener otros Concepción, para que indemnice sus pérdidas. Si, en el ínterin que se conozcan los efectos de estas medidas, faltan recursos para plantear el sistema federal, como se ha anunciado, esto debe ser de mui poco momento, porque se le podría franquear algún subsidio de los mismos fondos nacionales con cargo de reintegro, cuando se hallase en estado de hacerlo. Quiero, ántes de concluir, desvanecer un equívoco que he oido a dos señores preopinantes. Se dice que hai un motivo mui justo para no admitir el sistema federa!, no teniendo igual poblacion las provincias porque no podrian estar en igual rango. Lo mejor que tiene el federalismo i lo mas admirable que hai en él, es que los pueblos que se unen bajo él, quedan tan equilibradamente, aunque su poblacion sea desigual, que los intereses de todos son igualmente garantidos. Así subsisten muchos de los lísta los de Norte América; véase la provincia o el Estado de Providence que apénas tiene de ochenta a noventa mil almas. Si se rejistra la estadística, se verá unos de cuatrocientos mil, otros de cien mil, unos chicos i otros de demasiada estension; ninguno se ofende ni teme de los otros. No nos equivoquemos, señor; siempre andaremos llenos de equivocaciones, sí no nos instruimos en la Constitución de aquella República, que es el mejor modelo que puede consultarse en federación. No es defecto el que una provincia tenga ménos jente que las otras; en la reunión de todas se ve que las grandes se equilibran por las pequeñas; sucede lo mismo que en las naciones de Europa. ¿Acaso por ser chico Portugal ha podido ser presa de la España? Nó, señor; porque la balanza í el equilibrio se guarda por las demás potencias, que siempre están a la mira del engrandecimiento de las otras porque se perjudicarían demasiado.

Se levantó la sesión, anunciando en la órden del dia para la siguiente, a primera hora, la misión del Enviado al Perú, i a segunda hora, la discusión sobre federación.