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226 CÁMARA DE SENADORES

Este es el ocio forzado en que jime casi todo el sexo débil, gran parte de los hombres i jeneralmente los muchachos, por defecto de aquellas labores groseras que son peculiares de cada rejion, i cuyo fomento es el primer cuidado de los Gobiernos, i que los dispensan principalmente removiendo el embarazo de la concurrencia estranjera. Esta es la uniforme práctica de todas las naciones, con solo la diferencia de que son las mas tenaces, las mas opulentas e industriosas. Las de América siguen su ejemplo: Méjico, Colombia, el Perú i los Estados Unidos del Norte la acaban de imitar: las trasandinas arden en una guerra asoladora, orijinada de haberse estraviado de la misma ruta; i Chile cria los elementos que puedan conducirlo a la propia situación por igual senda. Nuestro Gobierno quiso prevenirlo en el reglamento de comercio del año de 1813, sin que le hayan permitido realizar tan sabias medidas las angustias subsecuentes i consideraciones políticas que han cesado.

Posteriormente han sido continuos los clamores, al paso que crece la indijencia i sus efectos, de los escritores i de los individuos que los sienten; algunos se han avanzado a instaurar solicitudes, que, apoyadas del consulado i de la sana opinion, fueron sofocadas por la superficialidad o el interés particular. Hoi mismo se sigue un espediente promovido por el ministerio fiscal ante la Suprema Corte de Justicia, que fluctúa en el insondable piélago de las tramitaciones, combatido de la indolente lentitud que le hará desaparecer antes de teiminaise, cansandoel ilustrado celo de aquella respetable autoridad.

Ocurro a la de V. S. i hago mocion como miembro de este honorable Cuerpo, como artífice, como un cuidado espectador de los resultados de una mal entendida i perniciosa libertad para que esta honorable Corporacion se sirva de elevarla al Supremo Congreso, esforzada con las reflexiones i doctrinas que añada la Comision, para lo que propongo el siguiente proyecto de decreto:

Artículo único. Pase al Supremo Congreso interpelando de sus altas facultades que mande observar i cumplir el Reglamento deComercio en los artículos que prohibe introducir las especies i artefactos que se indican en ello?, i que se producen o fabrican en el país. —Santiago, Marzo 20 de 1831 . — Francisco de Borja Olivera.



Núm. 273

Mui honorable Asamblea:

La mocion del señor Diputado Olivera es el eco del clamor jeneral, la espresion de los que jimen bajo el peso de la desesperante inacción involuntaria i sus consecuencias atroces: es una repetición de lo mismo que tocamos i de las enérjicas, reiteradas representaciones hechas por cuerpos e individuos que palpan los males que siguen siempre a la falta de honestos recursos para vivir a la porcion mas numerosa i útil de la sociedad. Es un recuerdo de lo propio que ha previsto nuestro Gobierno desde sus principios, i que han perturbado urjencias i cuidados que felizmente cesaron.

Cuando el réjimen colonial tenia por base nuestra ignorancia, pobreza i debilidad, las entretenían con ocultas medidas, con el monopolio i prohibiciones indirectas, reduciendo nuestras aspiraciones mezquinas a un círculo que aparentemente se dilata con la independencia, i que en realidad nos estrecha creando nuevas necesidades de comodidad i ostentación, al paso que obstruye los medios de satisfacerlas. Las míseras labores que nos quedan, emplean ya todas las manos que caben en ellas, i perecen las que son repelidas por sobrantes, que adquiriendo así una pereza habitual, rehusan aun los trabajos precarios i comunes: otras, o no los encuentran o no alcanzan a sustentarlas. Las innumerables mujeres i niños componen esta desgraciada sección de la pobre humanidad; sobre que no puede pararse la consideración, sin que se estremezca el corazon mas indolente i avaro. Su situación aun es peor que en tiempo de la servidumbre, en que se destinaban a aquellos groseros objetos que no lo eran del comercio español, o cuyos envíos interrumpía la guerra. I como es inherente al hombre el anhelo a ocuparse, i no puede prescindir de su alimento; no encontrando pábulo a estas irresistibles inclinaciones, lo busca en la emigración, en el latrocinio, la prostitución i fraudes de todas clases, crímenes que tienen un móvil mas fuerte que todas las penas, i que justamente no pueden condenarse sin haber establecido antes los únicos medios de precaverlos.

En vano nos empeñamos en alucinarnos con sutiles teorías, ni en trastornar el órden que está prescrito en la naturaleza misma de las cosas, ni arrostrar a la esperiencia: no hai un pueblo que no necesite de otros, ni existe alguno sin recursos propios, ya sean peculiares a su clima, ya procurados por sus instituciones. Los mas opulentos i libres cifran su independencia en necesitar lo menos posible de los demás, i su properidad, en la de los arbitrios que penden de sus esfuerzos i actividad; para que, después de llenar sus necesidades, hagan un sobrante que cambiar por lo que han menester, i que absolutamente no alcanza a producir ni su suelo ni su industria.

Para sostener ésta contra los embates de una ruinosa concurrencia i estudiada sistemática rivalidad, han hecho las naciones todas, a excepción de una sola, de las nuevas restricciones a la entrada de las especies que ofrecen a sus artífices i agricultores, medios de vivir i de adquirir las ajenas que no tienen; i sobre todo la ocupacion, sin la que no hai moral, poblacion, autoridad ni leyes. Verdad triste, de que tenemos un comprobante mui próximo i un ejemplo cuyo influjo