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264 CONGRESO NACIONAL

Sin embargo, como el inmoderado uso de ésta no en todo se contrasta por la razón i la conveniencia jeneral, ha producido en la capital algunos frutos inmaturos; i ellos habian puesto al país en un estado de combustion, de desconfianzas recíprocas i de alarma. Todos lo miraban con dolor; todos discurrían sobre su remedio, i a pesar de esto, el mal se veia renacer por instantes con un aspecto imponente.

Yo, en este tiempo, dormia en el letargo de una riesgosa enfermedad i todo lo ignoraba, ménos el peligro de una muerte vecina con que he luchado veintiun dias; el Gobierno Delegado no daba paso alguno, porque veía al Congreso consagrado a este negocio, i contrajo su atención a medidas precautorias.

La esperiencia anunció a los representantes de la Nacion que ellos no bastaban a contener el cáncer i que sus esfuerzos anteriores por la quietud del país habian perdido su enerjía. Ciertos jenios turbulentos, que en ninguna parte faltan, i que en el mismo mal tal vez obran por un buen principio, tenían la imprudente arrogancia de mirar en el estado del Congreso el mejor baluarte para conmover impunemente a los incautos i trastornar el órden. Ciegos con el halago de una libertad licenciosa i engañados con apariencias de un bien personal, no miraban el cuadro por su reverso, ni se detenían en el cúmulo de males que necesariamente seguía a una mocion sin elementos, sin plan meditado, sin cálculo, i sobre todo, sin el voto de la Nacion, que toda entera aspiraba a constituirse en quietud i armonía. Tan cierto es que una pasión desenfrenada solo juzga del momento presente.

La provincia de Concepcion, a quien parecía conveniente que el Congreso suspendiese sus sesiones, pronunció su voluntad por medio del retiro de poderes a sus diputados. Parece que esta ocurrencia, unida a la falta de representantes de los pueblos de Coquimbo, debió influir en esa suspension, cuya oportunidad la han calificado los sucesos posteriores. Sin embargo, la Sala decidió lo contrario i yo veneraré siempre aquella deliberacion, haciéndola el homenaje de mi juicio.

Se aumentaba posteriormente el retiro de poderes: los de Santiago se aseguraba haber caducado por el lapso del término perentorio que contuvieron, i parece que, a medida que se veia necesaria i próxima la cesación del Congreso, se redoblaba la inquietud de aquéllos que no tenian un alma mui desprendida, que esperaban algún bien del mayor mal de los pueblos; el choque de todos contra uno, o unos con otros, i que no se hallaban con jenerosidad bastante para ceder al imperio de la voluntad jeneral.

Sea permitido al Gobierno silenciar muchas ocurrencias de aquellos dias. Ellas podrían hacer alguna sombra a ciudadanos, cuyo espíritu es, el Gobierno lo asegura, sano i lleno de patriotismo. Pero hai velo indiscreto, i no es nuevo en las historias que éste haya sido muchas veces un manantial fecundo de desgracias.

La Representacion Nacional, o su mayoría que es lo mismo, creyó que era llegado el momento en que no podia continuar sus tareas sin comprometer la pública tranquilidad; que por el bien jeneral i por el decoro mismo de la Nacion debia suspender sus sesiones, i para hacerlo con la dignidad i órden que exijía su alto encargo, demandó una sesión estraordinaria [1], que se tuvo el 14 del corriente. Fué secreta i duró hasta las tres de la tarde, sin que se hubiese decidido cosa alguna. Quedó citada para la noche del mismo dia i en ella ni aun se pudo dar principio, porque una parte de pueblo exaltada cometió excesos que convendrá mejor no detallarlos, baste decir, que intimada por el Congreso que despejase el patio, respondió que no quería, i agregó insultos directos al mismo Cuerpo Soberano que afectaba respetar i cuya continuación aparentaba querer, no seguramente para acatarlo, sino para servirse de su respaldo en los designios que abrigaban unos pocos facciosos promotores de aquel desorden.

Fué casi jeneral la decisión de los representantes para no volver mas al Congreso, de donde muchos se habian retirado ántes por la falta de libertad; como que, a pesar de las prohibiciones, la barra aprobaba i reprobaba los dictámenes, i aun insultaba a los que contrariaban tal o cual opinion. Sin embargo, creciendo por instantes los motivos que impulsaron la solicitud de sesion estraordinaria, volvieron a ella el 15 del mismo, i su resultado fué ponerse las cosas de peor condicion por los motivos que indica el oficio [2]

  1. "De conformidad con lo prevenido en el reglamento, solicitamos de V. E. sesion estraordinaria para el dia de mañana, para tratar sobre si aun deben continuar las sesiones del Congreso con las nuevas ocurrencias de las provincias i otras circunstancias. Esperamos que tenga V. E. la bondad de citar para las diez de la mañana por la urjencia de la materia. "Dios guarde a V. E. muchos años. —Santiago i Mayo 13 de 1825. J. Vicente Ovalle. —Santiago Muñoz de Bezanilla. -Rafael Vicuña. —José María de Hurtado. —Nicolás Pradel. -J. Bernardo Cáceres. —Manuel Borgoño . —J. María de la Concha. —Francisco Calderón. —Santiago Antonio Pérez. —José María Novoa . —José Gregorio Meneses. —Manuel de Araos. —José Manuel Barros. —Señor Presidente del Congreso Nacional.
  2. "Santiago, Mayo 15 de 1825.—El mas alto encargo, el deber mas sagrado del Gobierno, es sostener el órden i la tranquilidad del país que se ha confiado a su cuidado. La horrorosa anarquía asoma desgraciadamente en este pueblo su espantosa cabeza, i el Cuerpo de Representantes, de donde debia partir el remedio, parece se halla contajiado de la epidemia de una parte de pueblo insolentado, cuando reunidos para conciliar los arbitrios análogos a nuestras tristes circunstancias, se desatan en improperios i sarcasmos que deshonrarían aun a la jente mas abyecta del país. Un insulto de esta naturaleza ha suspendido la sesión de hoi i la exaltación de pasiones manifiesta que se repetirían estos excesos cuantas ocasiones nos reuniésemos. "Anoche quedaron también ilusorios nuestros votos, porque una sección de tumultuados agolpados a la puerta del Congreso impedía con gritos escandalosos una madura deliberación, sin que sirviese la urden de la Representacion para que despejasen el patio i se contuviese en su asonada: sus respuestas fueron mas insolentes que sus acciones. "Las revoluciones, señor, son en su principio despreciables i de un remedio mui sencillo, cuando la autoridad es vijilante; pero un sopor inoportuno hunde al país en un abismo insondable de desgracias. La impunidad de los primeros excesos persuade a esos hombres inquietos que, invocando la soberanía del pueblo, pueden ajara ese pueblo en las personas de sus representantes. Roto este primer lazo, todo lo demás es ya un exceso consentido i autorizado. Nosotros faltaríamos a nuestros deberes sí omitiésemos ilustrar a V. E. en el verdadero estado del país, para que aplique las medidas convenientes, entretanto que los suscritores pasamos a nuestros comitentes una relación circunstanciada de estos escándalos i de los motivos que influyen en la falta de libertad que es manifiesta. "Dios guarde a V. E. muchos años. José Gregorio Meneses. —José María de la Concha. —J. María de Hurtado. —Santiago Muñoz de Bezanilla. —Nicolás Pradel. —Manuel de Araos. —Rafael Vicuña. —José María Novoa. —Joaquín Prieto. —Miguel Zañartu. —J. Manuel Borgoño . —Francisco Calderón. —José Vicente Ovalle. —Bernardo Cáceres. —Antonio Mendiburu. -Joaquín Campino. —José Antonio de Huici. —Manuel Merino. —Juan Manuel Arriagada. —Excmo. señor Supremo Director delegado don Francisco Ramón de Vicuña."