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SESION DE 24 DE SETIEMBRE DE 1829 399

la proposicion por quince sufrajios contra catorce que se decidieron por ti primero. Acto continuo se suspendió la sesión para dar lugar a que las Comisiones informaran.

Reunida de nuevo la Sala, se leyó el dictamen de aquellas i se puso inmediatamente en discusion. Despues de un considerable debate se pidió segunda discusión por el mismo señor autor de la mocion; por cuyo motivo se levantó la sesión, quedando citados los señores diputados a sesion estraordinaria para el dia siguiente a las siete de la noche con el objeto de tratar este mismo negocio. —CONCHA.


ANEXOS

Núm. 173

Ha aparecido en este dia un brulote, un papel incendiario impreso en Santiago con el título de El Sufragante, número 6. Su objeto es deshacer la Representación Nacional, anarquizar el país, i sembrar en él la muerte i la desolacion. Se aconseja la desobediencia, i en cada uno de sus períodos se tremola el estandarte de la insurreccion. Su autor, insultando atrozmente a la Representación Nacional, ha cometido el crimen de lesa patria, i el Congreso, a quien se ataca, no puede ser indiferente a tan alta ofensa. Esta es la reseña para la insurreccion que cierto partido medita tiempo hace, i que desgraciadamente se sostiene por algunos que debieran impugnarla. No hai en ellos tanto descaro que se avancen a aplaudir directamente el motín a que el papel conduce; pero lo hacen por medio de planes de evasión para que quede impune. Un patriota no puede mirar con indiferencia semejante exceso, i por tanto someto a la Sala el siguiente proyecto de decreto:

Artículo primero. El autor te El Sufragante número 6 ha cometido un crimen de lesa Nacion.

Art. 2.º Pásese, en consecuencia, el citado número a los Tribunales de Justicia para que juzguen a su autor conforme a las leyes.

Art. 3.º Comuniqúese a quienes corresponda. —Sala de sesiones, Valparaíso, 24 de Setiembre de 1829. —Francisco de Paula Fernández.

A las Comisiones de Gobierno i Justicia. —Arriaran, Pro-Secretario.


Núm. 174

(Articulo de El Sufragante, número 6, correspondiente al 22 de Setiembre de 1829 [1]

La peor de todas las desgracias que puede ocasionar a los pueblos un mal Gobierno, es el fomento de esa corrupción que poco a poco va haciendo perder el respeto a las leyes i a las autoridades, hasta llegar a pretender que se autoricen violaciones que por su naturaleza son las mas criminales. La conducta pública del que obtiene el Poder Supremo, es el modelo que regula la de los demás funcionarios hasta la del último subalterno. Por desgracia, el Gobierno del jeneral Pinto está demostrando palpablemente cuán poderosa es la influencia de los encargados de la administración pública, con respecto a su comportacion funcionaría, en las costumbres de todos los que desempeñan algun empleo. En los números anteriores se manifestó que las relaciones de que se hizo el jeneral Pinto en el tiempo de su Gobierno habian arruinado su crédito, i reducídolo a una incapacidad física de volver a rejir el país; pues esas mismas relaciones i la conducta de ese jeneral en aquel tiempo han conducido a la República a una situación tan peligrosa, cual no se ha visto en todo el tiempo de la revolucion.

Autorizando a sus amigos para cometer tropelías, alimentando sus aspiraciones con halagos i esperanzas, aleccionándoles en la escuela de la intriga, de la duplicidad i de la ambicion, i animándoles a todo con ofertas i promesas engañosas, ha llegado a hacerlos dueños de los destinos del país, superiores a las leyes, propietarios de la Representación Nacional, i árbitros de la tranquilidad pública. Su ejemplo ha contaminado hasta los últimos subalternos del poder, que ya hacen alarde de su desprecio a la lei i a la autoridad, i sus lecciones formaron de las Cámaras una mostruosa reunion de torpeza i de perversidad, en cuyo seno se ha hollado la Carta Constitucional, i se ha decretado irrevocablemente la ruina de la Patria. El espíritu de maniobras i de intrigas se ha difundido como epidemia entre los que ocupan las sillas de los representantes de la nacion, i les ha hecho prostituir la dignidad de sus encargos, ¡violarlos sagrados juramentos con que prometieron desempeñarlos fielmente, para satisfacer privadas pretensiones. Rompieron con descaro los sacrosantos vínculos que unian a los pueblos con el Gobierno, hicieron perder el prestijio a los poderes constituidos, han engañado a sus comitentes i puesto a la República en la terrible necesidad de sufrir de nuevo todas las turbulencias i riesgos que le ofrece el estado en que se halla de reasumir el ejercicio de su soberanía para hacer que se acaten i cumplan las leyes que a su nombre se dictaron.

Es imposible que el pueblo de Santiago vuelva a pasar un Diezíocho de Setiembre tan tenebroso como el último, en que parece que la amargura de su profundo descontento hubiese borrado la idea de las glorias que nos recuerda este memorable dia. A la alegría con que en los pasados años se ha celebrado el renacimiento político de los chilenos, se subrogó una tristeza espantosa, espresada en los semblantes, manifes

  1. Este artículo ha sido trascrito de un ejemplar de El Sufragante, que existe en la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)