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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXIII (1834-1836).djvu/427

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SESION DE 28 DE AGOSTO DE 1835

vencion desfavorable que ha difundido contra nosotros la resurrección del fanatismo, obra esclusiva del Ministro del Interior que, sin prestar ningún servicio a la causa de la relijion ni mejorar en nada el estado del culto, solo ha promovido las odiosas divisiones que la historia nos presenta en todos los tiempos en que se han ajitado cuestiones sobre esta materia. A la verdad, contrista el estado en que se halla el servicio de la iglesia de Chile, por la falta de pastores, no en el número sino en la calidad; porque si los sacerdotes que hai, fuesen capaces de desempeñar todos los ramos de su ministerio, i estuviesen distribuidos en la República conforme a los cánones, los fieles estarían mejor asistidos, i sería otra la influencia de la relijion en las costumbres. Nada importa que en Santiago se repitan esos encierros de nueve dias, reducidos a una mortificacion corporal i a un aturdimiento momentáneo, que no dejan mas utilidad que la lisonja de los que se ocupan en dirijirlos. El convencimiento es el correctivo de las costumbres; mas, las prácticas puramente ascéticas, ejecutadas por el terror, solo producen una impresion repentina, que se borra con la misma facilidad que las rayas formadas en la arena. El uso libre de la razon auxiliado por la moral, es el freno mas eficaz i permanente de las pasiones; pero el trastorno de ella por amenazas i castigos, no es mas que una represa que, reventando por alguna parte, se estiende por todas con impetuosidad.

El Ministro, que conoce esta materia como nadie, no ha dado ningún paso para mejorar su mal estado. Encargado de dirijir la educacion pública, de que es una parte la eclesiástica, solo ha procurado confiar ésta a sacerdotes, que aunque mui respetables por la dignidad con que mantienen su carácter, no deben estar fuera de la vijilancia del Gobierno, para impedir que contaminen a la juventud con los perjudiciales principios en que fundan su resistencia a reconocer el patronato nacional. El Ministro sabe mui bien el progreso que han hecho estas máximas en el tiempo que ha estado sirviendo su empleo, i no considerándolas todavía bastantemente difundidas para obtener el pase de ciertas bulas pontificias, ha convenido en diferir su presentacion; i conserva a la diócesis de Santiago sin obispo propio. El Ministro aparenta una gran circunspeccion en las providencias que libra sobre asuntos eclesiásticos; pero su conducta no indica mas que ardides para lograr sus miras o una reprensible neglijencia. Vamos a los hechos.

¿Qué resultado ha tenido la visita mandada hacer a la Catedral? ¿Por qué se ha demorado la provision del deanato i sus resultas? ¿Qué se espera para presentar las bulas del señor Vicuña? Estas interrogaciones dicen lo bastante para convencer al Ministro de que no puede engañarnos, i manifestar al público que no ha seguido el camino que debía para emprender las mejoras que reclama el estado del culto. Contraído a objetos mui secundarios, dirijidos espresamente a recomendar su persona, ha descuidado los intereses nacionales en el ramo mas importante. Ha obtenido para sí el título de relijioso, i los chilenos no pueden serlo por falta de pastores i de iglesias que en manera alguna ha procurado remediar. Toda su esperanza es el establecimiento de seminarios, como si éstos infundiesen vocacion i aquellas disposiciones que inclinan al hombre al estado eclesiástico. Testimonios tenemos de la inutilidad de semejantes casas, en la que exístía ántes con este nombre de que apénas se conocen tres o cuatro clérigos, miéntras que el antiguo convictorio de San Cárlos i el actual Instituto, destinados a la educacion profana, han producido un número considerable. La ereccion de los dos seminarios en Santiago i Concepcion, formará hombres instruidos en materias eclesiásticas; pero, con esto solo no se hacen verdaderos ministros del culto, porque esta calidad nace de la conviccion i de los sentimientos. El sacerdocio no es un arte mecánico que se aprende a fuerza de práctica, sino una virtud cultivada con las ciencias i la filosofía. Un sacerdote sin conocimiento del trato del mundo, recien salido de entre las paredes del seminario, es incapaz de dirijir las conciencias de la multitud, porque en su aislamiento no tiene ocasion de conocer ninguna de las modificaciones de la vida social. Al fin, un sacerdote obligado a serlo por la fuerza de la educacion, léjos de ser un consolador de las miserias humanas, será un perpétuo atormentador de la especie, como muchos de los que nos rijen, que intentan gobernar el mundo con Lárraga i Echarri.

Acaso por esto nos digan que somos herejes, que es el vituperio frecuente por esta especie de observaciones; poco nos importa el concepto que se forme de nosotros a este respecto, i suponiéndolo el mas desfavorable, prevenimos que sean cuales fueren las deducciones que se hagan de nuestra creencia relijiosa, los deberes de ciudadanos, las obligaciones de padres de familia i todos los vínculos que pueden ligar al hombre de bien, nos empeñan a sostener el culto de la relijion del Estado; mas, no bajo las fórmulas de la barbarie cristiana.

Aunque es cierto el cuadro que dibuja el Ministro, mucha parte de él podía haber sido reformada, si hubiese consagrado algunas horas a meditar los medios aparentes para ello. Las repetidas noticias de los desórdenes que cometen algunos curas del campo en la exaccion de los derechos, es un impulso que debía haber hecho al Ministro dictar algunas providencias reglamentarias para aliviar la suerte de esta multitud de infelices, que únicamente tienen párrocos para pagar contribuciones sin recibir de ellos la menor instruccion.

En Santiago hai abundancia de eclesiásticos,