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SESION DE 23 DE DICIEMBRE DE 1836

Comision de Hacienda, en las modificaciones hechas por el Senado al proyecto de lei adicional del Catastro, i se señaló para discusión jeneral, la que se verificó inmediatamente i fué aprobado en jeneral; con lo que se levantó la sesión, anunciándose para la inmediata la discusión particular del mismo asunto. — Jose Manuel de Astorga . Montt, diputado-secretario.




ANEXOS

Núm. 384

Conciudadanos del Senado i de la Cámara de Diputados:


Tengo que daros cuenta del mal éxito de los esfuerzos que hemos hecho para negociar con el Gobierno peruano una avenencia que asegurase la paz i buena armonía de la República de Chile con las del Perú i Bolivia.


Sin embargo de habérseme hecho proposiciones para entablar estas negociaciones en Santiago, creí que el lugar mas apropósito para que pudiesen continuarse sin interrupción i conducir en breve tiempo a un resultado definitivo, era la capital del Perú. Chile se presentaba en ella como actor, i podía suceder que no se hubiese previsto la naturaleza o la estension de nuestras demandas; que el Plenipotenciario peruano careciese, por consiguiente, de instrucciones para responder a nombre de su Gobierno sobre alguna de ellas; i que la necesidad de consultarle ocasionase demoras que hubieran empeorado mucho nuestra posicion, si (como todo, por desgiacia, lo anunciaba) el mal suceso de las negociaciones nos forzaba a recurrir a las armas. Si teneis presente la poca confianza que inspiraba un Gobierno que había roto la paz con un acto inaudito de perfidia; con cuya sinceridad en los tratos que iban a iniciarse hubiera sido insensatez contar; i que probablemente entraba en ellos con la sola mira de ganar tiempo, miéntras llegase el momento de hacernos la guerra con ventaja; no dudo que aprobareis la determinación que tomé de enviar a Lima un Ministro Plenipotenciario que, esponiendo directamente nuestras quejas al Gobierno peruano, obtuviese las reparaciones i seguridades competentes i que en caso de no alcanzarlas le intimase la guerra.


Tomé al mismo tiempo la resolución de enviar nuestra Escuadra a los mares peruanos. No era justo permitir que el Gobierno agresor aumentase i concentrase sus fuerzas navales a la sombra de aquellos tratos, i que reportase con ellos la ventaja de poder dar principio a las operaciones ofensivas, o mas bien de renovarlas, miéntras nosotros nos hallásemos todavía ignorantes del mal suceso de las negociaciones. Agregábase a esto la necesidad de dar a nuestro Ministro Plenipotenciario medios espeditos de comunicación con su Gobierno, i el peligro en que uno o dos buques de guerra se hubieran hallado de ser apresados por la Escuadra peruana, si aquella paz, tan dudosa i precaria, era seguida de la guerra.


Con el objeto de quitara esta medida todo lo que pudiera presentar de odioso, se hicieron aquí esplicaciones sobre su verdadero carácter al Encargado de Negocios de Bolivia. Pero no se contentó con esto el Gobierno. Nuestro Plenipotenciario llevaba entre sus instrucciones la de obviar el inconveniente de la presencia de la Escuadra, arreglando de común acuerdo los puntos a que deberían retirarse nuestros buques i la actitud en que habrían de permanecer los peruano; estipulando que entre la ruptura de las negociaciones i el principio de las hostilidades mediase un intervalo razonable; i allanándose a afianzar el cumplimiento de estos pactos con la garantía de todas o cualquiera dü las legaciones estranjeras residentes en Lima, o de los comandantes de buques de guerra estranjeros surtos en el Callao. Creo que no era posible llevar mas allá nuestras consideraciones al honor de un Gobierno, cuya conducta con el nuestro nada había sido ménos que decorosa i delicada. Sin embargo, no se quiso ni aun dar oidos a las proposiciones del Ministro chileno; no se le permitió ni aun entenderse de palabra con el de Relaciones Esteriores del Gobierno peruano; a la propuesta de condiciones recíprocas, se contestó exijiéndole una seguridad llana i sin condiciones, como preliminar a todo trato; i se le redujo a la dura alternativa de retirarse, como lo hizo, intimando, en conformidad a sus instrucciones, que se mirase como declarada la guerra.


Las copias impresas que os acompaño de las comunicaciones que mediaron sobre este asunto entre el jefe de la Escuadra i el gobernador del Callao i entre el Ministro Plenipotenciario chileno i el de Relaciones Esteriores del Perú, os darán a conocer que no pudieron ser mayores por nuestra parte ni la franqueza, ni el miramiento o lo que razonablemente podía esperarse de nosotros por consideración al honor del Gobierno peruano.


Luego que se supo en Santiago el desfavorable resultado de las negociaciones de Lima, intentó el Ministro Plenipotenciario del Perú entablarlas aquí, i dirijió a este efecto las notas de que acompaño copias manuscritas bajo los números 1 i 2. En la contestación del Ministro chileno de Relaciones Esteriores se accedió a esta proposicion, ise le dió noticia de lospuntos que indispensablemente, segunel juiciodel Gobierno de Chile, debían servir de base a la avenencia que solicitaba. Creo necesario llamar vuestra atención a cada uno de ellos, i no podré hacerlo sin recordaros algunos de los que ya han dado asunto a mis comunicaciones con vosotros.


El primero de estos puntos es una satisfacción por la violencia cometida en la persona de don