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CÁMARA DE DIPUTADOS

inadmisible, i que no puede admitirse sin mengua del honor nacional (segun se espresa El Araucano), no abandonan ni una sola de las pretensiones que el ejército espedicionario iba a sostener; i por temor de hacer homenaje a la Confederacion Perú-Boliviana, debemos empuñar el acero, i no dejarlo miéntras exista ese coloso de poder que, a nuestro juicio, sin la guerra ya estuviera sepultado en el olvido, quieren que para ser mas fuertes vamos a sembrar con nuestros cadáveres la tierra enemiga, que sacrifiquemos nuestros tesoros para ser mas poderosos, i en satisfaccion del honor, asegurar la ruina de dos Repúblicas nacientes.


¡¡Honor nacional!! ¡¡Interes público!! Divinidades sagradas para una República! En vez de vosotras presentan a Chile dos fantasmas. ¿No nos será permitido correr el velo que las cubre antes de prestarles nuestra adoracion i sacrificios?


Cubiertas de la oliva prosperan las naciones, a su sombra incrementa la industria, florecen las artes i encuentra su riqueza i bienestar cada ciudadano. Rodeada de laureles pereció Cartago, Roma le hizo sombra i prefirió ser su víctima. Tomamos, pues, de añadir una pájina de reprobacion i de escarmiento en la historia de los pueblos, i ántes de recurrir a las armas, agotemos todos los medios de reconciliacion con decoro. Recorramos de nuevo los tratados i veamos si ellos sean capaces de llenar este objeto.


Por el artículo 1.º se comprometen ámbas Repúblicas a olvidar sus quejas respectivas i abstenerse de toda reclamacion sobre lo ocurrido en el curso de las desavenencias, que han motivado la guerra actual i se ofrecen paz perpétua i amistad. ¿Cómo pretende El Araucano que no están comprendidas las desavenencias anteriores al Gobierno de la Confederacion? En cargos que no son de una evidencia positiva no es posible satisfacer de otro modo. Si esplicaciones de esta clase no fueran bastantes a acallar quejas como esas entre naciones, ¿donde encontraríamos la paz? Si Chile reclama el ajamiento de su Ministro, él encuentra cierta especie de satisfaccion, en la ignorancia que mostró el Gabinete del Perú, creyéndose facultado por la toma de sus buques, ántes de la declaracion de guerra.


En las injurias, mas que,en ninguna otra cosa, la intencion demarca el grado en que puedan estimarse. Ademas, que si para la toma de los buques no falta autoridad, para lo otro el Gobierno del Perú encontró ejemplos en Turquía, tanto peor para él si se asimila a los bárbaros. Si El Eco del protectorado se ha encarnizado constantemente contra el Gobierno de Chile, nuestros periódicos no se han descuidado por su parte, ni han tratado mejor al del Perú. Todos estos agravios i cuantos mas podamos añadir están comprendidos en el artículo 1.º, olvidando ámbos Estados recíprocas quejas para recuperar la paz.


Por el artículo 2.º, el Gobierno de la Confederacion reitera su protesta solemne de no haber jamas autorizado ningun acto ofensivo a la Independencia i tranquilidad de esta República, i esta protesta se hace mas efectiva por los artículos 7.º, 8.º i 13 comprometiéndose i adoptando por base de sus mútuas relaciones, la no intervencion en sus asuntos domésticos —no tomar las armas sin haber agotado ántes todos los medios de satisfaccion— i la fé i cumplimiento de estos compromisos se garantizan por una nacion neutra i poderosa como la Gran Bretaña ¿cómo es, pues, que Chile no recibe satisfaccion del agravio en que principalmente funda sus reclamaciones? ¿hai otra mas poderosa i fuerte que esa protesta tan positiva que hace el Gobierno del Perú de no pertenecerle el atentado de Freire? Dijimos en nuestro primer papel no queríamos juzgar la cuestion de hecho levantada a este respecto, sin embargo, no podemos escusarnos de indicar que lo desprovisto, estrafalario i desvalido de la espedicion de Freire hace inverosímil la participacion de Santa Cruz.


Por otra parte, cuando la Inglaterra i Norte América nos suministraron auxilios durante la guerra de la emancipacion i que la Francia del mismo modo procedió con los Estados Unidos, ni la España ni la Inglaterra creyeron esto un suficiente motivo de rompimiento.


El engrandecimiento de Santa Cruz no puede ser temido para Chile; si sus aspiraciones fuesen las que se le suponen, encontraría mas obstáculo que Bolívar e Iturbide; una nacion poderosa sirve de garantía, i mas que todo, el corazon de los chilenos; pues, si un escritor criado en la escuela de la infamia, cree posible que una parte de nosotros abra sus brazos al estranjero, es porque no conoce todavía el suelo donde pisa: jamas lo ha hollado pié sacrílego.


La comparacion que hace es ofensiva i la posibilidad que asienta es un ultraje.


La República Arjentina está ligada con nosotros, se replica. ¿Qué ha hecho hasta aquí la República de Buenos Aires para cumplir sus compromisos? ¿nos creemos obligados a sacrificar nuestros intereses por decretos i proclamas? ¿se ha negado acaso la Confederacion a suspender la guerra con las provincias unidas? ¿no debe procederse a un tratado entre estas dos naciones bajo los auspicios de Chile?


El Araucano toma el artículo 5.º como objeto de sus tiros ¿quien no vé que todas sus reflexiones son suposiciones gratuitas, pues falta que celebrar el tratado de comercio, i que miéntras tanto es injusto declarar la guerra, ántes de estar persuadidos que las intenciones del Gobierno Protectoral son hostiles a nuestro pais?


No vemos cual cláusula del tratado es perjudicial a Chile; a la verdad, no somos mas favorecidos que la otra parte contratante, pero no vemos por que podríamos pretenderla. La paz para que sea permanente, dice un ilustre publicista, ha de ser concebida en términos que ninguna