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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXIV (1835-1839).djvu/496

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CÁMARA DE DIPUTADOS

cubría a Chile de vergüenza i de un oprobio eterno, i en todos sus artículos no se veía mas que un vejámen inferido a la Nacion, una confesion de nuestra miseria i debilidad. Se imajinaban los festejos con que Santa Cruz celebraría su triunfo i la satisfaccion que su orgullo recibiría en habernos humillado.


Las pasiones populares se encendieron, el desenlace tan rápido i funesto de la espedicion, despertó el coraje, sacó a los espíritus del sopor en que yacían e inflamó nuestro orgullo. Todos ardían en deseos de trasportarse al Perú para combatir al Protector i recobrar la opinion de nuestra propia superioridad. El despecho cerraba los oidos al buen sentido, i no permitía otras resoluciones que las que aconseja la cólera i la venganza.


Impulsados por estos movimientos apasionados e irreflexivos, la indignacion a los tratados se estendió a sus autores, i se dedujo de que éstos eran delincuentes porque aquéllos aparecían desventajosos; i ya no se pensó en si eran el resultado de circunstancias imperiosas e inevitables.


Los espíritus despreocupados, los entendimientos sanos, no dejándose arrastrar de un vano despique, pensaban de un modo mui distinto, i no fueron sorprendidos por las paces de Paucarpata. Ellos vindicaban al señor Blanco, pero sus observaciones i sus reclamos se han sofocado por una multitud de libelos publicados para enconar las pasiones, desfogar los efectos mas despreciables i mezquinos, e inflamar el deseo de llevar adelante la guerra.


Se intentó persuadir que el mal éxito de la espedicion nacía de su mala direccion, i de la incapacidad de su Jeneral en Jefe. Este rumor, destinado a halagar la soberbia popular, se admitió con aplausos por las personas inespertas, por la multitud vocinglera, por los necios que se figuran capaces de invadir i conquistar el Universo, i por la turba interesada en lisonjear las miras de los mandatarios.


Desde entonces todos se creyeron autorizados para insultar al Jeneral Blanco i vituperar su conducta.


La ignorancia i la intriga han fulminado contra él sus anatemas, i han pensado abrumarle con los mas groseros insultos. Los atizadores de esta malhadada guerra, los primeros que concibieron i ordenaron el gran proyecto de libertar al Perú, han procurado difamarlo, incitando la zaña de escritores que no saben decir mas que ultrajes, i que hacen profesion de servir de instrumentos a las ajenas pasiones. Haciendo recaer sobre el Jeneral Blanco toda la responsabilidad de esta aciaga empresa, han ideado responder a los justos cargos que pudiera hacer la Nacion, elocuentemente a los que imprudentemente nos hicieron aventurar en una espedicion mal dispuesta i mal equipada, la sangre chilena i el lustre de nuestras armas; a los que, divulgando noticias falsas sobre la situacion política i moral del Perú i Bolivia, han hecho perder a Chile toda su respetabilidad, agotando las entradas de nuestro Erario Público, empobreciendo la agricultura i atrasando el comercio i las artes.


Soberbios i arrogantes, juzgan su conducta libre de todo reproche, que sólo faltó una cabeza para realizar sus determinaciones, i piensan quedar a cubierto de toda acusacion con poner por delante al Jeneral Blanco. La vanidad, la ingratitud i el concurso de todas las pasiones mas rastreras i soeces, se han alzado para denigrarlo, i, a tanto llega su infortunio, que la crueldad de las circunstancias lo condena a despertar contra él todos los sentimientos personales i a enmudecer los jenerosos.


Seducidos por ilusiones, nuestras esperanzas abrazaban la caida del Protector i el triunfo completo de nuestro ejército. No correspondiendo el resultado a un objeto tan magnífico, una venda ha cubierto nuestra vista para no ver en los tratados de Paucarpata mas que ignominia i confusion. En verdad que la Nacion chilena, despues de haberse presentado al frente de las Repúblicas para vindicar sus agravios, volver la soberanía a una nacion esclava i destruir una confederacion que había dado muestras de ambicion; en verdad, que despues de haber aparecido con este carácter de grandeza i dignidad, no podía someterse a las condiciones de su enemigo, sin confesar la audacia de sus proyectos.


Esto es, principalmente, lo que nos ha sucedido i el desenlace inesperado e infructuoso de nuestra tentativa, burlando los planes mas halagüeños, los pensamientos mas gloriosos, ha herido de frente el amor propio de los que tan fácilmente se deslumbraron por tan risueñas fantasías. La distancia i el contraste entre sus jigantescas esperanzas i las condiciones de los tratados, es el peor enemigo que éstos pueden tener. Ellos no pueden tolerar que una espedicion que ha costado privaciones i sacrificios de toda clase, que ofrecía a su parecer una suma inmensa de bienes, i colocaba a sus promotores en la lista de los primeros políticos i hombres de Estado, no haya producido otro fruto que males reales i probar su imprevision i ceguedad.


Ellos quieren luchar contra la fortuna, i por no aparecer inconsecuentes i precipitados desprecian los consejos del tiempo i de la sabiduría, i prefieren la pobreza i correr todos los azares i males de la guerra. Estos son los motivos porque se miran con horror los tratados, porque les dan el colorido de ignominiosos i se vilipendia al Jeneral Blanco.


Todos anunciaban un trájico fin a nuestras armas, si no las apoyaba el patriotismo de las del Perú, i si no se verificó esta cooperacion tan decantada, ¿por qué nos admiramos al ver las paces de Paucarpata? ¿No diremos, mas bien, que esta sorpresa es una hipocresía estudiada para encubrir una combinacion falsa, i la pertinacia i obs