Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXIV (1835-1839).djvu/500

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
496
CÁMARA DE DIPUTADOS

mas fácil i ménos espuesta. Este partido lo aconsejaba la prudencia i la disciplina, i el denuedo del soldado chileno podía darle una victoria decisiva i gloriosa. Fallaron sus cálculos. Santa Cruz no sale de sus trincheras, no quiere librar su suerte en la inconstancia de las armas, i, entre tanto, nuestra situacion empeora.


En este estado, el enemigo nos solicita i nos ofrece la oliva de la paz. ¿No era, pues, un deber del Jeneral el aceptarla i para nosotros alegrarnos de ver a nuestros defensores libres de un peligro inminente en que los había precipitado el engaño i la inconsideracion?


Pero algunos parecen irritados con la salvacion de nuestros soldados; quisieran que hubiesen perecido i denigran al Jeneral Blanco porque, distante de tan innobles sentimientos, no ha vuelto victorioso o vencido. Otros principios guiaban a la República de Roma. Esta refrenaba todo lo que podía desalentar las virtudes públicas i el patriotismo, i fomentaba en los ciudadanos la noble ambicion de servir a la Patria i engrandecerla. Estas máximas la hicieron induljente respecto de las faltas de sus Jenerales i no castigaba los reveses involuntarios.


La grandeza de los romanos casi naufragó en la batalla de Canas, i Varro que, por su elacion, causó una pérdida de tanta magnitud, presentándose en Roma despues de su derrota, no le aguardan castigos sino que el pueblo romano i a su cabeza el Senado, salen a recibirlo en triunfo a las puertas de la ciudad, solo porque no había desesperado de la salud de la República. Cartago, su competidora, modelaba su conducta segun los principios de la mas negra ingratitud. Ella preparaba suplicios a los Jenerales que habían padecido alguna derrota, i éstos, ántes de volver a su Patria, preferían quitarse la vida: así Cartago se privaba de sus mas ilustres ciudadanos. Roma i Cartago fueron enemigos i el triunfo se declaró por la primera. Los resultados justifican la política de Roma i reprueban la de Cartago.


Yo no cito estos ejemplos para implorar en favor del Jeneral una gracia que no necesita, sino para que nos avergüence el contraste que formamos en el modo de conducirnos respecto de nuestros Jenerales con la primera República del Mundo.


Pero el Jeneral Blanco va a ser juzgado por un Consejo de Guerra, i este juicio descorrerá el velo que ha tendido el artificio i el engaño. La virtud i el mérito de los sujetos que componen el Consejo no se dejará gobernar por sujestiones pérfidas, por intereses parciales i por movimientos apasionados.


El buen sentido i la equidad dictarán su voto i no el deseo de complacer las pasiones malévolas i rencorosas. Antes de pronunciar su fallo, recordará las privaciones de la carrera militar, su sacrificio i total abandono por su Patria. Recordará que los laureles que coronan las sienes del guerrero victorioso encantan i admiran; pero que tambien el mas pequeño contraste los empaña i marchita, i temerá contribuir a esta injusticia. Tendrá presente a sus compañeros que han vuelto felizmente con vida del Perú; mirará que la Patria se alegra de ver en su seno a los defensores que consideró perdidos i que todavía existen para consagrarse a su dicha; i por último, pensarán que la sentencia que pronuncie decidirá de sus destinos i será la norma por la que algun dia el mismo quizas ha de ser juzgado.


Santiago, Febrero 2 de 1838.