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GRAN CONVENCION


ANEXOS

Núm. 10 [1]


Un proyecto de reforma a la parte 6.ª del artículo 83 de nuestra constitucion

Este artículo que indispensablemente ha de mover pasiones nobles i tambien viles intereses, exijia tratarse con mas estension de lo que permite un periódico. Siendo inmensas sus relaciones con la causa pública, es mui difícil tocarlas de una vez, para presentar el conjunto de una manéra fundamental i capaz de un pleno convencimiento. Sin embargo de este inconveniente, haremos por partes lo que nos sea posible interesándonos en este trabajo nada mas que la tranquilidad de nuestra patria.

En todas las administraciones pasadas hasta la del señor Vicuña inclusive, hemos considerado la fuerza física como el principal apoyo de los Gobiernos, sin querer convencernos, a pesar de la esperiencia, que es el engaño mas funesto en el sistema representativo cuando se les considera aisladamente i sin la ayuda de los otros resortes que la someten irresistiblemente al querer de la mayoría de una nacion, sea para destruir una administracion viciosa, o sostener la buena. Cuando existe una oposicion pública, firme, cimentada en bases sólidas, hallándose los intereses particulares ligados al jeneral, i todas las veces que las instituciones dan consistencia a la fuerza moral i milicias nacionales, ¿qué es un ejército permanente, por numeroso que sea, i cuál su poder? Ninguno absolutamente: obedece en silencio a la voluntad pública, o hace lo que ella manda sin resistencia. Cualesquiera ajitaciones son contenidas por un peso formidable, que es el de la opinion pública, siempre victoriosa, jamás vencida. A este propósito ha dicho mui sabiamente Mr. D'Pradt que el soldado bajo su morrion tiene una alma racional, i dentro de su coraza palpita un corazon patriota. La justicia, la libertad i la razon se comunican a todos los hombres. El militar, por su profesion, no ha renunciado a la virtud, ni ha podido hacerse ciego partidario del crimen. De aquí proviene que la opinion pública se introduce por mil conductos en la fuerza física para dominarla, i entonces es infalible su triunfo. Mas ¿cuándo tendrá lugar en Chile este enlace necesario? ¿Cómo formar la milicia nacional, sin que vuelva las armas contra su Gobierno? ¿Cuáles son los manantiales de la opinion i cómo se incrementa su fuerza vigorosa? No nos engañemos: sin ilustracion jeneralizada, sin la actividad de la industria, sin la riqueza que da goces, crea intereses, i sin una gran dosis de espíritu público no habrá opinion. Por ahora existe, aunque no tan poderosa como la querríamos, para contrabalancear el poder de la fuerza armada, para contenerla en sus límites i que sea la seguridad i la defensa del Gobierno.

Nos dirán, sin duda, que nuestro ejército es hoi dia compuesto de jefes chilenos, virtuosos i patriotas, gracias a que la opinion pública se ha pronunciado por éstos i contra todo estranjero desde que el recomendable diputado de Lautaro en el Congreso de 826 hizo la mocion para que solo chilenos naturales pudiesen mandar nuestros cuerpos de línea; que sus oficiales decentes, morales i bien educados, pertenecen a la nacion, i que ésta se interesará en conservarlo, como aquél en defenderla. ¿I no buscaremos para una nacion otras garantías que las calidades personales? La política nos aconseja prepararlas en las instituciones, formarlas por ellas i conservarlas segun ellas. Es necesario no perder jamás de vista que los hombres tienen pasiones, i que son susceptibles de variaciones diferentes a que un Estado no ha de estar espuesto, colocándolo siempre al abrigo de consecuencias funestas. Solo la opinion pública, creada i fomentada por todos los medios que posible sea, es una garantía de la estabilidad de los Gobiernos. No existiendo aquélla, ¿quién contiene la audacia de un ambicioso, la traicion de un oficial descontento, o el motin de un sarjento malvado? Si por desgracia tal sucediera, ¿no hallaría prosélitos en demagogos de talento i valor quizá, promotores del desorden, i en una poblacion pobre, propensa a las conmociones que secundaria sus planes? En donde no hai fuerza moral capaz de resistir i de otra parte mui dispuesta a estraviarse, ¿qué podrá suceder? La guerra civil, la anarquía, i todo el horror terrificante que le sigue. Donde faltan luces, no puede menos que obrar la seducción con buen éxito arrebatando a un pueblo cuyos intereses no conoce; donde hai pobreza, la revolucion halaga las esperanzas, un fuerte deseo hace obrar en favor de ella; i donde la máquina política carece de sus resortes esenciales en mutua accion i reaccion, todo se halla espuesto a confundirse sin remedio.

Aun se nos puede decir que Chile ha probado que ya posee una fuerza moral por los acontecimientos del año de 1829, en que se pronunció de una manera digna i absolutamente necesaria en favor de la buena causa. Ciertamente que fué así: la opinion pública obró demasiado; mas discurriendo imparcialmente, aquellos sucesos fueron la obra de las asambleas de Concepcion i Maule, con la proteccion del virtuoso ejército del Sur. Sin el heroico sacrificio del jeneral que lo mandaba, sin su estraordinaria actividad, su saber i combinaciones felices, no estuviéramos hoi dia gozando de los bienes que nos hace la actual administracion. Con un poco de tiempo que hubieran tomado el ex Presidente Vicuña i las Cámaras refractarias de la Constitucion para

  1. Publicado en la sección "Remitidos" de El Mercurio, tomo 6.°, núms. 124 i 125 de 25 i 26 de Noviembre de 1831. —(Nota del Recopilador).