i mandato aplicada a los diputados de un ▼Congreso Nacional, i sobre lo cual pudiéramos estendernos patentizando terribles consecuencias, concluiremos citando en confirmacion de todo lo dicho, a uno de los políticos mayores que ha tenido la nacion madre fecunda de ellos, al inmortal Burke, hablando a los electores de Bristol que lo habian nombrado miembro del parlamento i querian darle instrucciones para su conducta: —"Debe un representante sacrificar su reposo, sus placeres i sus satisfacciones a las de sus comitentes, i sobre todo, siempre i en todos casos, preferir el interés de ellos al suyo propio; pero a ningun hombre, a ninguna sociedad de hombres debe sacrificar su imparcial opinion, su maduro juicio i su conciencia ilustrada. Estas cosas no las recibió de vuestra gracia, le están confiadas por la Providencia, a la que debe responder estrictamente del abuso que de ellas haga. Si el Gobierno fuere materia de voluntad bajo algun respecto, la vuestra debería ser sin duda preferente; pero el Gobierno i la lejíslacion son materias de raciocinio: ¿i qué clase de razon es aquella en que la determinacion precede a la discusion, en que una clase de hombres delibera i otra decide, i en que los que forman la decision están, quizá, distantes trescientas millas de los que oyen los argumentos? Todo hombre tiene derecho a dar su opinion, i la de los comitentes es grave, respetable, i el representante debe siempre oirla con aprecio, examinarla sériamente. Pero instrucciones autoritativas i mandatos que el representante esté obligado a obedecer ciegamente, a votar por ellos i defenderlos, aunque sean contrarios a la mas clara conviccion de su juicio i conciencia, son cosas del todo desconocidas i que nacen de equivocar i trastornar el órden de la Constitucion. El parlamento no es un Congreso de embajadores de diferentes i enemigas naciones, cuyos intereses debe defender cada uno como ajente i abogado, contra los otros ajentes i abogados: el parlamento es una asamblea deliberante de una nacion, con un solo interés, que es el del todo, i en donde las miras i pretensiones locales no deben servir de guia, sino el bien jeneral que resulta de la razon del todo. Es cierto que vosotros escojeis al representante; pero ya elejido no es un miembro de Bristol, sino un miembro del parlamento. Si el lugar constituyente tuviese un interés o formase una opinion precipitada, evidentemente opuesta al verdadero bien de la comunidad, el representante por aquel lugar debe estar tan distante como cualquiera otro de procurar que tenga efecto."
Supuestas estas verdades, i desvanecido el pernicioso equívoco, pasemos a hacer dos observaciones a los alegadores de la opinion pública, que, segun ellos, se ha pronunciado por anticipar la reforma de nuestra Constitucion.
La primera i principal es que aun cuando sea posible que haya verdadera ▼opinion pública sobre una medida notoriamente injusta i contraria a los principios eternos de equidad i razon, no solo no puede el diputado sujetarse a la tal opinion i votarla, sino que tiene obligacion estrechísima de contrarrestarla, so pena de cometer un crímen ante Dios i ser traidor a sus mismos seducidos comitentes, quienes, tarde o temprano, le detestarán i le harán sufrir la pena de su criminal condescendencia. Esta verdad no ecesita mucho apoyo: Dios debe ser obedecido primero que los hombres; ningun mandamiento injusto merece el nombre de tal, ni debe ser obedecido: de éstas i semejantes máximas están llenas las escrituras santas, los padres i los filósofos moralistas i políticos. Pues si en cosas injustas no debe ser obedecido ni el que puede mandar ¿cómo lo debe ser la opinion pública, que, segun se ha demostrado, no debe ser regla obligatoria de un diputado? La preocupacion, dice Bentham, puede ser escusa para el vulgo, mas no para los hombres públicos: ella, por lo menos, no los podria justificar cuando sea fuente u ocasion de errores; i ya advierte el mismo profundo político lo que sucede en esos alegatos de opinion pública:—"Se llega, dice él, hasta substraer las medidas del exámen; i lo que comienza a probar la mala fé es que tratan de sostenerla con todo el poder e influjo del Gobierno."
La segunda es que si la opinion pública está por una medida que, aunque no sea absolutamente contraria a los principios inmutables de la razon i justicia, crea o conozca el representante que ha de ser perjudicial a la nacion por algun lado, no la debe aprobar sino ántes resistirla. Para esto fué elejido: su obligacion es examinar i resolver solamente lo que pueda conducir al bien comun i a la tranquilidad de la República: no ha de responder a Dios ni a los hombres con el ajeno juicio, sino con el propio; i debe decir a los alegadores de la opinion pública contraria lo que Valentiniano al ejército que lo acababa de elejir Emperador i le exijia asociarse a Valente en el imperio: Vestrum fuit, o milites, cum imperator nullus es sel, imperii mihi habenas tradere; sed postquam illud suscepi, meum deinceps, non vestrum est publicis rebus prospicere. Mas volvamos al asunto principal de que ha sido preciso separarnos.
Mientras mas medito, señores, en los males espantosos que abrumarian al país si se lograse el plan de reforma de nuestra Constitucion, mas me horroriza el cuadro triste que se presenta a mis ojos, pues que quedaria un jérmen fecundo para reacciones i revoluciones de toda especie, atendidas las circunstancias en que hoi se encuentra la República; i no seria difícil demostrar con una evidencia matemática que cabalmente los flancos por donde se ataca a la Constitucion, o mas bien los defectos que se le imputan, nacen de la inexacta observancia que ha habido de ella, como se ha dicho.
Halagar a las provincias con la inalterable tranquilidad de un riguroso centralismo, i de la