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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXI (1831-1833).djvu/25

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prosperidad que en él se disfrutaria, es un engaño mui fácil de percibir con solo notar que si se les obliga hoi a disolver sus Asambleas encargadas de su réjimen interior i quitar a los cabildos la facultad de nombrar a sus gobernadores, sujetándolas hasta para lo mas económico a un poder central, que jamás puede tener los conocimientos necesarios del interior de ellas, quedaria un furioso resentimiento, i un partido poderoso que a cada momento estaria haciendo tentativas mas o menos combinadas, pero siempre enérjícas i decididas para restablecer la Constitucion. Con estos repetidos sacudimientos tendrian al país en una continua revolucion i se darian motivos de desconfianza a los pueblos anticipándoles la reforma de una Constitucion que habian jurado con libertad, i que acababan de restablecer a fuerza de innumerables sacrificios; porque es preciso persuadirse que las Constituciones de las naciones tienen, por decirlo así, cien cabezas, que si hoi pierden una, mañana aparecen con otra.

A los amigos de la nuestra les seria fácil combinar los planes de sus pronunciamientos, que solo se reducirian a impedir cualquiera reforma hasta el año 36 señalado para la reunion de la Gran Convencion. ¿No se ha visto tan recientemente la gloriosa revolucion que ha ajitado a la Francia, i cuyo ejemplo debe hacer temblar a los tiranos, por solo haber querido Carlos X introducir una reforma en la Carta? ¿I no vemos a las Repúblicas de Colombia, Méjico, Centro América i Buenos Aires, envueltas en continuas revoluciones, las unas por reformar sus pactos, i las otras por variar la forma de sus Gobiernos? Por otra parte ¿quién es tan estúpido que no conozca que si el presente Congreso Constitucional ha tenido facultad para adelantar la época de la reforma de nuestra Constitucion, el que le suceda no hará lo mismo? ¿O queremos acaso que se haga del código chileno lo que el pueblo de Atenas hacia con las estatuas de Demetrio que habia mandado levantar a mucha costa, para derribarlas hoi i reponerlas de nuevo mañana?

Atacar el pacto, o quererlo hacer la causa de nuestros males malicia o ignorancia Por ahora lo que nos importa es gobernarnos segun él; que el actual Congreso se ocupe en dictar las leyes reglamentarias, i espresar la época constitucional para su reforma, pues cualquiera innovacion en las fuertes circunstancias no haría otra cosa que arrojar el guante en la República: los desorganizadores, los malcontentos i los que piensan hacer su fortuna en las revueltas, aceptarán con gusto el desafío, i la palestra vendria a ser nuestra desgraciada patria, donde tendríamos que ver repetidas las sangrientas escenas de Ochagavía i Lircai. Seamos mas consecuentes con nosotros mismos: tráigase a la vista la acta jurada solemnemente por el señor jeneral i jefes del ejército del Sud en la ciudad de Chillan el 9 de Octubre de 1829; recuérdese que don Ramón Freire sublevó una parte del ejército de la República a pretesto de que las provincias de Concepcion i el Maule intentaban despedazar la Constitucion, porque habian reasumido su soberanía, como lo acreditan sus proclamas publicadas en Valparaíso i Coquimbo, i convengamos que es un deber de comprobar ante el mundo entero que tanto aquellas provincias como las demás que componen la República, levantaron un grito de indignacion contra semejante pronunciamiento i contra las Cámaras refractarias de 1829 para restablecer el imperio de nuestra Constitucion.

Estas sencillas i claras reflexiones son bastantes para que aun los menos avisados no se dejen sorprender con la perspectiva que se les ofrece por los reformadores de la inalterable tranquilidad que se disfrutaría en un riguroso centralismo. Si estos apóstoles la desearan de veras, habrian desistido de tan temeraria empresa, considerando el cúmulo de males que preparan a su patria i el descontento vergonzoso en que caeremos ante la Europa, que esperando de nosotros una juiciosa conducta, ve que volvemos a nuevas revoluciones. Así se alejará la esperanza de vernos consolidados: el comercio se retirará de nuestros puertos: los ingresos del Erario desaparecerán: las escaseces públicas aumentarán; i los impuestos cargarán sobre los inocentes pueblos.

Concluyo, señores, aunque no con la profundidad que merece tratarse la materia, al menos en cuanto lo permiten mis escasos conocimiento; para manifestar mi opinion; repitiendo las mismas palabras que pronunció el señor jeneral Prieto en la sala del Congreso de 828 al tiempo de estampar su firma en nuestra Carta:

Que en la estricta observancia del Código Constitucional que acababa de sancionarse, reconocia el bien para todos sus compatriotas i el mayor bien para su patria.

R. B.

Santiago, Octubre 13 de 1831.


Num. 12 [1]

Se quejan nuestros lectores de que algunas veces se publique este periódico sin el artículo de su título, porque a la verdad tienen mas interés en los negocios del interior que en los del esterior. Mas no siempre se proporcionan materias que merezcan publicarse, ni es posible satisfacer los deseos de todos. Nuestro objeto no ha sido jamás el de ocuparnos en pequeñeces sino en aquellas cosas que puedan alterar la tranquilidad pública, o desconcertar la marcha del Gobierno. Hemos procurado elejir asuntos sobre cuya certeza no se puedan excitar dudas, i por el temor



  1. Editorial de El Araucano, número 66, del 17 de Diciembre de 1831. —(Nota del Recopilador.)