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CÁMARA DE SENADORES


Núm. 206

Excmo. Señor Presidente de la República:

Don Manuel Manzo, ante V. E., con el mayor respeto parezco, i digo: que estoi informado haber pasado el Congreso Nacional al Supremo Gobierno Ejecutivo, una lei relativa a las jubilaciones que deben obtener los empleados en el servicio del Estado, i creyéndome yo comprendido en ella, recurro a V. E. para que, vistos i examinados los documentos que presento, se sirva concederme la jubilacion que solicito.

Aunque no tenía necesidad de presentar el espediente que seguí en tiempo del Gobierno español con igual objeto que ahora lo hago a V. E., todavía me ha parecido conveniente ponerlo en sus manos; íntimamente persuadido de la ilustracion, rectitud i justificacion con que el Gobierno del dia espide todos los asuntos de su resorte e incumbencia.

Entre otras muchas razones que me han decidido a hacer la voluntaria manifestacion de dicho espediente, es la primera hacer ver que en todos tiempos no he sido un ocioso, i que he desempeñado con honradez i hombría de bien lo que se ha puesto a mi cargo; es la segunda, dar una prueba de no haber sido nunca contrario i mucho menos un enemigo de mi Patria; pués, cualquiera cosa que hubiese hecho contra ésta i en servicio de sus enemigos, no solo lo espondría en mi representacion sino que lo ponderaría hasta las nubes, como es costumbre en tales casos; es la tercera, poner a la vista las relaciones que yo tenía en la Península cuando principió la revolucion en Chile i tambien una renta vitalicia de nueve mil reales en el fondo perdido, cuyos documentos orijinales existen en mi poder; en cuyas circunstancias i caso talvéz no habría ningun chileno; todo lo que en cierto modo hace a mi favor para no haberme manifestado desde luego, i con gran publicidad un patriota desaforado. V. E. pesará estas razones i no dejará de estar convencido de que a los hombres no se les deben pedir heroicidades, i que solo buscándolos por sus intereses se les encuentra. I la cuarta razon es desengañar a muchos sujetos que atribuyeron a puro godismo la renuncia que hice de mi empleo, poco tiempo después que el jeneral San Martin entró en este país, la que no fué admitida; ignorando aquéllos sin duda que en el año anterior ya no estaba yo en aptitud de poder desempeñar un destino laborioso i de responsabilidad; por lo que tenía pedida mi jubilacion al Rei.

Cosa mui fácil me habría sido desmembrar de este espediente todo lo que me hubiese parecido no convenir para mi actual solicitud i dejar lo que me podría aprovechar; pero, he preferido mostrarme al Supremo Gobierno tal cual ha sido en todos tiempos mi conducta i manejo; i si en esto he cometido un error, suplico a V. E. me lo dispense.

Tambien parece no solo conveniente sino aun necesario manifestar al Supremo Gobierno lo que previene la lei de jubilaciones; esto es, que los empleados civiles que hubiesen desempeñado bien i cumplidamente las obligaciones de sus destinos i se imposibilitaren para continuar en el servicio, podrán tener derecho a solicitar esta gracia; i no podría yo verificar de otra manera mis buenos servicios que hice en los catorce primeros años que serví al Gobierno español, no siendo por el espediente presentado.

Ahora paso a hacer presente a V. E. que los siete i medio años restantes hasta veintiuno i medio que llegan mis servicios, siempre en el mismo empleo i sin la menor interrupcion, con el propio sueldo de tres mil pesos, los he servido con igual empeño, celo, pureza, fidelidad i honradez que los catorce anteriores, lo que consta en el certificado de la Comision de Cuentas que se acompaña, por lo respectivo al tiempo que estuve empleado.

Desde el año de 1810, que principió el Gobierno patrio en Chile, sin faltar a las obligaciones de mi destino, desempeñé varias comisiones i encargos que aquél puso a mi cuidado. Tales fueron la concurrencia al Ilustre Cabildo como auxiliar para diferentes asuntos que no eran peculiares de esta Corporacion. Fui tambien nombrado en consorcio de don Juan Egaña, don Francisco Tagle, el Rector del Instituto i doctor Mancheño, para entender en diferentes objetos de beneficencia pública. Tuve encargo del Gobierno de hacer un informe en el que demostré la utilidad i necesidad de abrir el comercio libre a todas las Naciones a pesar de los obstáculos que había que vencer para el logro de esta empresa, por lo que la Junta Gubernativa de entonces me mandó llamar para darme las gracias.

En los estatutos impresos para la Sociedad Económica de Amigos del País, consta que por el Gobierno fui nombrado Vice-Presidente de este nuevo establecimiento el año de 1813.

En el mismo fui encargado por la Autoridad Ejecutiva, de formar un reglamento para el libre comercio, que se imprimió en el propio año. Finalmente, tuve el honor de ser nombrado vocal de la Junta Gubernativa de Chile, en donde permanecí mui poco tiempo, porque, viendo que no podía hacer ningun bien a mi Patria i que me esponía a perder el buen concepto que tenía entre las jentes de juicio i probidad, hice mi renuncia. Los dos certificados de la Aduana, que se acompañan, tienen relacion a estos dos servicios.

Podrá talvéz decir alguno que ¿cómo estos méritos no fueron premiados por el jeneral Ossorio con la isla de Juan Fernández? A lo que se responde, que mi carácter franco, popular i servicial acompañado siempre de honradez i hombría de bien, encuentra en todas partes i en todos los sistemas amigos i protectores que lo sirvan i lo defiendan cuando se vé en algun apuro. Por esta misma razon, me he granjeado la estimacion