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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXI (1831-1833).djvu/577

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SESION EN 27 DE SETIEMBRE DE 1833

Nacion -los sucesos caminan a paso acelerado —veremos.

Ellas se hermanan mui bien con estas otras de El Mercurio Peruano de 6 del presente: Conspiracion tramada en favor del Jeneral O'Higgins —tono misterioso —Zenteno que no se ha prostituido como otros ni ha olvidado los deberes de la gratitud —un plan trazado por los hombres mas marcantes —depositar en su mano la suerte de la República —proyecto que existía i que existe i que existirá hasta su consumación —la Nacion entera llama a O'Higgins como el único que puede emanciparla —yugo afrentoso que la agobia —degradación que la contamina —ilustrada administracion —O'Higgins es un peso para los chilenos honrados —acusacion de negra ingratitud —reo la inmensa mayoría de la Nacion —el fundador de la libertad chilena —aseguran con datos infalibles —dos chilenos. Mora se ha confesado autor de éstas por un soneto que me dirijió sobre su firma en su Mercurio del 13. El no pudo negarlo. Se vió de cuerpo entero en mi Alcance i en su frenético despecho reconoció las últimas. Luego si son hermanas él es el lejítimo padre de unas i otras.

He aquí, señores Editores, lo que vuestros corresponsales no conocieron al escribiros, i por esto sin advertirlo, proporcionaron a ese antipático de la felicidad americana nuevo motivo de ejercitar su constante empeño en dividirnos. ¿Qué interés tienen vuestros corresponsales ni qué les va ni les viene en la felicidad o infelicidad de los indíjenas de esta República? ¿Salen acaso a su defensa por equidad o conmiseracion? ¿Les mueve a esta empresa algun principio filosófico? ¿Pagan ellos ni un maravedi de la contribucion que dicen horrorosa? ¿Los indíjenas les han nombrado sus curadores? ¿No elijen tambien al Congreso sus Diputados, que deben interesarse en el alivio de su suerte, si es desgraciada? ¿No es únicamente a esa Augusta Corporacion a quien corresponde determinar lo conveniente en la materia? ¿I si es así, como lo es en realidad, porqué increpar a la administracion la existencia de los males aun cuando sea cierto que los naturales los sufran? Si es verdad que el señor Ministro Pando, en su memoria a las Cámaras de 1831, hizo presente el monto de la exhibicion, este era su deber, como el de ellas disminuirlo si era excesivo, i si podía hacerse sin perjuicio de mayores males.

Si de nada vale a la situacion actual de la clase que vuestros corresponsales llaman abyecta, el recuerdo de la sabiduría de sus instituciones al tiempo de la conquista, qué les importa, ni en qué les ofende la comparacion con la desnudez del suelo chileno?

La jeneracion actual nada tiene de comun con los araucanos. Desde la conquista hasta lo presente, no han sido ni son otra cosa que una horda de facinerosos, vagabundos, indomesticables, oríjen de muchos males. En la revolucion han auxiliado mas bien a los realistas que a nosotros. Ellos son el receptáculo de todos los malvados que se acojen a sus tolderías para invadir i robar al pacífico labrador i demás honrados ciudadanos que padecen las desgracias de tenerlos por vecinos. Tambien son la causa principal de que se conserven en la República tropas veteranas para acometer a los Gobiernos i turbar la tranquilidad, cuando se les antoja. Si no fuera por eso, ya talvéz se habrían despedido. Concluida la guerra de la Independencia no tienen laureles que segar; i nos libraríamos de la nota de injuriosos a la dignidad de la especie humana, apareciendo como creyentes de que no puede haber quietud en la sociedad sin mercenarios.

Ved ahí los bienes que nos resultan de los que vuestros corresponsales llaman héroes, cuyos hechos son i serán monumentos de gloriosa memoria, en su sentir! No hai tales héroes. Sin virtudes no hai libertad, i sin libertad, no hai heroicidad. Los bárbaros feroces no las tienen ni pueden considerarse de otro modo que como unos salteadores incorrejibles. Sobre todo, dígase lo que se quiera, al tiempo de la conquista todos los indios desde el Cabo de Hornos hasta el Mechasebe, no eran sino miserables, imbéciles. Unos creían que las lentejas eran viruelas, i otros que el jinete i el caballo eran una misma persona, etc., etc. Si después algunas tribus han mejorado su condicion, los araucanos i los charruas parece que la han empeorado por su constante disposicion a los crímenes.

Si Ercilla, por ejercitar su musa, pintó a algunos como héroes, no es tiempo ya de acordarse de ellos. Nuestra gloriosa revolucion nos ha proporcionado entre nuestros conciudadanos, hombres verdaderamente dignos de ese glorioso i honorífico título.

Engolfados vuestros corresponsales en las maravillas de sus héroes araucanos, no reparan en las injurias que vierten tan injustamente contra esta República. Ellos dicen: "El Perú dió soldados a los tiranos para oprimir a Chile". ¿Cuándo ha dado el Perú esos soldados? ¿Ignoráis que los peruanos deploraban tanto como nosotros nuestras desgracias? ¿No sucede siempre que los tiranos que oprimen las Naciones, mui contra la voluntad de éstas, se aprovechan de las circunstancias i de mil casualidades que son inherentes al destino que violentamente ocupan para sacrificar a los pueblos con sus propios habitantes? Si no lo creen así vuestros corresponsales deberán tambien decir que Chile le dió soldados a los tiranos para oprimir al Perú. En 1815 el Jeneral Osorio, al mando del coronel Maroto, envió de ésa tropas que obraron mui activamente contra las de Buenos Aires en el Alto-Perú, hoi Bolivia; i si hemos de estar al modo de raciocinar de vuestros corresponsales, será preciso decir que Chile dió soldados a los tiranos realistas para que lo oprimiesen a él mismo, i al feroz O'Higgins para que acabase con mi padre i mis hermanos