Sin embargo, señores, de haber concedido la razon en esta parte a vuestros ▼corresponsales, no les encuentro escusable, ni aun en medio de la mayor exaltacion que debo suponerles por su justa indignacion, para que imputen la injuria al señor Pando, i mucho menos para que le traten del modo tan cáustico como lo han hecho. El señor Pando es uno de los primeros estadistas del Perú, i cualquiera que lea sus escritos sabrá tributarle el debido homenaje que se merece. A primera visia se conoce que, a sus producciones, no solo concurre la cabeza sino tambien el corazon, i esto solo basta para probar que no es autor de la obra que se le atribuye. Vuestros corresponsales le tratan de corrompido i enemigo de Chile, i ¿en qué se funda para denigrarle tan atrozmente? Cuanto a lo primero, apesar de que debe tener enemigos, por los altos destinos que ha desempeñado, sin arrebatarlos, no se le ha calificado ninguno de aquellos hechos que hacen me recedores de ese epíteto a los que los cometen.
Aunque yo no tengo el honor de tratar al señor Pando, ni lo pretendo, no ignoro que posee todas las grandes cualidades que hacen recomendable a un hombre de honor e ilustre, i estoi informado de un hecho que me le hizo apreciable sin conocerle, que no es comun a todos, i desvanece victoriosamente las gratuitas imputaciones con que vuestros corresponsales se han avanzado en su vilipendio. En 1827 o 28 oí a su pariente don Ventura Blanco Encalada, hablando en elojio de este señor, decir (no recuerdo si con la carta en la mano) que le escribía, hallarse tan fastidiado de las cosas de por acá, que no distaría, si se le proporcionase, pasar a Chile a desempeñar en alguno de sus Ministerios el destino de oficial mayor. ¿Qué os parece, señores, este ejemplo de moralidad sublime, por el rango a que habían elevado al señor Pando sus talentos? ¿Es propio de un corrompido enemigo de Chile? A vuestros corresponsales toca la respuesta.
Tened por indudable, señores Editores, que ningun peruano toma parte en nuestras disensiones. Sus costumbres i sus procederes son como los de las demás secciones de América, característicos de la bella índole de nuestras Naciones i de la apacibilidad de su dulce clima.
El señor ▼Gamarra no niega el acceso a su persona a ningun chileno que quiera verlo, sea de la faccion que fuese o de ninguna, sin hacer caso de sus rencillas, 1 estoi cierto que se prestará gustoso a cualquiera medida que sea de alguna utilidad recíproca para esta República i para la de Chile, siempre que cavilosas etiquetas i ridiculas suspicacias no presentan el aire de la mala fé i de la desconfianza: ajentes mui opuestos a la buena armonía de una perdurable union. Es verdad que hai malvados que toman su nombre para darse importancia i aprovecharse a favor de sus pérfidas maquinaciones, con la ayuda de sus sectarios del facinamiento de los negocios; pero, no crean ustedes absolutamente nada a este respecto. Esa es la antigua táctica de los ▼O'Higginistas desde el tiempo del Jeneral Bolívar. Ustedes se acordarán de todo lo que se hacía correr en ese entonces, i consecutivamente después. Nadie puede haber olvidado como en 1826 se nos quiso hacer creer que iba una espedicion formal al mando de ▼O'Higgins para subyugar Chile al Libertador de Colombia. Todos despreciaron la especie, pero no dejó de irritar que un ridículo faccioso aspirante fuese el oríjen 0 el mismo promotor de ella.
Así no estrañen ustedes que sus confidentes, asquerosos panfletarios, i él tomen el nombre del señor Gamarra para alentar la esperanza tan criminal como visionaria de sus sectarios conspiradores, sin reparar en el deshonor i descrédito de nuestro desgraciado país. Su máxima constante es la de visitar en los dias mas solemnes i de mas publicidad, a los gobernantes para inspirar la idea de que goza de gran favor, porque no le dan con las puertas por la cara. Con este medio cree imponer a los incautos para sacar partido en los casos que le convenga, i de que le hagan la corte i las cortesías que le lisonjea mucho, como el que traten de Excelencia i de mi Jeneral.
Hasta a mí se han atrevido con tan ridicula i sucia intriga. Ya he dicho en mi anterior papel que luego que salió mi Alcance habían hecho correr que yo lo había dado, porque tenía licencia para volver a Chile bajo esa condicion o por conseguirla. Después he sabido, añadían, que aunque la tuviese no me escaparía porque estaba sobre aviso el señor prefecto; i que el señor Gamarra había dicho a O'Higgins que era preciso echarme fuera del país, i que él le contestó que de ninguna manera, que lo que quería era que se siguiese el juicio de su denuncia sobre mi papel. Yo no he creído nada de esto, porque conozco mui bien a lo que tienden todas esas falsedades" que desprecio altamente; i aunque fuese cierto, no por eso tengo de salir subrepticiamente de este país ni de ningun otro, aunque esté el cadalso a la vista. Tampoco me importaría nada que me espulsasen, fuese adonde se fuese, por haber dicho la verdad. Estoi resuelto a decirla siempre que lo crea justo i conveniente, i tenga imprenta, suceda lo que sucediere después.
Si los corresponsales de ustedes hubiesen tenido la misma circunspeccion para despreciar las mismas ridiculas estravagancias que les soplan por allá, habrían sido mas cautelosos al escribir su comunicado, i no hubieran proporcionado al ▼redactor de la última columna del número 41 de ▼La Verdad, el criminal placer de atizar la discordia, no solo con relacion a los gobernantes sino tambien a las dos Naciones. El estilo no me parece de Mora, pero la sustancia, es decir, la malignidad de las ideas sí. Solo un hombre de igual carácter puede haberlas concebido i vertido con tan descarada i ruin impudencia.