cual fuere el semblante con que reciban mis desinteresadas advertencias. Nadie mejor que yo sabe que los Rodríguez le debemos todo a Chile, i que Chile nada nos debe a nosotros.
Mui poco quiere decir que el feroz carnívoro o sus sectarios se sacien en la última gota de nuestra sangre, no por eso está obligado el mas robusto chileno a esponer un solo cabello de su mui tupida cabeza. ¡Quién sabe si en este propio instante estarán trabajando por el tirano aquellos mismos por quienes he sacado la cara con la mayor decision! No me sería estraño. La fatalidad de mi destino es ser siempre yo el único o el primer defensor de mis malhacientes o perseguidores, mientras ellos se estarán riendo o haciendo chiste de mis mayores desgracias. Ahora es el tiempo mas oportuno para el manifiesto que desde Montevideo indicaba el señor ▼Gandarillas i nadie mas aparente que él para promoverlo en la próxima apertura de las Cámaras. Ser la idea suya, i su carácter de Senador parece que deben estimularle con preferencia a cualquier otro. Las circunstancias lo demandan imperiosamente. Chile en el dia se halla sobre un volcan, sus chispas llegan hasta Lima, i sería mui estraño que los que lo tienen bajo sus piés, en cada palmo de tierra que pisan, no lo sintiesen. No hai mejor modo para apagarlo del todo, que "descubrir el encadenamiento de maldades que señalarán para siempre la época sangrienta de los Hipias i Dionisios del nuevo mundo". El anatema de la Nacion que sobre ellos recaiga, inspirará en todos los facciosos conspiradores un terror saludable a la tranquilidad pública. "No importa que las aspiraciones de los tiranos no se sofoquen con la sangre de ellos mismos". Por sí solos se consumirán devorados por el impotente tormento de su nulidad, enmudeciendo todos sus pérfidos sectarios con el pronunciamiento del voto público.
Está visto que no se puede usar de jenerosidad con ellos, viles i bajos hasta la ruindad, toman todas la formas segun conviene a los intereses de la secta. —Su fé política es no guardar ninguna. En ellos no hai mas principio, medio ni fin, que entronizar a su patron el malvado O'Higgins para destrozar el país. Unicamente cuando esta detestable faccion ha tenido alguna injerencia en nuestras oscilaciones, ha corrido a torrentes la sangre chilena. Recordad todos nuestros acontecimientos políticos, i en todos ellos encontrareis auténticos testimonios de esta verdad. Sin ella nuestras discordias han terminado como las desavenencias de familia. La calamidad pública es el elemento de esos malvados i de su digno Jefe. —Ningun respeto ni consideracion les contiene en su voraz hipo. Meditad el artículo de ▼El Mercurio Peruano de 6 del presente i vereis hasta donde llega la malignidad i mala fe de O'Higgins, si aun no lo conocíais desde antes. —Creyendo que por él habían presos en esa lo hace imprimir por medio de Su mentor el andaluz Mora; su desprecio a los hombres no puede ser mayor. Nada le importa la suerte de los desgraciados que sufren, el alivio que les manda es acriminar los mas, cuando no habrá sido capáz de auxiliarles con un solo centavo en su infortunio.
¡Chilenos todos compatriotas mui amados! Un solo instante de apatía o de indiferencia puede sumerjiros en un espantoso abismo. El infernal ▼tirano solo aspira al Mando por medios violentos para despotizar sin límites. Reparad que aun estáis en tiempos de contenerle. Una sola voz vuestra será bastante en el dia para aniquilarle para siempre. El mas grosero e impávido de sus cofrades no se atreverá entonces ni aun a nombrarle, mientras que si os desentendeis vosotros, vuestras mujeres, vuestras madres i vuestras hijas, tendreis que someteros hasta al mas ruin lacayo, que morir asesinados o que perecer en los desiertos, sin poder dar ni recibir consuelo a vuestras familias en las desgracias que les habrá orijinado vuestra bajeza o cobardía.
Quieran Uds., señores Editores i sus corresponsales, tener en lo sucesivo un poco mas de circunspeccion; ellos, Uds., i todos los chilenos la integridad i enerjía que el imperio de las circunstancias demandan, i entonces tendrá el mayor honor en firmarse de todos, todos.
Mui obediente servidor. —▼Cárlos Rodríguez.
Post-Data. —El Mercurio de hoi ha publicado unas miserables coplas que, si son ciertas, no tenían mas objeto que el de lisonjear el necio amor propio de ▼O'Higgins, al darle ios dias. De esta clase son los puntos de apoyo en que pretende sostenerse tan despreciabilísimo papelon, aquí en la vil adulacion ha querido presentar como un gran coloso, cuando bien mirado no puede considerarse ni como sombra del mas ruin esqueleto. Mañana nos vendrá con las que le mandarían las monjas i los frailes, acompañadas de sus respectivos obsequios, que tanto echa menos; con la necrolojía del oficial señor Cruz, con los párrafos que le dirijían sus sectarios en los besamanos de las fiestas cívicas; i en fin, con los brindis en la embriaguez de los convites que con las rentas del Estado daba a los estranjeros, para que cuidasen de hacerle elojiar en los papeles públicos de Europa. Las producciones por esa órden las estima i las conserva como la mas preciosa reliquia.
Las coplas se atribuyen a nuestro ilustre conciudadano, mi querido amigo el doctor ▼Camilo Henríquez; i por eso creo conveniente trascribirlas con el mercurial que las precede, haciendo sobre todo algunas observaciones.
Dice así:
Señores editores de El Mercurio:
Entre unos papeles que me acaban de remitir