necesidades que mas sentimos i que nos demandan mas eficaz i pronto remedio.
En mis viajes a Roma, tuve la fortuna de tratar inmediatamente a los ▼jesuitas que estaban establecidos en aquella capital del orbe cristiano, i mui particularmente a su jeneral. Allí observé que vivian baja la severa observancia de su instituto, dando los mejores ejemplos con sus virtudes i celo ardiente por el bien de las almas, consumados en las ciencias de que han producido tan abundantes frutos en la Italia, que es deudora de sus mas señalados adelantamientos en la literatura, i revestidos del mismo espíritu que los padres primitivos. Observé que sus iglesias se distinguían de todas por la gravedad i magnificencia en el culto i por una regularidad imponente a los fieles.
De los hechos anteriores, es una consecuencia necesaria la distinguida veneracion que ví gozar en aquella Corte a la Compañía de Jesus, la cual no solo disfrutaba del singular aprecio de la Suprema Cabeza de la Iglesia i demas jerarquías eclesiásticas, sino tambien de la nobleza secular por ser ella la fuente que produce los grandes hombres en virtudes i ciencias.
La ▼educacion que estos hombres singulares dan a la juventud, en todos los ramos de la las ciencias conocidas, es la mas brillante; i por este beneficio, el Soberano Pontifice i los pueblos la han enriquecido con bienes temporales, de suerte que allí está mas opulenta ahora que ántes de su estincion; ni podía suceder otra cosa a la congregacion de unos varones absolutamente dedicados a la felicidad de sus semejantes bajo todos los respectos, i que, desprendidos absolutamente de intereses temporales, no tienen otro que el bien de los hombres de todos los Estados, de todas las clases i condiciones.
No solo en Roma i en toda la Italia son distinguidos los jesuítas, sino en cuantas partes existen despues de su restablecimiento. En el año de 1826, me tocó estar en Leon de Francia a tiempo de la commocion que estalló contra ellos i fué promovida por los anarquistas i enemigos de todo órden que existían en Paris, que son i necesariamente deben ser, en todos tiempos i todas partes, los rivales de una institucion que tiene guerra declarada a los vicios; pero, en medio de esa misma conmocion, se dejó sentir el aprecio jeneral que se hacía de los jesuitas por los hombres sensatos, por los grandes i propietarios.
Leon de Francia hizo singulares esfuerzos para defender a los jesuitas contra los revolucionarios que les eran desafectos, porque, empleados en la ilustracion moral i relijiosa de la juventud, preparaban un muro contra los planes desorganizadores. Fué prohibido entónces a los jesuitas vivir en cuerpo llevando el nombre de su relijion porque así se miró como razon de Estado; pero al mismo tiempo, los potentados les cedieron posesiones i rentas para que continuasen enseñando por la suma utilidad que habían esperimentado de su doctrina; i se distinguieron en manifestarles mas su aprecio, que noté como testigo que fuí de ello.
Si en los paises del viejo mundo han sido tan señaladas las ventajas que se han reportado de los jesuitas, deben ser mucho mayores en los nuestros; porque si aquéllos tenían necesidades espirituales i temporales para cuyo remedio ha sido la Compañía tan eficaz, nosotros las tenemos todavía mayores. Si allí había hecho estrago la seudofilosofía, todavía quedaban hombres en bastante número que, preservados del contajio jeneral i avisados con las catástrofes causadas por él, pudiesen atender a la representacion de los males, a renovar i rectificar los espíritus i hacer que se conociesen como sin la piedad, propiedad esclusiva de la relijion única i verdadera, no pueden conservarse felices los hombres i los pueblos; pero, entre nosotros, desgraciadamente es escaso i casi nulo el número de individuos que puede dedicarse, como conviene, al ejercicio de tan altas funciones.
Eramos mui pequeños cuando entramos en la revolucion, en ella necesariamente hubo tiempo en que la educacion científica o relijiosa estuvo del todo descuidada, i por desgracia, este tiempo ha sido la mayor parte del que ha corrido desde nuestra emancipacion política; en él no hemos criado hombres para ministros del santuario, ni para ser por profesion única i esclusiva ni institutores de la juventud, doctores i consejeros desinteresados de los pueblos; pero, en este mismo tiempo, hemos perdido sucesivamente la mayor parte de los que se habían criado en la época de la quietud. Al estender la vista por la vasta estension del territorio que ocupamos, i el ver como se aumenta de dia en dia la poblacion, no puede ménos que conmoverse el corazon humano i relijioso, mirando la escasez de ministros i la dificultad que tenemos para proveernos de los que faltan. En mi obispado es donde se hace sentir mas esta necesidad gravísima, en donde se toca la desmoralizacion provenida de la falta de la predicacion i demas prácticas relijiosas, i donde mas se patentiza una ignorancia en las masas que solo puede disiparse con el esfuerzo de unos obreros asíduos que enseñen con el ejemplo i la palabra; i es preciso no engañarnos juzgando que, entre nosotros, tenemos los elementos que se necesitan para reparar las pérdidas i lograr los nuevos bienes que deseamos; porque, aunque se agotasen en esto solo las escasas rentas del Erario Público, ni ellas serían bastantes para pagar los maestros precisos ni ménos para lograr esos maestros del espíritu que se necesitan, en el que han de ilustrar el entendimiento i docilitar, al mismo tiempo, el corazon, para que la enseñanza cause el fruto de formar hombres útiles a la sociedad, sea cual fuese su condicion i estado, i en el que, para lograr tan grandes fines, se necesita hacer