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CÁMARA DE DIPUTADOS

intelijible la redaccion, sino que no sea posible dejar de entenderla. Poniendo esta en lugar de la al principio del inciso, nos parece que le daremos toda la claridad que puede apetecerse.


Núm. 482 [1]

Volvemos al artículo 6.° del título 1.° (de los de la sucesion por causa de muerte), en que se trata de las sucesiones dudosas por ignorarse el órden de los fallecimientos de dos o mas personas llamadas a sucederse mutuamente. La regla del proyecto ha incurrido en la desaprobacion de U. P. D. I., por oscura i por difícil o imposible de aplicarse a ciertos casos.

Examinemos las razones que alega nuestro corresponsal para insistir en su primer reparo.

Si se reflexiona un poco se reconocerá que no es asequible, en la sustancia i el lenguaje de todas las leyes, aquella claiidad superlativa que presenta a la primera ojeada el sentido completo de la disposicion, sin esfuerzo alguno del entendimiento, i sin nociones prévias del asunto sobre que recaen. En materia de minas, por ejemplo, no comprenderá fácilmente las disposiciones legales el que no tenga algún conocimiento de las operaciones que se practican en el beneficio de los metales. Para entender una ordenanza de marina, se necesita a veces estar familiarizado con ciertos pormenores del servicio náutico, i hasta del aparejo i de la maniobra, que no están al alcance de todos. De la misma manera las leyes que hablan de particiones hereditarias suponen conocimientos previos de aritmética, i serán precisamente oscuras para todo el que carece de ellos. La lejislacion es llamada a resolver problemas difíciles, i las soluciones que ofrece no pueden ser siempre tan sencillas i claras que las comprenda todo el mundo a la simple vista. Bentham es acaso el escritor que, con mas ahinco, recomienda la claridad en la lei. ¿I en qué hace consistir este requisito? En que las espresiones que la contienen sean intelijibles, inequívocas i precisas. Por esta regla estamos dispuestos a ser juzgados. Analícense todas las frases, todas las palabras del artículo 6.° Véase si para el que entienda el castellano i tenga nociones elementales de aritmética, hai alguna que no represente con propiedad su idea, i si de la combinacion de todas las ideas parciales puede salir otra cosa que la idea compleja de la disposicion sin que sobre o falte nada. No basta decir que un pasaje es oscuro, es necesario probarlo, i la prueba no es difícil para el que sabe la lengua en que está escrito, i es capaz de someter las ideas a un análisis riguroso. Si hai palabras o frases cuyo significado no sea propio o no esté al alcance de los lectores versados en la materia de que se trata, o que se presten a variedad de sentidos, o que hagan nacer ideas repugnantes o absurdas, el pasaje será oscuro. Si no adolece de esos u otros vicios semejantes i designables, la imputacion de oscuridad es injusta.

Nuestro corresponsal ha indicado la causa que, en su concepto, hace de difícil intelijencia el artículo 6.° "Nace—dice—del número de cálculos que se prestan rápidamente a nuestra imajinacion i la confunden; cálculo para saber cuántas son las suposiciones posibles; cálculo para saber cuánto corresponde a cada uno de los coherederos en cada una de ellas; i cálculo para saber lo que corresponde a cada uno de ellos definitivamente".

Pero la marcha de esos cálculos no será ni mas ni ménos rápida de lo que quiera el lector; en su mano está pasar de uno a otro cuan lentamente lo exija la ajilidad intelectual de que le haya dotado el cielo. No se trata de entender al vuelo las palabras vivientes de un sermón o un drama; se trata de palabras muertas, escritas, que pueden someterse a la autopsia analítica. La marcha de las ideas que despierta en el entendimiento lo que se lee, será veloz, si se lee velozmente; será tarda, si se lee con lentitud, dando lugar a la atencion para que se fije en cada una, i las combine i agrupe a medida que la lectura se las pone delante. Si una lectura rápida o inatenta fuese el criterio para juzgar de lo que es o no intelijible, seria preciso pasar la esponja sobre una parte no pequeña de todos los códigos conocidos i aun de todos los códigos posibles.

Dijimos que, para entender el artículo, no se requeria mas que el conocimiento de las operaciones elementales de la aritmética. "Es falso», dice nuestro corresponsal; alegando que no ha visto esplicar la teoria de las permutaciones en las clases de aritmética, i que es en el áljebra donde la esponen los autores.

Nuestro ilustrado corresponsal nos permitirá decirle que esta razon vale mui poco. Para lo que podría servir la teoria de las permutaciones, es para averiguar el número de suposiciones posibles relativas al órden de los fallecimientos, i esto puede hacerse sin haber saludado el áljebra, por una operacion empírica, (a)[2] como mil que ejecutan a cada paso los comerciantes, sin saber su teoría.

De cien personas que ejecutan i aplican perfectamente la regla de tres, apénas habrá una que sepa dar la razon de lo que practica. Ni se necesita mas para los usos de la vida. El áljebra da para cada jénero de cuestiones un método de

  1. Este artículo ha sido trascrito de El Araucano, número 650, del 3 de Febrero de 1843,—(Nota del Recopilador.)
  2. Si son dos los difuntos, el número de suposiciones es uno multiplicado por dos. Si tres, uno multiplicado por dos, multiplicado por tres; si cuatro, uno multiplicado por dos, multiplicado por tres, multiplicado por cuatro; etc. Este es todo el cálculo que se necesita; basta haber oido la regla una vez para practicarla toda la vida, aunque no se sepa la razon de la regla.