▼der en esos arenales la mitad del ▼Ejército, como hubiera sucedido, atendiendo a lo que sufrió éste en la travesía a Siguas, que se nos dijo ser de diez leguas.
Al dia siguiente, al momento que comenzó la brisa, di la vela con toda la Escuadra i convoi, dando órden a los buques que conducían los caballos de seguir mis movimientos i al resto de dirijirse a Quilca, en donde había ordenado al Jeneral Aldunate ejecutar el desembarco de las tropas, miéntras que yo hacía el de los caballos en una caleta de barlovento, venciendo mil dificultades, a que se agregó el fatal incidente de la pérdida de la fragata Cármen que conducía a la division peruana, i a excepcion de los fusiles, todo cuanto llevaba el Jeneral La Fuente i parte del parque del Ejército, entre cuyos renglones estaban las herraduras de los caballos i zapatos para la tropa.
La falta de aguada en tierra para los caballos, me obligaba a remitir éstos en partidas conforme se iban desembarcando, atravesando una distancia de seis leguas de un camino pésimo, para llegar al punto en donde estaba el Ejército. De los caballos de tropa se perdieron mas de ochenta, entre muertos a bordo, ahogados i estropeados en tierra.
Concluido el desembarco del Ejército, dispuse que el Jeneral Aldunate marchase a Siguas con el batallon Valdivia; al otro dia le siguieron Portales i Valparaíso, i sucesivamente los demas cuerpos, ménos mi escolta i artillería, por falta de caballos i bagajes. Ordené al Comandante Mayo marchase a Camaná con doce cazadores a caballo a tomar el mando político i militar de la provincia, i remitir los auxilios que necesitaban el parque i los cuerpos que quedaban en el puerto.
El Jeneral Aldunate, con los tres batallones primeros i el escuadron de cazadores, llegó a Arequipa i se acampó en Challapampa, haciendo entrar únicamente en la ciudad la compañía de granaderos de Portales. Al dia siguiente me le reuní con los dos escuadrones restantes, apresurando mi marcha, por haber recibido en Huchumayo una carta de don Felipe Pardo, que a nombre del Jeneral Aldunate me decía que el enemigo se hallaba a cuatro leguas distante, con tres batallones i un rejimiento de caballería; noticias adquiridas de los adictos a la causa nuestra, que salían a su encuentro, i que a mi llegada se declararon falsas. El enemigo se retiró a nuestra aproximacion a Puquina, distante catorce leguas. La division de López se me dijo hallarse en Moquegua.
Ocupada Arequipa, mi primera atencion fué establecer un gobierno nacional, obrando así en conformidad con mis instrucciones. Se convocó por un bando al pueblo con este objeto; pues, habiendo emigrado casi todas las personas de alguna representacion o fortuna, se me indicó por el mismo Pardo no tener lugar otro modo que el de una reunion popular. Verificada ésta, i nombré de Jefe Supremo provisorio al Jeneral La Fuente, i éste, de su ministro jeneral, a don Felipe Pardo, i de Prefecto, al Jeneral Castilla. Descargado de este modo de toda otra atencion que la del Ejército, me contraje esclusivamente a proporcionarme todos los medios de ponerlo en estado de poder obrar ofensivamente contra el enemigo, o resistirle con éxito, caso que se decidiese a atacarme.
Con este objeto, la primera providencia que tomó el Gobierno provisorio, en los apuros que desde el momento comenzaron a sentirse para la manutencion i demas atenciones del Ejército, cuyas necesidades crecieron considerablemente con la pérdida de la fragata Cármen, fué exijir un empréstito forzoso; pero, como todos los propietarios habían emigrado, se obligó a los arrendatarios a verificarlo, bajo la pena de ser conducidos a bordo.
Fué necesario atender a la pronta reparacion de las herraduras; pues, sin ellas habría perdido pronto todos los caballos por la calidad del terreno. Tambien fué necesario hacer construir monturas para el escuadron peruano, que las perdió igualmente que sus lanzas en el naufrajio de la fragata Cármen. Los caballos llegaron bastante estropeados, como debe suponerse despues de una navegacion seguida de un penoso desembarco i marcha tan pesada. Yo miraba en ellos la suerte del Ejército, por la imposibilidad de reemplazarlos; i apesar de mis esfuerzos, no logré que pudiesen herrarse todos hasta despues de tres semanas. El soldado había llegado tambien en muí mal estado i le era necesario descanso. Por falta de bagajes, cada uno llevaba seis paquetes de cartuchos i tres dias de víveres, a mas de su mochila i caramañola. Esta circunstancia, unida a una fatigosa marcha al traves de un desierto arenoso, hizo sucumbir a siete individuos. Los oficiales marchaban igualmente a pié por la misma causa.
Se estableció una provision para la subsistencia del Ejército, que no pudo ponerse en órden apesar de los esfuerzos del Prefecto i Ministro Jeneral. Los víveres no se daban jamas a tiempo, i la mayor parte de los dias venía a participarme el Jefe del Estado Mayor que eran las dos de la tarde i aun no tenía qué comer el soldado; lo que obligó a que el Jeneral La Fuente propusiera dar el rancho, no en especie sino en dinero, a razon de un real diario por individuo, partido que, apesar de la carestía de los víveres en aquel pais, acepté como ménos continjente.
Con algunas mulas que tomó en Siguas el Jeneral Castilla, se llevaron dos piezas de artillería con sus dotaciones. Mi escolta marchó a pié para el valle de Tambo, para proporcionarse ella misma sus cabalgaduras, i se me reunió muchos dias despues con ciento i tantos animales entre yeguas i mulas.
A los pocos dias de mi llegada a Arequipa, comenzaron a desaparecer las lisonjeras espe