▼ranzas con que me había dirijido a aquella ciudad, que apénas me suministraba por la fuerza el alimento del soldado, me convencí de no poder obtener ninguna alta en los cuerpos i ménos poder formar la division peruana, pues el pueblo desertó completamente de la ciudad, solo porque el Jeneral Castilla manifestó deseos de reunir la ▼Guardia Nacional, i fué preciso que se persuadieran que ni aun para este servicio se les obligaría, a fin de que volviesen i no fuesen enemigos declarados. El Comandante García, del Batallon Portales, me dijo que tenían tanto horror al servicio, que ni ofreciendo enganches podía conseguir un recluta. Se pasó por el Estado Mayor a la Prefectura una relacion de los bagajes que necesitaban los cuerpos del ▼Ejército, reducida a lo mas preciso para moverse, i aunque el Jeneral Castilla me repetía que tenían demas, el Jefe del Estado Mayor i comandantes me decían que no se les había completado, i que les faltaba su mayor parte. El Comandante Espinosa marchó con mas de cien infantes i veinticinco hombres de caballería a Chuquibamba, punto en que se creyó aumentar las fuerzas de la division peruana i sacar quinientas mulas, i lo que encontró fué la oposicion mas tenaz en aquellos habitantes, como lo comprueba su carta al coronel Vivanco (cuya copia acompaño.) Del escuadron peruano solo habían podido montarse, i mal, unas partidas que se habían enviado a retaguardia; el resto, que estaba en Arequipa, se hallaba a pié, i solo en los últimos dias pudieron dar a su Comandante cuarenta i dos cabalgaduras de toda especie.
Las fuerzas del Jeneral Cerdeña a mi entrada en Arequipa, constaban de un rejimiento de lanceros, dos compañías de infantería i otra de artillería i ocupaban a Puquina, distante catorce leguas, como se ha dicho. Los primeros dias avanzaban dos compañías, una de infantería i otra de caballería, hasta cuatro leguas de la ciudad.
Traté de sorprenderlas i mandé a las órdenes del Comandante del Portales, don ▼Manuel García, dos compañías de cazadores i ochenta caballos para caer sobre ellos al romper el dia.
Desgraciadamente se habían retirado, i dejado solo una partida de montoneros, la que fué dispersada por veinticinco cazadores que se avanzaron matándoles dos, i tomándoles cuatro prisioneros. Desde entónces el enemigo no pasaba de Pocci, siete leguas de Arequipa, donde mantenía dos compañías de infantería de preferencia i un escuadron. Traté tambien de sorprender esta fuerza, que me decían hallarse apoyada por un batallon que estaba situado a dos leguas distante, sobre la falda de los cerros, i mandé las cuatro compañías de cazadores i un escuadron a las órdenes del Coronel Necochea, con este objeto; pero a su llegada el enemigo, que había sabido este movimiento, se puso en retirada con mucha anticipacion, no teniendo otro resultado esta tentativa que haber tomado en su marcha veinticuatro soldados prisioneros, de veinte infantes i ocho lanceros, que estando emboscados en Mollebaya creyendo sorprender una de mis partidas, se encontraron cortados a su turno.
Voi a desenvolver ahora en su totalidad el plan que me había propuesto i que, en mi entender, justifica la eleccion que hice de Arequipa como base de mis operaciones, cuya lisonjera perspectiva han venido a destruir tantas causas fatales e imprevistas. Divididas las fuerzas del Jeneral Santa Cruz, del modo que dejo espuesto, protejía ademas por este movimiento las operaciones de los arjentinos, como llevo dicho, pues, el Jeneral Brown no podía ser socorrido, sino por el Ejército del centro, que con nuestra presencia no podría hacerlo. Protejíamos tambien las insurrecciones que se anunciaban como ciertas en Bolivia, i lo que es mas, las operaciones del Jeneral López, que puesto en comunicacion conmigo, me prometió retirarse a Bolivia con su division, para apoyar las deliberaciones del Congreso contra el Jeneral Santa Cruz e impedir que éste pudiese atacarnos, dándome el tiempo necesario para reponer mis caballos i acabar de arreglar el Ejército. Con semejante cooperacion no podía dudarse del éxito de la campaña. Penetrando a Puno cortaba la línea del Ejército enemigo, amenazaba a Bolivia i tomaba posesion del Cuzco, que me proponía ocupar con la division peruana a las órdenes del Coronel Vivanco. El enemigo en este caso no tenía otro partido que abandonar el Norte i venir con todas sus fuerzas sobre nosotros, quedando a mi eleccion el recibir la batalla o reembarcarme i dirijirme sobre Lima; pero lo mas probable hubiera sido que la campaña se decidiese en el Sur. La causa primordial de haberse frustrado dicho plan, claro está fué la pérdida de la fragata Cármen, en ella venían los vestuarios de paño del Jeneral La Fuente, i con ellos contaba para vestir de abrigo a mis soldados, cuyo equipaje era solo a propósito para la costa, pero de ningun modo para la cordillera. Necesitaba tambien para pasar en ella, llevar conmigo la prevision del Ejército, pues que no debía contar con otros recursos; i esto tampoco pudo proporcionárseme por la escasez del ganado. A estos inconvenientes se agregaron otros que hicieron de todo punto irrealizable la ejecucion de mis proyectos.
Apesar de todo, voi a dar a V.S. una prueba de mi empeño en buscar al enemigo. El 3 de Noviembre el Jeneral Castilla me presentó a un paisano que venía de Puquina, trayendo por noticia que todo el Ejército de Cerdeña se hallaba en Pocci, que él mismo le había acompañado marchando a su retaguardia. Este movimiento a Pocci me pareció natural, sabiendo que el Jeneral Santa Cruz bajaba de la cordillera i se hallaba próximo a reunírsele; asegurado de un modo que parecía no dejar duda, me hizo resol