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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXXII (1843).djvu/288

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CÁMARA DE DIPUTADOS

rán mui pronto en nuestro pais, i que harán honor a su administracion; i en cuanto a las escuelas primarias sostenidas por el Gobierno, su número va siempre en aumento, i vemos que aun van a recibir un impulso considerable por la partida de 16,000 pesos que se pide en el presupuesto para su fomento.

A pesar de esto, tantas son las necesidades del pais acerca de la difusion de la enseñanza, i tal es nuestra ambicion a este respecto, que esta seccion del departamento es justamente donde mas vacíos encontramos, i donde mas tenemos que apelar al celo i capacidad del Ministro. No le pediremos que ponga una escuela aquí i otra allí; éste es un proceder inmenso que no da sino resultados miserables Quisiéramos un plan, quisiéramos ideas mas vastas, mas grandes sobre este punto. ¿No podría acaso hallarse en nuestro pais un medio para que nazcan escuelas sin que todo un Gobierno tenga que presidir a su cuna? ¿No podríamos hallar una fuente de escuelas, diremos así?

No pretendemos comparar a Chile con lo que hoi son los Estados Unidos, pero sí nos será lícito compararlo con lo que era esa nacion cuando unos cuantos peregrinos desembarcaron sobre las rocas de Plymouth. La Nueva Inglaterra era una colonia pobre i de mui poca poblacion, se veia continuamente hostilizada por los indíjenas i tenia ademas en su seno algunos jérmenes de disension relijiosa.

Pero a pesar de esta situacion tan desfavorable, tal era el convencimiento de estos pobres colonos de que no podia existir entre ellos la verdadera igualdad si las intelijencias no eran igualmente cultivadas, que apénas tuvieron una sombra de organizacion, se estableció por una lei que cada distrito de 50 familias estuviese obligado a levantar una escuela, i a mantenerla a sus espensas; i que cada departamento de cien familias elijiese un colejio de enseñanza superior.

De esta manera, estos hombres aislados i destituidos de recursos, se sacrificaron por echar los cimientos de la enseñanza universal. ¡Qué ejemplo! ¡Qué patriotismo! I sobre todo, ¡qué miras tan elevadas!

No tratamos ahora de indicar los medios de fundar entre nosotros la instruccion primaria bajo una ancha escala; asunto es éste que a nuestro juicio tiene un contacto mui inmediato con la organizacion política del pais, i que requería mayor espacio i mayor contraccion que la que podemos consagrar en estos momentos al examinar líjeramente la memoria del Ministro de Justicia.

Por otra parte, tanto sobre este punto como sobre todo lo que hemos dicho en este artículo, nos referimos confiadamente a la ilustracion del público i al celo del Ministro de Justicia.