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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXXII (1843).djvu/365

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SESION EN 25 DE AGOSTO DE 1843

presumir sin temor de engañarse, que los editores sabrán representar los intereses de la nacion, que tendrán datos exactos para ello? Yo niego todo esto, i me fundo en la razon i en la esperiencia que he podido adquirir.

Entre los inconvenientes de la libertad de imprenta se enumera la falta de órganos de la nacion que sean capaces de refrenar las pasiones, los vicios de que adolece una parte de esos órganos. En Norte-América no hai este inconveniente, pues no se nota esa centralizacion que se ha hecho en Chile de la prensa periódica. En aquella nacion civilizada i poderosa, no hai provincia en que deje de haber una publicacion diaria. Esta es la razon por qué la prensa produce ahí sus inestimables bienes. Mas en Chile el Gobierno se ha valido de este órgano central, por decirlo así, entregándose a manos desconocidas que pueden hacerle mucho mal. ¿No hemos visto ayer El Progreso ser el órgano de blasfemias, de calumnias atroces, de imputaciones infundadas las mas veces? A falta de los chismes, que es de lo que se alimentan los diarios, ¿qué otra cosa de importancia nos producen? ¿Cuáles son las verdades que nos enseñan? ¿Cuáles los beneficios que reporta a la nacion? ¿No hemos visto ayer al mismo Progreso, maldecir, atacar a mano armada el paladín de nuestra libertad, ese principio, que es la base de nuestro gobierno i la esperanza del porvenir de Chile; la unidad de nuestro gobierno? ¿No lo hemos visto estar proclamando hasta cierto punto la anarquía? El gobierno no conoció este mal sino demasiado tarde, cuando este órgano de pasiones inmundas i perjudiciales habia divulgado sus perniciosas doctrinas. Si alguna vez esos periódicos trasmiten alguna idea útil, no es razon para pagarles esa idea. En Norte América no paga el gobierno los periódicos. ¿I nosotros iremos a dar un desmentís a esos pueblos que han pensado mas que nosotros, i cuya civilizacion está mas adelantada que la nuestra? En aquella gran nacion, como dije ántes, cada provincia tiene sus periódicos i no hai, como en Chile, un monopolio; pues tal vale esa proteccion que da el gobierno a algunos empresarios. Es claro que éstos no tienen confianza en sus ideas cuando solicitan una suscripcion del gobierno o ¿no hemos visto ya a El Semanario subsistir sin esa proteccion? No me opongo tanto al gasto como al principio, esto es, qué el Gobierno esté manteniendo a unos cuantos impresores, empresarios redactores o como quiera llamárseles cuyas ideas no conoce, i que por consiguiente pueden causar muchos males al pais. Si el gobierno hubiese de mantener estos periódicos en la capital i Valparaiso, con cuánta mayor razon no deberia hacerlo en las demas provincias, en el Maule, en Concepcion, donde hai tantos intereses que representar. Se dirá talvez que los escritores de Santiago i Valparaiso han ido ha hacer el estudio de los intereses nacionales i harán grandes servicios. Pero yo diré entónces que esos servicios son nulos, pues que el Gobierno mantiene la publicacion, por medio de esa suscripcion que da. Por otra parte, quién ignora que la prensa va formando en Chile un cuarto poder tanto mas temible cuanto mas central, tanto mas temible cuanto ménos numeroso, tanto mas temible cuanto mas audaz i poderoso, así es que vemos a esa prensa siendo el órgano de personalidades groseras, de pasiones mezquinas, de ideas inmorales i destructoras del órden; la vemos mostrarse ingrata a los intereses del pais. I si nó díganme los señores impresores cuándo se han ocupado en meditar los obstáculos que se oponen al desarrollo de la industria; cuando han reflexionado en un canal, en un puente que convendria en éste o aquel lugar? Se ocupan sólo en jeneralidades que todo el mundo sabe, cuando no tienen un chismesito con que divertir. (Risas en la barra).

En el dia tenemos una Sociedad de Agricultura i Beneficencia que hace i hará importantes bienes al pais; esta sociedad lleva un periódico, i no me opongo que el gobierno costee su impresion. Si este se limitase a gastar en este solo periódico, nos libraríamos de los azares continuos que nos producen los demas.

Entre los redactores de El Progreso se encuentra un empleado en el gobierno, yo lo creo mui interesado por el bien de Chile, por su prosperidad, pero no creo que publicase un artículo contra el gobierno sin consultar ántes al ministro i pedirle su opinion. Yo no digo que el actual redactor así lo hará, pero es mui natural que lo haga, todo aquel que no quiera que se le despoje de su destino.

Yo creo, señor, que al esplicarme así me espongo a ser calumniado, porque ya se me han hecho varias imputaciones injustas. Se ha dicho que soi enemigo de la prensa, calumnia inicua, infame, miserable. Solo un órgano ilejítimo de esa prensa pudo hacerme calumnia tan atroz. Esto no sucederá siempre que tratemos de posponer los intereses de unos pocos al jeneral. La lejislatura podrá observar que luego que una voz se levantó para hacer observaciones sobre un asunto de gran importancia, se han llamado, declamaciones, esas observaciones, i ese órgano ilejítimo de la prensa ha prorrumpido en imputaciones que deshonran a un representante nacional. Ahora yo he venido a desahogar mi corazon, mil veces a desahogarlo, otras mil veces a desahogarlo. Yo digo, señor, ¿será posible que este pobre país, ayer no mas nacido, escondido en la tierra, resucitado por las revoluciones, zabullido despues en las pasiones, se encuentre en manos de unos pocos jóvenes que pretenden civilizarlo? Por una parte se encuentran Homero, Horacio, Virjilio. Por otra Benjamín Constant, Rousseau i el contrato social. (Risas en la barra). Por otra Justiniano i las pandectas (risas repetidas). Estas cabezas forman la gran potencia intelectual en nuestro pais,