ria al gobierno que proteja a la prensa sin conocer bien las ideas de los que escriben? ¿Clasificaría de anárquico a ▼El Progreso porque emitió ciertas jeneralidades buenas o malas sobre el sistema de concentracion? ¿Le habrían dolido tanto las injurias que, segun su señoria, le ha hecho El Progreso, hasta el estremo de denunciarlas ántes la misma Cámara?
Otro resorte oratorio del señor diputado ha sido el de indicar la idea de establecer periódicos en el Maule i Concepcion. ¡Oh, esta indicacion no se perderá en el viento! Lástima es que se haya apoyado con un malísimo argumento. El señor Diputado ha dicho que uno de los motivos porque nuestra prensa causa males, es porque está concentrada (tambien tiene su señoría algunas ideas federales), i que en los Estados Unidos produce inestimables bienes, porque hai un diario en cada provincia. Lo primero no puede comprenderse, i lo segundo es falso en todas sus partes. Si el señor Diputado hubiera dicho que la concentracion de la prensa es un mal para las provincias, habríamos convenido con su señoria; pero diciendo que es un mal para los lugares donde está concentrada, no comprendemos con exactitud lo que se quiere indicar. Del mismo modo es inexacto el decir que en los Estados Unidos es benéfico el diarismo, porque hai periódicos en cada provincia. Esto hará que los beneficios sean comunes, pero no intensamente mayores. Justamente hai la singularidad en aquel pais de que cada distrito no lee sino sus periódicos, i apénas se encuentran dos diarios que circulan por toda la Union. Tampoco puede ponderarse mucho la benéfica influencia de la prensa periódica en aquella República, a no ser por lo que sirve a deshogar las mas inmundas pasiones, i los furores mas criminales; i a fé que no es esta clase de bien el que se desea para nuestro pais. Ni mentarse debería entre nosotros la prensa periódica de los Estados Unidos, como no deberia mentarse su disolvente federacion, ni sus costumbres políticas. Cada país tiene su modo de ser grande i feliz, i la prensa periódica de Norte América con su fanatismo i sus estravagancias, apénas en su patria puede tolerarse.
Tambien ha dicho el señor Diputado: "En Norte-América no paga el Gobierno los periódicosn: i ¿por qué? porque circulan ámpliamente en el pais sin necesidad de que los esparza el Gobierno; porque allí todos leen, i nadie lee grátis; porque las luces, el diarismo son tan necesarias a aquel ▼pueblo, como las luces del sol. Al suscribirse nuestro Gobierno a los periódicos, no es por protejer las empresas, sino por dar diarios al pueblo, que no los leeria de otra manera, por habituarlo a que lea, i facilitarle el medio mas fácil i ménos costoso de instruccion.
Desgracia verdaderamente es para un Diputado el verse inducido a censurar medidas que tienden a favorecer la ilustracion de un pueblo que tanto la necesita, como es fortuna para un Ministro, el verse llamado a defenderla. No ha considerado el señor Palazuelos que al atacar la suscricion del Gobierno, ha hostilizado mas que a las empresas de diarios, a mil lectores que se instruyen por este medio i entre ellos muchos que se hallan en los mas recónditos lugares de nuestra República, i que sin la tal suscricion jamas verían un periódico. Desgracia es, volvemos a decirlo, para un representante del pueblo tomar una posicion tan falsa i tan contraria a su mision; i despues de haber descargado todo el peso de una justa censura sobre el señor Palazuelos, la compasion nos hace caer la pluma de la mano, i desistimos de ana discusion que no seria jeneroso continuar por mas tiempo.
Permítannos ahora los editores de El Progreso observarles, que al asegurar que sin la suscricion del Gobierno no podría continuar El Mercurio, miéntras su diario se conservaría a duras penas, ni nos han hecho un cumplimiento mui lisonjero, ni una defensa que podamos aceptar, a pesar de la buena intencion que sinceramente les reconocemos. Ni El Mercurio necesita de la suscricion del Gobierno para existir, al ménos segun nuestros cálculos, ni ésta la hace porque haya Mercurio, sino por proporcionar su lectura a un mayor número de personas, i favorecer así la instruccion del pais.
Permítanos tambien el señor ▼Ministro del Interior protestar respetuosamente contra una indicacion de su discurso, que, a nuestro juicio, puede recibir interpretaciones poco favorables a nuestros intereses. Ha dicho el señor Ministro que por medio de la suscricion consigue tambien el Gobierno dar a la prensa una direccion saludable, negándola a los periódicos que propalen falsos principios e ideas perjudiciales al pais.
Reconocemos en estas palabras la mas sana intencion, i sabemos por esperiencia de lo pasado, que las pretensiones del actual Gabinete sobre la prensa, en manera alguna se dirijen a procurarse un apoyo político en ella. Pero no reconocemos en la suscricion un medio de hacernos andar por el verdadero camino; porque con ella o sin ella, siempre lo andaremos, siempre seremos los mismos, siempre seguiremos la voz de nuestra conciencia, i siempre tendremos por guia, La Opinion i por objeto de nuestros votos El Orden Constitucional.