ve del estado siga su carrera. Centinelas constantes de la administracion, deben mirar a la cara al gobierno, deben presentarle una frente altiva pero sin ceño. Para que no se crea solo en el pais, i para que no se infatúen sus miembros con el prestijio del poder, para que no se aficionen demasiado a sus puestos i tengan presente que mañana descenderán de ellos.
Convirtiéndose despues al pueblo deben tratar de inflamar los corazones yertos, no con el fuego que devora, sino con el fuego que cria.
Deben enseñarlo i darle luces, luces nacionales con preferencia a las exóticas, i propender a su propagacion. I, en fin, a presencia de todo el pais i con todas sus fuerzas sean toda su voluntad, deben favorecer este beneficioso movimiento de converjencia que llevan los elementos del pais: movimiento en virtud del cual las masas se ilustran i los que gobiernan se moderan, aquellos adelantan i éstos tuercen poco a poco su camino para reunirse a ellas; movimiento acompasado, lento, si se quiere, pero que conduce a la verdadera libertad con ménos peligros i por la senda mas corta posible.
Pero desgraciada la nacion si sus hombres ilustrados, si sus oradores i sus escritores, descontentándose lijeramente de su patria, se creen capaces de cambiar su marcha i su discrecion! Desgraciada, si protesta contra todo, i emplean, en vez de estímulos las armas del despecho; i en vez de palabras empleadas, gritos amenazantes! Si en vez de enseñar, declaman, i si en vez de reclamar resucitan partidos muertos! Desgraciado Chile si tuviese tan malos servidores, i desgraciados ellos tambien, porque lucharían en vano i serian víctimas cuando ménos del cansancio i de la esperanza burlada.
Mas, baste ya de predicar virtudes i de sentar doctrinas que todos conocen. Vamos mas bien a ver cómo se practican.
Por lo que hace a la prensa, lleva ya un año de tareas que no pueden ocultarse al público. La prensa chilena trabaja en el sentido de ilustrar i de confirmar los mas sanos principios. No hace oposicion al Gobierno por la misma razon que no la hace el pais, que no la hacen las Cámaras, que no la hace el señor ▼Palazuelos. No hace oposicion, porque no hai objeto ni motivo para hacerla en nuestra época: época de desarrollo pacífico, de mejorar al pais i de trabajar sin odios ni humillaciones. Sin embargo la ▼prensa nacional vela i observa mui de cerca al Gobierno; lo rodea con jeneralidades que no carecen de eficacia i propala siempre principios liberales. Hablando de Francia i de Estados Unidos, le da sus pequeñas lecciones; pule sus frases para pedirle algo, pero es escuchada; arroja dardos al aire, pero ellos dan en el blanco. Esto no es hacer oposicion, pero es mostrar que puede hacerse, i que se haría si hubiera motivos. Sin embargo, la prensa nacional no ha concluido aun su mision, ni las elecciones pueden todavía hacer sentir bien sus desvelos; porque la tarea de ilustrar i de hacer madurar la instruccion es mui larga; no se completa en un dia, ni en un mes, ni en un año: se comienza i se anda: se anda i se divisa todavía léjos el fin. Paciencia, amigos sinceros de las luces, no nos juzguéis hoi, esperad a que hayamos concluido nuestros preparativos.
Mas, no nos carguemos los redactores solos con toda la responsabilidad de la prensa. Tengan presente los lectores que cuando se acusa de serviles i de impotentes a nuestros periódicos, el cargo no es sólo contra nosotros, sino contra todo el pais. No hablaremos de los demas diarios, pero sí podemos decir del nuestro que hace un año que sus columnas están enteramente francas para el público. Esos hombres que quieren mas independencia, ¿por qué no vienen a ocupar las pájinas de El Mercurio, a estamparen ellas los abusos del poder? ¿Dónde están, qué hacen esos labios que nos acusan de fútiles e ignorantes, que no vienen a mostrar la elevacion de sus ideas? Protestamos que jamas hemos rechazado un sólo remitido por ser hostil al Gobierno, ni por sostener doctrinas políticas de ningun jénero; protestamos que nunca hayamos exijido compensacion alguna por el costo de imprimir escritos de interes público, cualquiera que sea. Declaramos, al mismo tiempo, que hemos rechazado mil artículos por fútiles, por mal redactados i por respirar alguna pasion mezquina o por contener meras responsabilidades.
Hé ahí el continjente con que nos favorecen no pocos corresponsales. No desconocemos por esto las bellas producciones con que otros enriquecen las columnas de ▼El Mercurio; pues léjos de eso, la defensa que hoi hacemos de la prensa nacional, les toca a ellos tanto como a nosotros, i al pais en jeneral.
No basta, sin embargo, cuanto hemos dicho hasta aquí para desvanecer todas las aserciones que contiene el discurso del señor Palazuelos, i aunque sea lijeramente, es preciso considerarlas. El orador no ha omitido tocar ninguno de aquellos resortes que halagan a un auditorio i lo predisponen a dispensar a mala lójica, las contradicciones i hasta las pobres intenciones. Con sólo mostrarse amigo fervoroso de la independencia, conmueve el que habla al público, sin necesidad de convencerlo; i hasta nosotros mismos, blancos del señor Diputado, sentíamos al leer su discurso una especie de pesar de que no fuera cierto, sincero, i fruto al ménos de una ilusion patriótica. Porque, en efecto ¿cómo desconocer que el señor Diputado ha abogado en falso par la independencia de la prensa? ¿Cómo desconocer que lo que él quiere, no es la verdadera independencia, lo que consiste en censurar al poder, a los representantes, i a todo lo contrario, en no azarear a nadie, ni emitir ideas contrarias a las que reinan en nuestra sociedad? Si fuera el señor Diputado un hombre que deseara de veras una prensa independiente ¿le reprocha