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SESION EN 5 DE JUNIO DE 1843

to. —Manuel Camilo Vial, Diputado-Secretario. —A S. E. el Presidente de la República.


Núm. 35

Los empleados en la Secretaría de esta Cámara oficial mayor don Vicente Arlegui, los subalternos don Timoteo A varia, don Benigno Cerda, i el portero Fermín Montaner, se hallan prestando sus servicios desde el primero del corriente mes.

Tengo el honor de ponerlo en conocimiento de V. E. para los fines consiguientes.

Dios guarde a V. E. —Santiago, Junio 6 de 1843. —F. Antonio Pinto. —Miguel de la Barra, Diputado Secretario. —A S. E. el Presidente de la República.


Núm. 36 [1]

De todas las garantías imajinables de las libertades públicas, ninguna es comparable en sus efectos a la publicidad indefinida de los actos del poder. He aquí un principio no ménos importante en el sistema constitucional, que reconocido i sostenido por los publicistas mas acreditados de la época presente, principio que ni aun los gobiernos europeos se atreven a discutir, porque todos están conformes en respetar la verdad eterna que contiene; i por eso es que frecuentemente acuden a disculpas i argumentos especiosos para disculpar sus procedimientos contrarios.

Pero en los pueblos en que existe un Gobierno esclusivo i excéntrico, un Gobierno cuyo sistema único sea el de sostenerse en posesion del mando, un gobierno en fin que tiene que dirijir a sus súbditos por el temor i la fuerza; allí es necesario que la autoridad se envuelva en los pliegues del misterio, en un manto de tinieblas. Por esto en los paises que sufren esta desgracia se ha erijido en principio que el secreto en todo lo concerniente al servicio del estado, es el deber primero de todo funcionario público, consignándose como una máxima sagrada en las leyes mismas esta mentira; i como el Gobierno es el ájente principal que enjendra i mantiene las ideas i hábitos políticos de un pueblo, llega a radicarse ese sofisma en la cabeza i en el corazon de todos los gobernantes i gobernados. Tal ha sucedido entre nosotros: el réjimen colonial se creó simpatías profundas en el corazon de todas las jeneraciones que nos han precedido, i existirán en nuestro pueblo, por muchos años todavía, las creencias retrógradas i los hábitos perniciosos que son propios de un pueblo que vivió tres centurias bajo el gobierno absoluto; i que apénas principia a constituirse bajo un nuevo sistema, para el cual no siente amor, porque aun no lo conoce. Cuántos de nuestros lectores estarán leyendo estas verdades i llamándonos al mismo tiempo visionarios, con una sonrisa de compasion en sus labios: bellas teoiías, dirán, que jamas pueden practicarse! Sí, no lo dudamos, eso dirán muchos hombres respetables, pero no tienen razon porque están alucinados por la conducta de la administracion tenia que rejir los negocios en presencia de un enemigo permanente que espiaba todos sus pasos, que esperaba verla dormitar para asestarle el golpe i que hizo mil tentativas por desquiciarla: gobernaba, en fin, a un pueblo en cuyo corazon no habia podido insinuarse todavía; necesitaba pues, de la fuerza, del terror, del secreto i de todos los elementos que han menester los gobiernos revolucionarios; i mui mal habría obrado contra su propia conservacion i contra su naturaleza misma, si no hubiera reconocido i sostenido que el secreto era un jérmen de vida para ella. Pues bien, esto sucedió cuando principiaba la reaccion de principios entre nosotros; vino ese gobierno i sancionó el secreto, aunque no abiertamente, pues que respetó a la publicidad i trató de no ofenderla jamas sin disimulo. El secreto pasó, pues, a ser en Chile uno de los elementos de un buen gobierno, que cobró tanto mas crédito i tanto mas respeto, cuanto que fueron señalados los beneficios que obró, contribuyendo a fundar i sostener una administracion que nos dejó en paz. Pero ha llegado ya la época en que la administracion actual deseche los instrumentos de que la pasada se valió para desbastar, los necesita ahora mas finos porque debe pulir la obra. Un ministerio como el presente, compuesto de hombres que tienen una justa reputacion por su capacidad mental i sus conocimientos peculiares para las funciones que llenan: un ministerio que tiene por jefe al que mereció serlo de la nación en fuerza de su popularidad i sus buenas intenciones; un ministerio que gobierna a un pueblo pacífico, que sólo piensa en su progreso, que respeta las leyes i las autoridades, que no está animado de las pasiones que enjendra la guerra civil, ni dividido en partidos; un ministerio en fin que sólo necesita querer aprovecharse de la popularidad que goza, de la opinion pública que le favorece, para gobernar bien i hacer la felicidad de una nacion; preguntamos ¿tendrá necesidad de manejos ocultos para proceder?,; deberá ser misterioso en sus operaciones i guiar su marcha en la oscuridad, erijiendo en principio el secreto en todo lo concermente al poder? Nó, rodéese de los ciudadanos, obre abiertamente, diga lo que piensa, lo que hace, i así alcanzará mejor el objeto sus funciones. Las aprehensiones de los partidarios del se

  1. Este documento es tomado del periódico El Progreso del 19 de Junio de 1843. —(Nota del Recopilador).