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SESION EN 4 DE SETIEMBRE DE 1844

Se ha opinado que un privilejio tal interceptaria las relaciones de crédito entre los particulares, i que por mas que fuera equitativo, no seria conveniente llevarlo a la práctica. Pero todo demuestra que el resultado seria lo contrario. Un deudor del Banco en el hecho de serlo, ya está acreditado porque ha pasado por la clasificacion que el Banco hará previamente, i tanta mas confianza merecerá cuanta sea la que el Banco le dispensa. Su relacion con el establecimiento supone tambien en su poder las sumas que ha recibido i la probabilidad de una asistencia mas o ménos duradera en las mismas circunstancias. Sucedería con el Banco como con la Aduana. El que mas derechos debe, mas crédito tiene, porque se supone en su poder valores de que procede la deuda i calidades para ser admitido como deudor. Pero si se supusiera que en efecto los particulares rehusaran el préstamo o mútuo por temor al privilejio del Banco, no se ve inconveniente alguno en que esta operacion venga a ser esclusiva del Banco. Si los fondos de este establecimiento por la lei i por la naturaleza de su jiro están escluidos del mercado jeneral; si no pueden como otros capitales entrar en competencia en los varios ramos de industria en que éstos se colocan con provecho, justo es dejarle a aquéllos esclusivamente la sola colocacion que se les permite. Nótese que se trata solamente del préstamo o mutuo, i que en deudas que procedan de otros contratos no habrá mas privilejio que el que las leyes de comercio i otras acordaren. Por esto se ha prevenido que los documentos que soliciten descuento espresen la especie del valor recibido.

Aunque no es esta la ocasion de observar sobre las razones que apoyan los artículos particulares del proyecto, he creido conveniente para su mejor intelijencia hacer las advertencias que anteceden i satisfacen a la objecion sobre la preferencia privilejiada del Banco, pues que ha sido ésta la que mas se ha repetido.

Santiago, Noviembre 8 de 1844. —M. Fragueiro.


Núm. 173[1]

No conocemos mas que materia i espíritu en el universo, mundo físico i moral. La mision del hombre sebre la tierra es comunicar con la materia. Esta comunicacion es un comercio recíproco en el que el hombre siempre es sujeto i la materia objeto. En virtud de esta relacion, el hombre materializa sus ideas estampándolas sobre la materia, i la materia se idealiza o se humaniza sirviendo al hombre de ajente para el descubrimiento del mundo moral. No hai idea que no pueda materializarse, ni materia que no pueda idealizarse.

De este comercio físico-moral, que se llama industria o trabajo, resulta la provision física i moral del hombre, porque éste "no vive de sólo pan", i esta provision o los productos del trabajo es la propiedad. Así la propiedad es en su sentido mas lato, el resultado útil de la comunicacion del hombre con la materia. La propiedad (que tambien hemos llamado valor) puede ser física o moral, la primera es contable i mesurable, la segunda no está sujeta a cuenta ni medida, pero es cambiable como la otra. La suma de estos productos del hombre es riqueza i civilizacion, la falta de ellos es pobreza e ignorancia. De aquí la importancia social de la propiedad i su influencia en el bienestar de los pueblos; i de aquí tambien la necesidad de dar a la sociedad medios de produccion i la de establecer del modo mas conveniente al mejor resultado la administracion del poder productor que se adopte.

La instruccion i la abundancia deben busarse en la produccióon; "con ei cambio de fortuna viene el cambio de costumbre".

Industria i medios de produccion conducen a la libertad e igualdad. Les Bancos, administrados por un poder político independiente del Ejecutivo, dan estos resultados.

¿Qué se hace por el bien de los pueblos con hospitales i otros establecimientos llamados de caridad? A los pueblos no les conviene, ni necesitan ni quieren mas caridad que la que la Providencia les ha hecho con sus pródigos dones, i con la tendencia fatal con que los ha obligado a producir. Si los Estados pueden hacer a los pueblos alguna caridad, que sea imitando a la naturaleza, proveyendo los medios de produccion. Déjese la limosna al cuidado individual en el recinto privado; no se le prive del mérito ostentándola en público; no se le haga perder el carácter de evanjélica dándole el de social. Si la clase pobre e ignorante encuentra suplidas sus pocas necesidades ¿para qué ha de trabajar? Sin la necesidad ¿cómo ejercerá sus facultades para salir del proletarismo i ascender a la ciudadanía? ¿Cómo se sociabilizarán viviendo tan antisocialmente? I sin embargo, no intentamos imputarle su miseria. Si no trabajan es porque no saben o no tienen en qué, porque no encuentran objeto a que aplicar sus fuerzas i capacidades. Toda responsabilidad a este respecto es de los Gobiernos. A ellos toca como a tenedores de las grandes propiedades i bienes nacionales, dar movimiento a la industria, promover el desarrollo de las facultades sociales i de este modo proporcionar aplicacion a los capitales i los brazos. Uno de estos grandes bienes es el derecho de administrar el crédito por medio del establecimiento de Bancos. Nos parece oportuno insertar aquí lo que dice Ganilh, hablando del crédito privado i del público:

  1. Este artículo ha sido tomado de El Progreso del 26 de Setiembre de 1844, núm. 582. —(Nota del Recopilador).