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CÁMARA DE DIPUTADOS

qué no se echa manos de los que posee el pais? si estos no sirven ¿por qué no se ha pensado en hacerlos venir de Europa? ¿No consigue cuanto quiere el Gobierno de las Cámaras? ¿era fuerza que un joven Diputado indicase que era necesario hacer venir del estranjero injenieros civiles, para que el Gobierno haya caido en cuenta que existia esta necesidad?

"Procurar a la industria capitales a tal premio que la hiciesen rica i próspera", esta fué otra de mis indicaciones, i eso dice El Progreso es lo que el Ministro piensa hacer, ¡piensa hacer! ¡bien se pudiera el señor Renjifo llevar un siglo pensando! ¿i miéntras tanto? ya se vé... si es su oficio ser pensador que piense! ¿qué remedio? ¿Tambien estará i pensando hacer públicos i sacar del monopolio en que se encuentran los puertos de San Antonio, Papudo, etc.?

Hace dos años que varios ciudadanos respetables se acercaron a Su Señoría para obtener de ella el que se mirase a todos los ciudadanos que quisieran avecindarse en dichos lugares, en el mismo caso que los que hoi gozan de ese privilejio,— desde entónces nada se ha hecho,— lo estará pensando.

Dicen los sostenedores del sistema inértico del señor Renjifo, que "es con ese fin que trató de dar al nombre chileno en el estranjero, un crédito de que carecía ántes," pero ese crédito que es doble del crédito particular mejor sostenido en Chile, hace ya dos años que se goza ¿i cuál es el uso que se ha hecho de él? se piensa i miéntras tanto si Chile no tuviera otra esperanza que la realizacion de los pensamientos del señor Ministro de Hacienda, bien pudiera juntarla con la que se conservan los portugueses, de que vuelva el rei don Sebastian.

Llega su turno a la cuestion de los setecientos mil pesos mandados a Inglaterra por el Gobierno i a ella se aferra El Progreso creyéndose por ese lado invulnerable; discutiremos. Los setecientos mil pesos cuya última parte se mandó a principios del año 1843 cuando ya se sabia que los fondos del seis por ciento se encontraban a noventa i nueve por ciento i los del tres por ciento al precio de treinta i siete a treinta i ocho por ciento, que equivale a lo mismo que los otros fondos, si se tiene cuenta de los intereses perdidos hasta el 30 de Septiembre del año 1847 en que debian principiar a pagarse. Ambos fondos estaban al mismo valor relativo ¿i por qué no habian ámbos de seguir la lei del crédito chileno en Lóndres, cada uno en su escala? ¿Creyó el señor Renjifo que en Inglaterra que son intelijentes en achaques de intereses no supiesen calcular la relacion en que debian estar las dos series del empréstito? ¿por qué se figuró el señor Ministro que sólo él conocia el secreto i que iba a tratar con bobos?

Sólo el señor Renjifo pudo equivocarse tan inocentemente, al juzgar tan poco entendida a la nacion inglesa en materia de crédito.

Pero no es esto sólo —¿qué órdenes claras i terminantes dió el señor Ministro? La de comprar a la par los bonos del seis por ciento i a su precio relativo los del tres por ciento, esto debió ser sin duda, puestos que son los precios a que aparecen comprados por nuestro ajente en Lóndres, novecienteis i tantos mil pesos en bonos de ámbas séries ¿i yo pregunto qué objeto se proponía el Gobierno en amortizar dinero al seis por ciento con otro que, contando gastos, comision, etc., le costaba a la nacion mas de un catorce por ciento? De qué modo sacaba sus cuentas para creer esta especulacion ventajosa? ¡Pero olvidaba que al partido —Renjifo, nada le importa que la nacion se arruine con tal que el Gobierno tenga crédito!— Como concilian en su cabeza estos dos hechos, es lo que no comprendo mas por acaso ¿los ingleses pensarán del mismo modo? ¿Qué dijerais vosotros señores de El Progreso, si se presentase un hombre bastante incapaz para tomar dinero al doce por ciento anual para redimir censos que sólo le ganaban el cinco por ciento? ¿Ganaría crédito para con vosotros, para con el público? ¿Lo creerían cuerdo? Pues estad seguro que la misma opinion que merecería ése individuo entre nosotros, la misma se ha formado la Inglaterra de nuestro Ministro de Hacienda; creedme que nuestro crédito, léjos de haber aumentado por esa causa su valor, debe haber sido un motivo de baja en los fondos —otra razon habrá sostenido el precio probablemente la de que pronto no seremos tan bisoños en achaque de crédito.

No quiero hacer mencion del otro flaco que tiene este gran pensamiento realizado del señor Renjifo, porque no quiero hacer pesada esta carta. Paso a la operacion financiera de la deuda Volante i que se ha guardado en el tintero El Progreso.

La amortizacion de esta deuda (fué uno de los hechos que denunciamos en el artículo que tanto ha incomodado a El Progreso) se redujo como lo dijimos entónces, a hacer revivir una deuda que no existia para Chile, pues que una lei del Congreso la había anulado en cuanto no se encontraba inscrita en el libro del crédito público, en el término prefijado por la misma lei. Cuál fué el fundamento que movió al Ministro, a echar ese peso mas sobre el tesoro, es cuestion que no ventilaré por ahora, pero lo que no puedo dejar de hacer notar, es que no se apoye en lei alguna i que no pudo tener por objeto el mejorar la condicion del pueblo, ni la de las rentas públicas, pues no concibo qué ventajas recibía el tesoro en tomar hoi veinte de don Fulano o don Sutano, para devolverles treinta al cabo de tres meses, lo que equivalía a tomar dinero a interes de un quince i medio por ciento mensual, a esta medida sin ejemplo en los anales de la mayor dilapidacion no sé qué nombre quiera dársele, pero ciertamente no honra mucho los talentos del señor Ministro.