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SESION EN 26 DE OCTUBRE DE 1845

ella reclama imperiosamente de sus directores para que los resortes envejecidos no se cubran de moho o salten en pedazos? La armonía mas compacta sin duda ninguna, es la respuesta jeneral; armonía que a su vez es hija de la solidaridad de medios e intenciones entre el cuerpo deliberante, el Ejecutivo, i sobre todo de los dos primeros.

Esta respuesta se presenta por sí misma tan evidente, que no necesita, a nuestro juicio, de la ayuda de ningún raciocinio. Pero no es lo mismo en cuanto al modo de obtener esa armonía.

Unos la han creido síntoma de muerte, otros de órden i libertad; i según los medios por que se alcanzó ¿de qué parte ha estado la razón? Lo decimos con toda humildad, pero injénuamente: en nuestro sentir, de ninguna; porque la creemos dividida en porciones iguales.

Tanto los unos como los otros han confundido en el calor de la refriega el modo con la esencia de las cosas i de aquí ha resultado que las dos teorías han aparecido juntamente con colores desfavorables según el aspecto bajo el cual se las ha contemplado. Los que han atacado la armonía, por el modo de obtenerla, han sido tenidos con razon por demagogos o propaladores de la demagojia, inocentes quizá, pues pero no por eso menos errados.

Los segundos, es decir, los que han querido la armonía a toda costa mirando desdeñosamente el modo, con tal que el fin resultase, nos han parecido por el contrario, estraviados en un camino que por lo comun es mas provechoso para los anarquistas que para los francos amantes de la libertad. Nosotros, pues, huiremos de uno i otro estremo juzgando fácil mantenernos entre los dos con sólo remontar a la base lejítima de nuestra forma de Gobierno, que al mismo tiempo que la armonía, exije un modo adecuado de establecerla i continuarla.

Las mayorías son, como se sabe, las que deciden en el sistema de las representaciones del personal del Lejislador i del Ejecutivo, i hasta del judicial, sino en la esencia, como sucede con los otros al ménos en la manera de proceder i juzgar. Pero estas mayorías a su turno ¿qué son? ¿Un capricho de los gobernantes, o bien de los pueblos? De los segundos, sin la menor duda tambien, es la respuesta jeneral, sea justo o injusto, retrógrado o civilizador el costado de la balanza que ellos hacen declinar; siempre es a ellos en nuestra forma de Gobierno a quienes se debe la causa orijinaria de todo movimiento; i no sólo orijinaria, sino también perpetua, por cuanto ellos mismos vuelven de tiempo en tiempo a entrar en el ejercicio de los derechos que delegaron sólo temporalmente.

Las Cámaras, pues, como el Ejecutivo, son siempre en las repúblicas obra indisputable de las mayorías. Qué estas sean buenas o malas es otra controversia mui distinta que no debemos mezclar aquí por temor de introducir la confusion en lo que es tan importante mostrar bien claro.

Si las Cámaras, pues, i el Ejecutivo tienen entre nosotros, por la naturaleza misma de las cosas, un oríjen simétrico ¿no es un absurdo entónces pretender Camaras independientes en el sentido violento que da la Oposicion a esta palabra? La independencia para ella, según entendemos, seria la colision i esto para nosotros seria el infierno, poco mas o ménos. I no se crea que exajeramos. La redaccion pasada demostró ya, i en caso necesario seria fácil demostrarlo segunda vez, que la Representacion nacional no puede ménos, atendido a nuestro atraso intelectual, que rodar sobre pocas cabezas privilejiadas, sin escluir a los empleados, i hasta no sabríamos cómo esplicarnos la esclusion que la Constitucion hace del clero, si no fuera que el clero no es lo que va mas adelante en nuestra sociedad. Esta demostracion práctica que nadie negó entónces, nos da, a nuestro modo de ver, la medida de lo que podemos hacer en este sentido, i aun de la independencia de organizacion para las Cámaras, que es accequible con nuestros recursos.

En último análisis resulta que, a ménos de querer violentar los elementos de sociabilidad moderna que han ido asomando poco a poco despues del dia de nuestra emancipacion, no puede existir entre nosotros por ahora, ni independencia esencial sin que haya invasión al momento de desórden i guerra civil, ni siquiera una independencia orgánica completa i vasta, por la escasez conocida de hombres.

Hé aquí lo que significa o por lo ménos como aceptamos únicamente las palabras de nuestros colegas, satélites del Ejecutivo o hechuras del Ejecutivo, que tanto dan que decir a la Gaceta.

Debemos, sin embargo, confesar de paso que la segunda palabra nos parece mas propia para inducir en error que la primera. Las Cámaras i el Ejecutivo no son verdaderamente hechuras, sino de las mayorías; pero como es siempre la misma mayoría lo que eleva uno i otro poder casi simultáneamente i por la misma temporalidad el hecho final que se observa es, que las Cámaras son un compañero, un satélite del Ejecutivo: pero hecho, en suma, no derecho. Las voces hechuras i satélites serán, si se quiere, espresiones desmedidas, caso de mirarlas por el prisma inexorable de los principios, pero ningunas hai entre tanto mas exactas para descifrar el hecho real i positivo, que existe i que conviene que exista; por lo mismo que no puede ménos de existir.

La fatalidad en política es una razon como cualquiera otra que ha nido a tomar en nuestros tiempos con mas justicia el lugar que ánte ocupaba la antigua razon de los reyes.

La independencia, pues, de las Cámaras en el sistema representativo es para nosotros, no