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SESION EN 16 DI JUNIO DE 1845

De diez años adelante apénas quedará de nosotros un débil vestijio. Peio si la excesiva relajacion i desorden en que se hallaban las comunidades de Francia i de España inspiraron aquellas leyes de destruccion; si las mismas considetaciones dictaron la de nuestra patria, invocamos el orden i observancia en que vivimos, esa observancia que es nuestro mas caro timbre i que nos da el honor de ser los dos únicos establecimientos en su clase que hai en toda la estersion de la América; invocamos nuestra vida invaria blemente inmaculada hacia el público, para que se nos mire con induljencia. ¿ Por qué se preten deria ese luirntis gratuitamente de la sociedad? Conocemos nuestra posicion: con conciencia de lo que se mos, i nada ajene s del espíritu del siglo i de nuestra prolesion, siempre hemos permanecido estraños a las vicisitudes políticas, i nos hemos abstenido escrupulosamente, de tomar paite en las discusiones de la prensa, aun en aquellas que podrían no parecer las mas impropias de nuestro carácter. Deseamos conseivar inviolada la reputacion de nuestro nombre.

Ademas, estamos en una época ei que todos están persuadidos de que los esfuerzos individuales son jeneralmente insuficentes para promover i realizar grandes mejora i en que se aprecia como es debido, i se propagar el espíritu de asociacion. Sólo a ciertades han dado cima a grandes proyectos i política, en comercio, en industria, en agricultura, en ciencias i en relijion.

¿Por qué,pues, se vez de fomentarlas, a unas sociedad son nuestras comuínidades, las mas de la tierra, reunidas al atractiva pensamiento lelijioso, sin mas de la eternidad, i cuya misión i color formulados en el bien, humanidad, en el progreso, si se quiere etibilidad evanjélica?

A este- fin han sofo aleccienes mas caras del corazón, comodidades de la vida... sacrificandola todo en el altar de la caridad. de la relijion de la patria. ¿Por qué se tratana de pos a estos benefactores nacionales del jénero cuardo mas de una vez se ha creido solicitarlos del estranjero? El que se legulares i vivan bajo ciertas ríe ofenden, son consideraciciones demasiado , para detenerse mucho en ella, parcticularmente en un tiempo en que la ilustracion ha destruido casi del todo el imperio de las preocupaciones.

"Los sacerdotes, dice el conde de Chesterfield, son como los demás hombres, ni mejores, ni peores por llevar ropas laares, i si en algo difieren, es oor el lado de la relijion i de la moralidad"

Si nuestras constituciones son una obra de la antigüedad, ellas son tambien un Código que se trabajó para que rijiese no en un pueblo particular sino en todos los paises de la tierra, las que están con tanta prevision combinadas, que se prestan admirablemente a todos los tiempos i a todas las circunstancias. Una notabilidad literaria de la Francia, Lacordaire, acaba de decir de las de la órden de predie adores, que no tienen de antiguo mas que su fecha, i que es difícil trabajar un Código mas adaptables a las exijencías del siglo.

Deseoso de fundar una nueva órden que armonizase cen las actuales luces de la Europa, dedicó largas meditaciones a encomiar algo de nuevo. Halló que todas sus ideas estaban comprendidas en aquellas; dejóse de trabajar en vano, las profesó i las propaga. Muchos escritores contemporáneos, entre los cuales figuran Chateaubriand i Lamartine, no nos niegan toda vía un lugar en la civilizacion del mundo, i creen que las sociedades que nos han trasmitido al través de los siglos los monumentos de su laboriosidad i beneficencia, i que contribuyeron tanto al progreso de las artes i de las ciencias, pueden hacer algo aun en favor de los hombres La Francia, esa Grecia de los tiempos odernos, ya no las persigue; las deja aclimatarse libremente en su suelo, sin hacer recuerdo de las leyes de su proscripcion. Los cartujos con dieziseis conventos, los Benedictinos, los lazar islas, los Menores, los Dominicos i varios otros hacen progresos.

No se les pone límites para su profesion i las autoridades se dan por satisfechas con no reconocer sus votos. No podia esperarse ménos de una nacion entusiasta por la libertad i por el restpecto de los derechos individuales.

Nosotros que nos felicitamos por pertenecer a un pais célebre ya en Europa i en las secciones de América, por su rápido mejoramiento social i en que se ha consolidado tanto el imperió de la libertad, de la justicia i del buen sentido; nosotros pedimos i suplicamos a Vuestra Soberanía, en la época de la paz i de la tranquilidad, la exhoneracion de la obseivancia de una leí dictada en un tiempo de vaivenes político?, i en que la esperiencia no era la me jen guia de una lei que no tiene objeto entre nosotros, que nos amenaza con gravísimos males i aun con el esterminio, i que en suo resultados perjudicaría a la misma nacion. Nos lisonjea la fundada esperanza de que la ilustrada lejislatura de 1845 no cederá en equidad i jenen sidad a las Cámaras que al reclamo de la Reci leta Dominica la escepcionaron de la lei de enajenación de las temporalidades de regulares, que las Cámaras anteriores habían sancionado. Concedida nuestra peticion quedará evitado todo inconveniente, i atendida las consideraciones de la justicia, de la sociedad i de nuestras comunidades.

Asi lo esperan de Vuestra Soberanía —Frai Francisco Alvarez. —Frai Vicente Crespo.