como del agricultor, así del literato como del que alquila sus servicios, a proporcionarse una mediana comodidad, a medio asegurar siquiera la subsistencia de su familia cuando cierre los ojos; cuando yo los veo, en fin, casi obligados a buscar fuera de sus puestos, como de hecho ordinariamente sucede, lo que no encuentran en ellos i a lo que tienen justa razon de aspirar.
En semejante órden de cosas hallo jo, señores, un gran mal, por parecerme que él espone a que los peores servidores sean siempre los del Estado i a que éste sea tambien siempre, siempre mal i sólo a medias servido.
Paso a contestar brevemente las tres únicas observaciones que se hicieron en la anterior sesion contra la módica asignacion que el ▼Gobierno ha prepuesto para los empleados que compongan la oficina de Estadística, pretendiendo reducirla aun todavía mas que lo que por el ▼Senado ha sido reducida.
Fué a primera: que esa oficina no es hoi ni será en muchos años mas que un casi inútil archivo.
Poco tengo que decir sobre esta observacion, considerándola mas que suficientemente desvanecida i refutada con cuanto hasta el presente instante he espuesto, i en particular con los hechos citados, que tan a las claras la contradicen.
Por lo mismo que son tan escasos e imperfectos los medios que la ▼oficina de Estadística tendrá para adquirir el caudal de datos que han de servir de base a sus labores, por lo mismo es necesario componerla de hombres intelijentes i espertos que analicen con tino i sagacidad los buenos o malos informes que se les den, que adviertan i suplan los vacíos que tengan i que ilustren con convenientes instrucciones a los funcionarios i particulares que han de suministralos.
¿Se da, v. g., por producto obtenido en un departamento, una cierta cantidad de granos que a primera vista parece diminuta?
La oficina de Estadística para investigar si lo es o nó. tiene que apreciar el consumo de tal especie que, segun la poblacion, hábitos de sus habitantes, etc., es natural que haya habido en el mismo departamento; que estimar la cantidad de los productos de un año, que es de presumir se reserve para arrojarlos de nuevo a la tierra en otros; que averiguar si del mismo departamento se ha estraido alguna parte de la produccion sobre que recaen sus observaciones; tiene que hacer comparaciones de épocas a épocas tomando en cuenta aun los cambios de temperaturas; tiene en una palabra, que descender a los mas menudos cálculos para suplir así la impericia o el descuido hasta del último de sus cooperadores.
En suma, la oficina de Estadística tiene infinito que trabajar, pero sin duda hemos recojido ya algunos frutos de sus tareas, i mucho mas abundantemente los recojeremos en adelante.
La segunda de las observaciones que estoi refutando i a la que no puedo dar ni el nombre de objecion, consistió en decir que se intentaba dar a algunos de los empleados de la oficina en cuestion, superiores dotaciones a las que tienen otros de mucha mas categoría, i se puso por ejemplo al Auditor Jeneral de Guerra, equiparado por la Ordenanza Jeneral del Ejército para ciertos actos de honor, con los Ministros de la llustrísima Corte de Apelaciones, i que sólo disfruta de mil pesos de renta anual. Trabajando aquel señor, como él mismo ha dicho que trabaja desde su asiento de Diputados, pienso, no obstante su propia esposicton, que no se le recompensa debidamente con el sueldo que le está señalado; i así lo ha creido tambien esta ▼Cámara, cuando tratándose de mejorar las dotaciones de los militares en jereral, acordó por unanimidad o por una gran mayoria que con mucho gusto concurria a formar con mi voto que se aumentase tambien la del señor Auditor de Guerra. Pero lo débil de la observacion que me ocupa, consiste principalmente en ser del todo inexacto que se gradúe el rango de un empleado por el sueldo que se le paga. Si esto fuese cierto, i sin abandonar el ejemplo que se puso, resultaria que algunos de los oficiales de los Ministerios, sin contar los oficiales mayores, que algun secretario de Intendencia, que algunos empleados, los subalternos del Cuerpo de Injenieros civiles, que el Director de la Quinta Normal de Agricultura, que ocho empleados subalternos de la Contaduría Mayor i uno de la Tesorería Jeneral, que cuatro empleados subalternos de la Moneda i seis o siete de la Factoría Jereral, que el oficial de la Caja del Crédito Público, que cerca de treinta de la Aduana de Valpaiaiso, con otros muchos, eran iguales o superiores en rango al señor Auditor de Guerra, siendo cierto que todos ellos tienen igual o superior renta, pues gozan anualmente desde mil hasta tres mil pesos, i lo serian tambien en la escala militar, algunos oficiales no de órden superior, como los Tenientes coroneles. He dicho demasiado sobre la segunda observacion, me contraeré a la tercera.
No hai cómo decretar las dotaciones propuestas para la oficina de Estadística: faltan fondos.
Si la pobreza del erario público no es tal, que no permita satisfacer las mas imperiosas necesidades de la nacion, ninguna fuerza tendrá para mí aquel argumento. Si algunas de las tales necesidades pueden llenarse, debe figurar entre ellas la de organizar nuestra Estadística; la Estadística que, segun creo haberlo hecho ver, es la piedra angular de todo progreso, de todo adelantamiento, de toda ventura social: es el cooperador e indispensable ausiliar de todo Gobierno.
Al nuestro, a la Administracion a que re-