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SESION EN 20 DE JUNIO DE 1845

bria cometido igual falta que la que se trata de reparar por la indicacion. Porque yo no sé, señor, por qué sea malo mejorar un contrato que consta por un vale, i no sea malo el otorgar escritura para otro que no consta sino de palabra. En ámbos casos la operacion fraudulenta es la misma. Para remediar una i otra falta, la indicacion debe contener dos cosas: primero que, es mala la escritura otorgada para dar preferencia a un crédito que conste por escrito, i segunda, es mala tambien la escritura que se otorga para dar valor a un contrato que se hubiese celebrado de palabra. Ambas ideas pudieran quedar satisfechas en esta indicacion.

"Esceptuándose las escrituras otorgadas durante los seis últimos meses, siempre que se refieran a créditos que constasen por otra forma escrita, o siempre que se refieran a un contrato que se hubiese celebrado un mes ántes del otorgamiento de la misma escritura." Digo un mes ántes porque sucede muchas veces que no se otorgan escrituras al momento de celebrarse el contrato por aquellas comisiones o retardos inocentes que sen freeue ntes entie le s he mbres. Por consiguiente, cteo que es justo dar un plazo cómodo.

Estas ideas, señor, no sé si serán esactas, porque a la verdad, no las he considerado mucho.

Estas indicaciones relativas a modificar el artículo, quedaron pendientes para considerarlas en la sesion venidera.

En seguida se precedió a la discusion jeneral del proyecto de lei acordado por el Senado sobre declaracion de la propiedad de los terrenos abandonados por el mar en Valparaiso i se aprobó por unanimidad.

Se puso despues en discusion jeneral el proyecto de honores fúnebres a la memoria del señor don José Miguel Infante.

El señor Palazuelos. — Señores, el año pasado, en la Sociedad de Agricultura ¿que digo el año pasado? hace dos años, mui poco despues de haber muerto el señor don Manuel Salas, se habló de la necesidad de hacer un elojio, de tributarle i de pagar algun tributo de reconocimiento a su memoria, i el señor Presidente de la Sociedad, dirijiéndose a mí me dijo: Señor don Pedro Palazuelos ¿no podria Ud. encargarse de esta obra tan justa?

Nó señor, no solamente no puedo, sino que no quiero hacerlo, porque no sólo me parece, sino que estoi convencido hasta la evidencia de que si mi respetable tio pudiese levantar la cabeza del sepulcro para hacer una manifestacion cualquiera acerca de esto, me diria estas palabras: Mentecato ¿no has conocido mis principios? ¿No has conocido mi alma?; i yo sumamente avergonzado, nada podria responderle. Hablo de este modo, porque como es una persona tan conocida la de que me ocupo, no se encontrará inverosímil de que así lo haria por la conviccion que tengo de su modo como pensaba, por haber vivido cerca de él tantos años, pues tengo la honra, mas que la honra la gloria de llamarle mi padre. I todo lo que diga a este respecto, no será mas que una pequeña manifestacion del carácter de un hombre a quien Chile conoce ¡seria largo decirlo, señor; sumamente largo!

Me reduciré a mui pocas palabras.

Los honores que queramos hacer a cualquier hombre de la revolucion, son inmerecidos. Pido a la Sala que me oiga con mucho cuidado porque yo voi a decir cosas que parecerán blasfemia; pero yo agradezco que me escuche.

Señores, yo temo que se hagan honores a la revolucion: esa revolucion grande i milagrosa no debemos mirarla como la obra de los hombres, sino como la obra de la Piovidencia, de esa Providencia ante la cual todos debemos prosternarnos.

¡En los grandes sucesos del mundo no debemos jamas envolver el triste nombre de los hombres!

Los hombres de esta revolucion, como quiera que se les considere, como quiera que se les califique, son en verdad un hecho inmoral, una mancha que ha caido en la historia de los decretos del Creador.

Así Dios se vale de la creacion para sus grandes hechos, como se vale de la muerte para dar la vida; i así reproduce la humanidad para con su ejemplo servir a la gran causa del Universo, i así, por último, señor, para manifestar los sentimientos que contra la revolucion de Sud America tengo, diré que es un hecho providencial, en que los hombres no han sido el brazo de esa Providencia; los hombres no fueron mas que un instrumento secundario, i Dios la voluntad que la determinó.

Yo soi un hombre, por ejemplo, que he nacido para prestar grandes servicios a mi patria, y para salvarla con aquellas especialidades que deberán morir conmigo, soi pues, por ejemplo, el Gran Salvador de mi patria. Yo pregunto ahora; yo que fui fruto; Pedro Palazuelos, supongamos fué el fruto de un delito: es un hijo incestuoso, un hijo si se quiere, sacrílego: ¿i se darán las gracias a la Divina Providencia por haber venido al mundo este hombre nacido del crímen que habia de salvar a su patria con su existencia?

Yo quiero pues, salvar la patria con la revolucion misma.

Ahora pues: si nosotros salvamos como instrumentos secundarios, ¿mereceremos el nombre de salvadores? Estos son honores que sola i esclusivamente se deben a Dios.

Nosotros no sólo veneramos esa revolucion, señores, sino que hacemos a la patria un grave mal en privarla para siempre del justo horror que es preciso inspirar por hechos semejantes.

Destruimos el principio; destruimos la base de la moral pública, la base de la sociedad i en suma, todos los respetos sociales.