▼Intendencia de Santiago pasó por entónces al Gobierno una comunicacion en que se quejaba de no poder ejecutar el censo, por la resistencia que oponian los ciudadanos a encargarse de sus operaciones.
El Ministro del Interior, al dar cuenta de sus trabajos ha dicho: "El espíritu público por otra parte, se halla todavía entre nosotros tan en su jérmen, i tan destituido de vigor, que no podemos esperar de él los inmensos bienes que en otras partes produce...En Chile la Sociedad todavía lo exije todo de la lei i de la autoridad, i sin prestar atencion a los embarazos que opone el choque a falta de uniformidad que todavía existe entre nuestra vida actual i nuestros antecedentes morales, etc."
Sobre este terreno mismo ha querido la Gaceta, cambiando los papeles, acusar al Ministerio de inaccion absoluta en el año que acaba de trascurrir.
El Ministerio, segun ella, se ha quedado mui atras de lo que exijen las necesidades del momento i el progreso anunciado por él es ménos sensible que lo que el autor de la Memoria quisiera persuadir.
Carácter distintivo ha sido en la administracion actual no avanzar un paso en el camino de las mejoras sin haberse asegurado primero de que el pie que tiene asentado, reposa en un terreno firme i sólidamente construido. Esta marcha ha sido reconocida por ella misma i aunque tachada de inaccion por algunos, es sin duda la única que es posible en el pais si se quieren obtener alguna vez resultados sólidos. Pintar los embarazos que la marcha del Gobierno encuentra a cada paso, seria hacernos a nosotros mismos el proceso de la nacion; proceso por lo demas, injusto e inefectivo, por cuanto no está en nuestra mano cambiar de un solo golpe carácter i hábitos hondamente arraigados. A nadie se le oculta que el estado actual de las cosas públicas no es el mejor apetecible; aun mas todavía. no es ni un embrion de lo que cada uno concibe que debe ser i de lo que las necesidades públicas reclaman imperiosamente que sea. Pero es preciso no alucinarse hasta el estremo de pretender que el fiat ministerial, en un año i en un dia haya de cambiar la faz de lo que siglos de incuria i de abandono han dejado desenvolverse; lo que todas las administraciones pasadas no han podido destruir; lo que el patriotismo mas ardiente no puede ménos que mirar con pena i desconsuelo.
Nosotros creemos que la accion gubernativa dirijida con celo i perseverancia a llenar los fines para que ha sido constituida, puede a la larga obrar cambios importantes en la mejora del pais. Sabemos que ella puede construir caminos, habilitar puertos, fundar hospicios, crear oficinas de estadística, propagar la enseñanza, recompensar el trabajo que reclama de sus empleados, atenuar las cargas públicas, favorecer en fin, la industria i ensanchar las vías del comercio i el movimiento de la propiedad. Pero sabemos tambien que el Gobierno no puede crear el espíritu que debe verificar todas estas instituciones i que despues de creadas con infinito trabajo i venciendo mil dificultades, estamos condenados a verlas sozobrar, desvirtuarse i convertirse casi en males reales, en lugar de lo qué de venturoso i de útil habrá derecho de esperar de ellas.
¿Quién ignora la lentitud con que marchan los trabajos lejislativos; lentitud que llamaríamos asombrosa, si por otra parte, no fuese éste el estado normal de nuestras lejislaturas, que limita la discusion a los puntos esenciales i precisos del debate? ¿Quién ignora que las mas urjentes medidas encuentran retardos fatales en su aplicacion, por no alcanzar a sancionarse durante dos o mas lejislaturas los proyectos de lei sometidos por el Gobierno? ¿Quién querria hacer el catálogo del legado de proyectos que luce una lejislatura a la otra i ésta a la siguiente con el nuevo recargo de los que en un año se han aumentado? ¿Quién no se lamenta de que el Gobierno para solicitar una prórroga de las sesiones lejislativas, tenga que resaltar mañosamente la magnitud de los trabajos que la reclaman, a fin de no alarmar a los lejisiadores con la perspectiva de un trabajo demasiado pesado?
Si descendemos a las ruedas inferiores de la administracion, encontraremos la misma lentitud, la misma imperfeccion en la ejecucion de la lei en la realizacion de las mejoras; i si fuéramos a escuchar a estos empleados públicos, encontraríamos razones justificativas en los obstáculos materiales con que tienen que luchar, en las resistencias que las costumbres oponen; i por recargado que este cuadro parezca, por injustificables que tantas contradicciones se presenten, siempre habrá un hecho cierto, i es que la lejislatura, la administracion, los empleados subalternos no son mas que un reflejo del público, una parte integrante de la nacion i que no hai derecho para exijir de ellos que sean superiores a su naturaleza de casta, de educacion i de ideas.
Esto dicho, queda sin embargo, mucho de que aun podemos lisonjearnos. Si las mejoras actuales no son tan visibles i palpables, porque no consisten ni en monumentos ni en guerras ni en conquistas, no son por eso ménos reales i efectivas; i la accion del Gobierno puede reclamar como suya una gran parte en ellas. Consisten éstas, a nuestro juicio en la formacion lenta del espíritu público, en los hábitos que se desenvuelven en la idea misma de estabilidad, i permanencia de la tranquilidad que va pasando a los ánimos; i que convirtiéndose en conciencia hace que sea efectiva i duradera esa tranquilidad de la misma manera que de la idea la inseguridad la produce i la hace existir.
Nada ménos desearíamos que el que la prensa renunciase al derecho, a la necesidad, dire-