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CONGRESO NACIONAL

demasiado del honor de los diputados que hacen unas faltas tan notables, cuando ellos mismos por sus faltas se hacen despreciables a los pueblos i a la Nacion misma. Si los señores que hacen estas faltas no cuidan de su reputacion ¿por qué el Congreso ha de emplear unas sesiones tan largas en conservar indemne el honor de los diputados que no saben guardarlo? El Congreso puede hacer uso del derecho que no se le ha negado hasta ahora i es que castigue a los diputados por su inasistencia. Yo veo que la Constitucion de Norte-América da derecho al Congreso de reprender a sus diputados, esta parte convencional es una de las que debe atender mas. Cualquier diputado, como ha dicho uno de los señores que han opinado, puede paralizar las medidas del Congreso. Si hai algun diputado de esta naturaleza, el Congreso, desplegando las facultades que tiene, adopte el proyecto del señor Palazuelos. Yo no lo llevaré tan al estremo; modificando algo dicho proyecto, se podria acordar que, constando por las notas de la Secretaría, de 10 faltas que haga un diputado, se le declare inhábil de ser representante. Este es el destino mas honorífico que puede tener un ciudadano, bien puede ser que asista a otros destinos por el vil interes de la renta que disfruta; pero ya llevará consigo una nota que lo hará despreciable a los ojos de los pueblos.

Yo creo que si los representantes inasistentes tienen honor, necesariamente con esta medida prestarán su asistencia, ya que no se encuentra suficiente el remedio del honor i de la decencia pública.

El proyecto del señor Elizondo me parece bueno; pero yo creo mejor que se adoptase la medida del señor Palazuelos, modificada como he dicho.

El señor Cordovez. —El remedio no es ese, señor; mándese el Congreso a Quillota i todo se remediará.

El señor Elizondo. —Pido la palabra.

El señor Cordovez. —Reclamo el órden. ¿Cuántas veces habla cada diputado?

El señor Elizondo. —Solo una vez he pedido la palabra. Señor, el acta convocatoria trató que el Congreso fuese a Quillota; no conoció los males que esto traería; luego que se advirtieron se revocó este artículo. Los grandes gastos que preparan una Sala, la mucha distancia de los tribunales de donde necesita muchos datos...

Se llamó al órden por el señor Presidente porque salía de la cuestion.

El señor Presidente. —Mi voto particular es que se adopte la medida del señor Palazuelos; bastante fuerte es i asi creo que con ella se podrá conseguir que asistan.

El señor Montt. —Cuando se ha traído a discusion la mocion del señor Elizondo, se han buscado los medios con que cortar el mal que se padece por la inasistencia de los diputados; uno de los señores preopinantes ha indicado un medio contra una lei sancionada. Si no se ha quitado esa lei, si no se ha hecho su repulsa i se admite a discusion el medio indicado contra la lei del reglamento sancionado en la Sala, del mismo modo debe traerse a discusion el dictámen del señor Cordovez.

Miéntras tenia la palabra el señor Montt, se presentó a la Sala el gobernador del Obispado, introducido por uno de los edecanes; tomó asiento, miéntras el diputado dejaba la palabra. Luego que acabó, prestó el juramento i se retiró.

Se preguntó si está suficientemente discutida la mocion del señor Elizondo.

El señor Presidente preguntó a la Sala si se votaba la proposicion lisa i llanamente o se le añadia la propuesta del señor Palazuelos. La Sala acordó que solo se votase la mocion, i el señor Palazuelos, si quería, presentase su mocion por escrito. Ejecutada la votacion, resultó aprobado el proyecto por 23 sufrajios contra 16. De estos últimos, 12 opinaron en favor de la primera parte, rechazando la segunda, i cuatro la reprobaron en todas sus partes.

El señor Palazuelos. —Insisto en la medida que he propuesto.

El señor [[:bcnbio:Francisco Ramón De Vicuña Larraín|Presidente]. —¿Nos hallamos en estado de votar sobre la adicion del señor Palazuelos?

La Sala acordó que, conforme al reglamento, la presentase por escrito.

Se puso en segunda discusion el proyecto del señor Infante, sobre abolicion de subasta de diezmos.

El señor Vera. —Si no creyese tan inclinado al autor de esta mocion a sostenerla, como todas las suyas, por un gran celo de patriotismo, i no se le conociera incapaz de huir el cuerpo a las dificultades, hubiera creido que el único medio que habia encontrado para evitarlas era desalojar la silla. Los principales aspectos de esa mocion son: 1.°, si la mocion se dirije a la abolicion de los diezmos, i 2.°, si se dirije a la abolicion de la subasta. Dos de los señores diputados, el señor Argomedo i el señor Ocampo, definitivamente probaron en la primera discusion que el proyecto no tenia lugar, hasta que no se subrogase a una entrada equivalente a la que se quiere quitar o el modo de recaudar el diezmo, si solo se dirije a abolir la subasta; de modo que creo que este es un lugar para votar la proposicion, í ojalá se nos facilitasen siempre estas vías para que el Congreso marchase con prontitud en sus deliberaciones. Así pido que, inmediatamente, se vote la proposicion.

El señor Ocampo. —Hai ciertas razones i motivos que, en la discusion de un negocio, son lo mismo que unas sesiones perentorias para que no se admita a discusion un asunto. Tales han sido las razones espuestas por el señor Vera a esta mocion, porque ella es inoportuna. Los medios de subrogar el diezmo no se han puesto ni en discusion; tampoco se han propuesto por el autor los medios que deben sustituir este modo