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104 MADAMA DE SEVIGNÉ

Á LA MISMA

Paris, miércoles por la noche, 9 de marzo de 1672.

No me habléis más de mis cartas, hija mía; acabo de recibir una vuestra encantadora, amable, brillante, toda llena de ternura; es un estilo justo y breve, que camina y que place en grado soberano, aun sin amaros como yo os amo. Os lo diría más á menudo si no temiese ser pesada, pero estoy siempre encantada de vuestras cartas sin decíroslo. Mad. de Coulanges lo está también de algunos párrafos que le hago ver y que es imposible leer sola.

Hay un airecillo de domingo gordo esparcido por esta carta, que la hace de un gusto sin igual,

Hacía largo tienpo que estabais disgustada y yo estaba triste, pero el juego de la oca os ha animado, como reanimaba á los griegos : quisiera bien que no hubiereis jugado más que á la oca y que no hubieseis perdido tanto dinero. Una desgracia continua pica y ofende; no gusta el ser molestado por la for- tuna : la ventaja que los otros tienen sobre nosotros nos hiere y disgusta aunque no sea en una ocasión de importancia. ¡Nicole ha dicho esto también! En fin, odio á la fortuna por esto, y estoy bien persuadida de que ella es ciega al trataros como lo hace; si no fuese más que tuerla no seríais vos tan desgraciada, Me preguntáis los sintomas de este amor (1) : es primeramenie una negativa viva y previsora, es un aire exagerado de indife- rencia que prueba lo contrario; es el testimonio de las gentes que ven de cerca, sostenido por la voz pública; es una sus- pensión de todo este movimiento de la máquima redonda; es un olvido de todos los cuidados ordinarios para entregarse á uno solo, es una sátira perpetua contra los viejos enamorados. « Verdaderamente sería preciso ser loco y bien insensato.

(1) El amor de «d'Hacqueville por una bija del mariscal de Gra- mont, que era tuerla.