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1% MADAMA DE SEVIGNÉ

cha serenamente, dando sus órdenes por todas partes com esta sangre fría y este valor divino que se le conoce. Se ase- gura que después de esta primera dificultad no se encuentran ya enemigos, se han retirado á sus plazas. La herida de Mr. de Marsillac, es un tiro de mosquete en el hombro y olro en la mandíbula sin romper el hueso. Adiós, mi querida hija, tengo el espíritu un poco fuera de su lugar, aunque mi hijo está en el ejército del Rey; pero habrá tantas otras ocasiones que esto me hace temblar y morir.

Á LA MISMA

Parts, 20 de junio de 1672.

Me es imposible representarme el estado en que os habéis hallado, mi querida hija, sin una extrema emoción, y aunque yo sepa que ya estáis bien á Dios gracias, no puedo volver los ojos al pasado sin un horror que me turba. ¡Ah! ¡Qué mal ins- truída estaba yo acerca de una salud que me es tan querida! Quien me hubiese dicho en este tiempo : vuestra hija esta más en peligro que si estuviese en el ejército, me hubiera sido muy dificil creerlo. Es preciso, pues, que yo encuentre esta tristeza además de tantas otras que tengo en mi corazón presente- mente. El peligro extremo en que se encuentra mi hijo; la guerra que aumenta todos los días; los correos que no apor- tan más que noticias de la muerte de nuestros amigos y que pueden traerlas peores; el temor que se tiene á las malas no- licias y la curiosida:l que se tiene por. saberlas; la desolación de los que son heridos por el dolor y con quien yo paso una parte de mi vida; el inconcebible estado de mi tía y el ansia que tengo de veros, todo esto me desgarra, me mata y me hace llevar una vida tan contraria á mi humor y á mi tempe- ramento, que en verdad, es preciso que tenga una buena salud * para resislirla. No habéis jamás visto París come está ahora*