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CARTAS ESCOGIDAS 129

de Mad. de Longueville, puesto que es una cosá pasada : he aquí sobre lo que podemos hablar. En tio, la guerra no ha sido hecha más que para matar á su pobre hijo; un momento después, todo se inclina á la paz; el Rey no está ya ocupa- do más que en recibir á los diputados de las ciudades que se rinden. Él volverá Conde de Holanda. Esta victoria es admi- zable y demuestra que nada puede resistir á las fuerzas y á la conducta de S. M.; lo más seguro es honrarle y temerle y no hablar de él sino con admiración.

He visto por fin á Mad. de Longueville; la casualidad me colocó cerca de su lecho : ella me hizo aproximar todavía más y me habló la primera, pues yo no encuentro palabras en seme- jantes ocasiones. Me dijo que no dudaba de que tuviese compa- sión de e!la, pues naa faltaba á su desgracia : me habló de Mad. de La Fayettc y de Mr. d'Hfacqueville como los que más la compadecian. Me habló también de mi hijo y de la amis- tad que con el suyo tenía. Yo no os digo mis respuestas : fueron como debían ser y de buena fe; yo estaba tan conmo- vida, que no podia expresarme. La multitud me hizo salir. Pero en fin, la circunstancia de la paz, es una especie de amargura que hiere mi corazón, cuando me pongo en su lugar; pero cuando pienso con respecto á mí, alabo á Dios puesto que con- serva á mi pobre Sévigné y todos nuestros amigos.

Veo que seguís en Grignan; queréis asuslarme con el pensa- miento de no pasearme y no tener peras ni melocotones; pero mi muy amable, yos estaréis alli tal vez, y cuando yo me en- cuentre cansada de contar vuestros olivos, ¿no podré ir á ver vues- tras hermosas terrazas? ¿ Y no querreis darme higos y nueces? Diréis lo que queráis; yo me expondré á la sequedad del país esperando sin embargo no encontrar nada más que alli: preveo, sin embargo, una querella entre nosotros : porque vos que- réis que yo ame á yuestro hijo más que á vuestra hija y yo no ereo que esto pueda ser; yo me he prendado de tal modo de esta pequeña, que siento una verdadera pena por no poderla llevar.

Monsieur de la Rochefoucauld está muy disgustado por la

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