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130 MADAMA DE SEVIGNÉ

herida de Mr. de Marsillac; él teme que por su desgracia le so- brevenga la gangrena. Yo no sé si debeis escribir á Mad. de Longueville : yo creo que sí. Se ha hecho una bonita alegoría de la Holanda : es una condesa de edad de cerca de cien años, muy enferma; tiene al rededor cuatro médicos : son los reyes de Inglaterra, de España, de Francia y de la Suecia. El Rey de Inglaterra le dice : « Enseñad la lengua.¡ Ah, qué mala está!, El rey de Francia la toma el pulso y dice : « Es preciso una gran sangría. »

Yo no sé lo que dicen los otros dos, pues me he detenido en esto de la muerte, porque es bastante justo y muy cómico.

A LA MISMA

Parts, viernes, 1.* de julio de 1672.

En fin, bija mía, nuestra querida tía ba acabado su triste y desgraciada vida : la pobre nos ha hecho llorar mucho en esta triste ocasión.

Por mí, que soy fácil para derramar lágrimas, puedo decirte que he vertido muchas. Murió ayer á las cuatro de la mañana sin que nadie se percibiese; se la encontró muerta en su le- cho : la víspera estaba extraordinariamente mal, por inquietud quiso levantarse; estaba tan débil que no podía tenerse en la silla y se doblaba y caía hasta el suelo y había que leyantarla. Mad. de la Trousse creía que esto era falta de alimentación; lenía convulsiones en la boca : mi prima decía que era algún impedimento que había creado la leche en su boca y en sus dientes. Yo, por mi parte, la encontraba muy mal. Á las once me hizo seña de que me marchara : la besé la mano, me dió su bendición y parti; enseguida tomó su leche por complacencia con Mile. de la Trousse; pero en verdad, no pudo tragar nada y le dijo que no podia más. Se la acostó, echó fuera á todo el mundo y dijo que iba á dormir. Á las tres tuvo necesidad de