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CARTAS ESCOGIDAS 143

uo puedo más. Os he dejado en un estado que aumenta mi dolor. Pienso en todos los pasos que dais y en todos los que yo doy; y veo cuán imposible es, que marchando siempre de esta suerte podamos jamás encontrarnos. Mi corazón está en reposo cuando está cerca de vos : este es su estado natural y el solo que puede agradarle, Lo que ha pasado esta mañana, me causa un dolor sensible y un desgarramiento del cual vues- tra filosofía sabe las razones; los he sentido y los sentiré largo tiempo. Tengo el corazón y la imaginación llenos de yos; no puedo pensar en ellos sin llorar y pienso siempre; de suerte que el estado en que estoy no es una cosa sostenible; como es lan extremo, yo espero que no durará en esla violencia. Yo os busco siempre y encuentro que todo me falta, porque me faltáis yos. Mis ojos que os han encontrado tanto desde hace catorce meses, no Os encuentran ya : el tiempo agradable que ha pasado hace que éste sea doloroso, hasta que esté un poco acostumbrada á él; pero mo será jamás baslante para no de- sear ardientemente volveros á ver y abrazaros. No debo espe- rar nada mejor del porvenir que del pasado : yo sé lo que vuestra ausencia me ha hecho sufrir; seré todavía más digna de compasión porque me he hecho imprudentemente una cos- tumbre necesaria de veros. Me parece que no os he abrazado bastante al partir. No os 'he dicho bastante cuán contenta estoy de vuestra ternura; no os he recomendado bastante á Mr. de Grignan; no le he dado las suficientes gracias por sus atenciones y por la amistad que tiene por mí; yo esperaré los efectos de todos estos capitulos : hay algunos en que él tiene más interés que yo, aun cuando yo esté más conmovida que él. Estoy ya devorada de curiosidad; no espero consuelo más que de vuestras cartas que aún me harán suspirar mucho. En una palabra, hija mía : no vivo más que para vos. Dios me haga la gracia de amarme algún día, como yo os amo. Yo pienso en los Pichons; estoy saturada de los Grignan; los veo por todas partes. Jamás ha sido un viaje tan triste como el nues- tro; no hablamos una palabra. Adiós, mi querida hija; amadme siempre. ¡Ah! ¡ya emos Vuelto otra vez á las cartas! Asegue